No creo que eso suene incongruente. De hecho, lo que deberían hacer los marxistas consecuentes es unirse al Movimiento Libertario.
Si bien Karl Marx fue un gran crítico del capitalismo, era un gran admirador de la burguesía, que en su época llevó a cabo el proceso de industrialización en Gran Bretaña, sacándola del sistema de producción medieval. El sueño de Marx era que todo el mundo lograra transformarse al nuevo sistema de producción, dejando de lado métodos arcaicos de la Edad Media. Una vez alcanzado este nivel, Marx veía colapso del sistema por sus contradicciones internas, para dar paso a una sociedad comunista.
Marx fue incluso un partidario del gobierno colonial de Gran Bretaña sobre la India, por las razones explicadas anteriormente. El no veía ninguna ventaja que la India mantuviera su arcaico sistema de castas y de producción tradicional. En la misma medida, Marx consideraba que el comunismo debería aparecer primero en Gran Bretaña o Alemania, pero jamás se le ocurrió que esto ocurriera en la medieval Rusia.
Marx imaginaba un futuro comunista donde la abundancia de bienes creada por el capitalismo permitiría al trabajador liberarse del tedio de una jornada laboral extenuante, permitiéndole seguir otras actividades, como la lectura, o las artes. En este sentido, su pensamiento se asemeja más a los gurus y empresarios informáticos de hoy, que promueven las ventajas de la conectividad de internet y las tecnologías de la información.
Esta visión contrasta mucho con la que adoptan actualmente los que dicen llamarse de la izquierda, o extrema izquierda. Para ellos, el capitalismo es en el mejor de lso casos, un mal necesario, y en el peor, un sistema que aniquila y destruye el alma humana, y que de no detenerse, puede destruir el planeta. Esa es al visión del ecologismo, con sus frecuentes predicciones de inminente apocalipsis si no cambiamos nuestras costumbres, algo que en otras épocas era el mensaje de sectas milenaristas.
Es en este sentido curioso que los que se dicen marxistas adopten este tipo de pensamiento, junto a un ascetismo y un odio completo hacia la vida que representa el movimiento verde.
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