¡Ay, Dios mío! Esto sí que se puso feo. El huracán Melissa, directo desde el Caribe, le pegó duro a Jamaica, dejando a miles buscando refugio y con la mosca detrás de la oreja. Según dicen, esto es más grande que cualquier cosa que hayan visto en décadas – ¡qué carga!
La cosa es que Melissa llegó con toda, categoría cinco, con vientos que parecían el rugido de un león hambriento. La Cruz Roja anda dando vueltas como motosierra, tratando de ayudar a la gente, repartiendo agua y kits de limpieza, pero la situación es complicada. Parece que hasta hubo algunos deslizamientos de tierra, imagínate el susto que se agarraron los vecinos.
Las autoridades jamaicanas andaban gritando a los cuatro vientos para que la gente evacuara, especialmente en el lado oeste de la isla, que parece que es donde va a pegar el golpe más fuerte. El primer ministro, Andrew Holness, no se anduvo con rodeos: ‘Esto va a ser una fiereza’, dijo. De hecho, él mismo comentó que ni la infraestructura más robusta aguanta tanto azotazo. ¡Qué barbaridad!
Pero aquí viene la nota tica: resulta que hay veinte de nosotros, ¡treinta si contamos a los que no se registraron!, viviendo allá en Jamaica, dispersos por diferentes lados. La Embajada y el Consulado se movilizaron rapidito, contactándolos para asegurarse de que estén al tanto de la situación y ponerles a buen recaudo toda la información necesaria. Un alivio saber que nos están cuidando, ¿verdad?
“Están tranquilos, pero obviamente, hay tensión”, nos comentaron desde la Cancillería. Dicen que los están aconsejando mantenerse informados, escuchar a las autoridades y tener cuidado, obvio. Mejor prevenir que lamentar, como dice mi abuela.
Lo curioso es que, a pesar de la advertencia de evacuación, algunos jamaicanos se negaron a moverse. Hay un señor llamado Roy Brown, en Port Royal, quien dijo que ‘no importa qué pase, yo me quedo acá’. Imagínatelo, desafiando al huracán…¡Qué valor! Otros, como Jennifer Ramdial, pescadora de profesión, dijeron lo mismo: simplemente no quieren abandonar sus casas. Más respeto por esa tenacidad, aunque un poquito de sentido común tampoco estaría de más.
Y ni hablar del apoyo internacional. Gente de Florida, especialmente organizaciones como Global Empowerment Mission, están preparando cargamentos de comida, agua y medicinas para enviarles. ¡Qué bueno ver cómo nos echamos las manos pa’ arriba en estos momentos difíciles! Este brete, aunque complicado, demuestra que podemos ayudarnos entre todos.
Melissa ahora amenaza a Cuba y otras islas del Caribe, pero la preocupación inmediata sigue siendo Jamaica. El fenómeno climático ha demostrado ser más poderoso de lo esperado, avanzando con una lentitud exasperante, como una tortuga a toda marcha. Entonces, ¿crees tú que la resiliencia y el espíritu comunitario pueden superar incluso los desastres naturales más feroces, o el impacto de Melissa dejará cicatrices profundas en Jamaica y sus habitantes?
La cosa es que Melissa llegó con toda, categoría cinco, con vientos que parecían el rugido de un león hambriento. La Cruz Roja anda dando vueltas como motosierra, tratando de ayudar a la gente, repartiendo agua y kits de limpieza, pero la situación es complicada. Parece que hasta hubo algunos deslizamientos de tierra, imagínate el susto que se agarraron los vecinos.
Las autoridades jamaicanas andaban gritando a los cuatro vientos para que la gente evacuara, especialmente en el lado oeste de la isla, que parece que es donde va a pegar el golpe más fuerte. El primer ministro, Andrew Holness, no se anduvo con rodeos: ‘Esto va a ser una fiereza’, dijo. De hecho, él mismo comentó que ni la infraestructura más robusta aguanta tanto azotazo. ¡Qué barbaridad!
Pero aquí viene la nota tica: resulta que hay veinte de nosotros, ¡treinta si contamos a los que no se registraron!, viviendo allá en Jamaica, dispersos por diferentes lados. La Embajada y el Consulado se movilizaron rapidito, contactándolos para asegurarse de que estén al tanto de la situación y ponerles a buen recaudo toda la información necesaria. Un alivio saber que nos están cuidando, ¿verdad?
“Están tranquilos, pero obviamente, hay tensión”, nos comentaron desde la Cancillería. Dicen que los están aconsejando mantenerse informados, escuchar a las autoridades y tener cuidado, obvio. Mejor prevenir que lamentar, como dice mi abuela.
Lo curioso es que, a pesar de la advertencia de evacuación, algunos jamaicanos se negaron a moverse. Hay un señor llamado Roy Brown, en Port Royal, quien dijo que ‘no importa qué pase, yo me quedo acá’. Imagínatelo, desafiando al huracán…¡Qué valor! Otros, como Jennifer Ramdial, pescadora de profesión, dijeron lo mismo: simplemente no quieren abandonar sus casas. Más respeto por esa tenacidad, aunque un poquito de sentido común tampoco estaría de más.
Y ni hablar del apoyo internacional. Gente de Florida, especialmente organizaciones como Global Empowerment Mission, están preparando cargamentos de comida, agua y medicinas para enviarles. ¡Qué bueno ver cómo nos echamos las manos pa’ arriba en estos momentos difíciles! Este brete, aunque complicado, demuestra que podemos ayudarnos entre todos.
Melissa ahora amenaza a Cuba y otras islas del Caribe, pero la preocupación inmediata sigue siendo Jamaica. El fenómeno climático ha demostrado ser más poderoso de lo esperado, avanzando con una lentitud exasperante, como una tortuga a toda marcha. Entonces, ¿crees tú que la resiliencia y el espíritu comunitario pueden superar incluso los desastres naturales más feroces, o el impacto de Melissa dejará cicatrices profundas en Jamaica y sus habitantes?