¡Aguante pura vida, raza! Ya todos estamos al tanto de la tormenta Melissa que causó un buen desmadre allá afuera. Vimos esas fotos sacadas desde el satélite, con ese ojo gigante mirando para acá… daba un poco de cosita, pa’ ser honestos. Pero, más allá de las imágenes impresionantes, la cosa se puso seria, con pérdidas humanas y destrucción en varios países. Afortunadamente, nosotros nos salvamos de lo peor, pero igual sentimos el susto en el alma.
Melissa, que ni loca parecía con esos vientos de casi 300 kilómetros por hora, pegó primero a Jamaica, dejándolos bien apaleados. Luego siguió su camino hacia Cuba, donde también dejaron bastante destrucción y gente desplazada. Las noticias hablan de una veintena de muertos en toda la región, incluyendo gente en Haití, Jamaica, Panamá y hasta un pobrecito aquí en nuestro terruño.
Lo que más me preocupa es cómo esto nos afecta indirectamente. No solo porque sentimos lástima por nuestros hermanos de otras naciones, sino porque esto pone de relieve lo vulnerables que somos ante estos fenómenos naturales. Como siempre decimos, estamos en medio de dos mares y un pedregal, así que las tormentas tropicales son parte de nuestra realidad. Hay que estar preparados, ¿eh?
Y hablando de preparación, ¿quién se acuerda de los simulacros de evacuación? Parece que algunos todavía les dan poca importancia, pero créeme, mae, si te toca vivir una tormenta de verdad, no vas a querer andar buscando dónde ponerte. Es mejor tenerlo listo antes que lamentarlo después. Recuerdo aquel tiempo que salió Otto, y cómo andaba la gente confundida… ¡qué despiche!
Copernicus, ese programa de la Unión Europea que manda las fotos desde el espacio, está haciendo un trabajo excelente. Gracias a ellos podemos ver la magnitud de estas tragedias y coordinar ayuda humanitaria rápidamente. Imagínate si tuviéramos que depender solo de los pilotos de avión… tardábamos una semana en saber qué tan grave estaba la situación. Esa tecnología realmente nos salva la vida, ¿me entiendes?
Ahora, hay que analizar cómo esta situación afecta nuestras importaciones y exportaciones. Muchos productos que consumimos vienen de esos países, y si las rutas de transporte están interrumpidas, seguro vamos a sentir el pinchazo en el bolsillo. Alza de precios, desabastecimiento… ya sabemos la película. Esperemos que las cosas se normalicen pronto y que nuestros vecinos puedan reconstruir sus vidas.
Pero no todo es malo, compa. Esta tragedia también nos recuerda lo importantes que son la solidaridad y el apoyo mutuo. Ver a voluntarios organizándose para ayudar a los damnificados es inspirador. Y eso, mi pana, es lo que nos hace ser ticos de corazón. Siempre damos una mano, aunque tengamos poco. Ese es nuestro sello de identidad, y eso nadie nos lo quita.
Así que, dime tú, ¿crees que el gobierno está invirtiendo lo suficiente en medidas de prevención y mitigación de riesgos ante estos eventos climáticos extremos? ¿Estamos preparados como sociedad para enfrentar los desafíos que nos plantea el cambio climático o seguimos esperando a que la tormenta toque tierra para empezar a movernos? ¡Dale, comparte tu opinión en los comentarios!
Melissa, que ni loca parecía con esos vientos de casi 300 kilómetros por hora, pegó primero a Jamaica, dejándolos bien apaleados. Luego siguió su camino hacia Cuba, donde también dejaron bastante destrucción y gente desplazada. Las noticias hablan de una veintena de muertos en toda la región, incluyendo gente en Haití, Jamaica, Panamá y hasta un pobrecito aquí en nuestro terruño.
Lo que más me preocupa es cómo esto nos afecta indirectamente. No solo porque sentimos lástima por nuestros hermanos de otras naciones, sino porque esto pone de relieve lo vulnerables que somos ante estos fenómenos naturales. Como siempre decimos, estamos en medio de dos mares y un pedregal, así que las tormentas tropicales son parte de nuestra realidad. Hay que estar preparados, ¿eh?
Y hablando de preparación, ¿quién se acuerda de los simulacros de evacuación? Parece que algunos todavía les dan poca importancia, pero créeme, mae, si te toca vivir una tormenta de verdad, no vas a querer andar buscando dónde ponerte. Es mejor tenerlo listo antes que lamentarlo después. Recuerdo aquel tiempo que salió Otto, y cómo andaba la gente confundida… ¡qué despiche!
Copernicus, ese programa de la Unión Europea que manda las fotos desde el espacio, está haciendo un trabajo excelente. Gracias a ellos podemos ver la magnitud de estas tragedias y coordinar ayuda humanitaria rápidamente. Imagínate si tuviéramos que depender solo de los pilotos de avión… tardábamos una semana en saber qué tan grave estaba la situación. Esa tecnología realmente nos salva la vida, ¿me entiendes?
Ahora, hay que analizar cómo esta situación afecta nuestras importaciones y exportaciones. Muchos productos que consumimos vienen de esos países, y si las rutas de transporte están interrumpidas, seguro vamos a sentir el pinchazo en el bolsillo. Alza de precios, desabastecimiento… ya sabemos la película. Esperemos que las cosas se normalicen pronto y que nuestros vecinos puedan reconstruir sus vidas.
Pero no todo es malo, compa. Esta tragedia también nos recuerda lo importantes que son la solidaridad y el apoyo mutuo. Ver a voluntarios organizándose para ayudar a los damnificados es inspirador. Y eso, mi pana, es lo que nos hace ser ticos de corazón. Siempre damos una mano, aunque tengamos poco. Ese es nuestro sello de identidad, y eso nadie nos lo quita.
Así que, dime tú, ¿crees que el gobierno está invirtiendo lo suficiente en medidas de prevención y mitigación de riesgos ante estos eventos climáticos extremos? ¿Estamos preparados como sociedad para enfrentar los desafíos que nos plantea el cambio climático o seguimos esperando a que la tormenta toque tierra para empezar a movernos? ¡Dale, comparte tu opinión en los comentarios!