Lo que este joven hizo no está bien, eso todos lo sabemos y este acto no se puede reparar. Sin embargo, ¿qué sabemos nosotros de la vida de este muchacho, para que él actuara de esta forma? Este es solo uno de tantos actos violentos que han ocurrido en estas semanas. Lo que debemos preguntarnos es que está sucediendo en nuestras familias, somos buenos padres?, somos buenos hijos?, somos amigos de nuestros hijos?, conversamos con ellos?, nos mienten nuestros hijos?, sabemos quienes son sus amigos y dónde andan y con quienes? No es fácil ser padre, nadie recibe un curso de cómo ser buen padre y aunque recibiéramos cursos, estos no servirían para mucho, pues del dicho al hecho, hay mucho trecho. Para muchos es muy fácil hablar y algunos dirán: a mí no me va a pasar eso con mis hijos, bueno espero que así sea y sus hijos sean responsables y obedientes. Dicen que no existe una formula para educar a los hijos, pero si la hay y es la que le da sentido a nuestra vida y es: siempre, siempre, tener a Dios en primer lugar, El es el único que puede darnos la sabiduría, paciencia y amor que necesitamos para educar a nuestros hijos.
Muchos se han puesto en los zapatos de la familia de la directora, pero se han preguntado, cómo se sienten los padres de este muchacho? yo sí, porque soy madre de tres hijos y dos de ellos son adolescentes, que tristeza y desesperación deben de estar sintiendo, casi la misma que están sintiendo los familiares de doña Nancy, pues para lo que sucedió en las dos familias ya no tiene reparo. Los padres de este joven se estarán preguntando: en qué nos equivocamos?, por qué a nuestro hijo, si parecía un muchacho igual a cualquier otro?
Estoy segura que los que conocen al joven, sus mejores amigos, dicen que era muy tuanis, buena nota, tranquilo, que no pueden creer que él hiciera eso ...
No hay que hacer leña del árbol caído, ni señalar con el dedo a los demás, pues Dios dijo: con la vara con la que midas, serás medido y yo me pregunto: si Dios que es el ser supremo, el creador de todo y de todos, nos perdona a diario nuestros pecados más negros y cochinos, quienes somos nosotros para condenar y señalar a este muchacho y a su familia? Tengamos mucho cuidado con lo que hacemos y decimos, porque también tenemos familia: hijos, hermanos, sobrinos, primos y no sabemos si alguno pueda cometer un error tan grande como este, con el cual este joven destruyó gran parte de su vida y solo con la ayuda de Dios, podrá algún día perdonarse por lo que hizo y tratar de reconstruirla.
Si alguien tiene rencor en su corazón y no perdona, no encontrará nunca la paz de Dios.