¡Ay, Dios mío! Qué bronca la que tenemos con estos narcos que andan revoloteando por nuestros barrios. Resulta que la Fiscalía Adjunta descubrió una operación de tráfico de drogas de lujo, escondida justo en plena zona residencial de San Pablo de Heredia. Parece que estos tipos se creen muy listos, pensando que nadie los va a pillar, pero bueno, ¡el OIJ y la Fiscalía no van a dejar ni un huesito!
Según fuentes cercanas a la investigación, estos grupos narcos, que además andan en la mira de la DEA y el FBI allá en Estados Unidos, tenían la cabida de mover hasta cien kilos de cocaína por cada negocio turbio que hacían. Imagínate, ¡cien kilos! Eso sí da para afanarlele a unos cuantos, ¿verdad, compas?
El fiscal adjunto Mauricio Boraschi, que está echándole ganas a esta vaina, nos contó que durante cuatro operaciones diferentes del Plan Escudo Internacional lograron decomisar un verdadero tesoro oscuro: 145 paquetes de cocaína, tres pedazos más de la blanca, un paquetazo de marihuana comprimida, una bolsita llena de cocaína y hasta 280 frascos de ketamina. ¡Una chimba de cosas ilegales, brete!
Todo este alijo estaba guardadito en una casota en San Pablo de Heredia, vigilado por uno de los sospechosos, que salió corriendo como alma que lleva diablo justo antes de que llegaran los judiciales. Menos mal que llegaron a tiempo, porque si no, quién sabe qué estaría pasando ahora. Estas operaciones, dicen, surgieron de unas compras controladas donde agentes encubiertos pidieron, nada menos, ¡cien kilos de cocaína!
“Nos interesa porque son organizaciones que ya tienen la maquinaria para vender kilos”, nos explicó Boraschi. “Aquí no hablamos de cambalacheos de media libra, estamos hablando de bandas que pueden manejar 100 kilogramos o más. Eso les da una dimensión importante, no solo pa’ lo que es el problema del tráfico aquí en Costa Rica, sino que también preocupa a otros países”.
Después de los allanamientos, que se hicieron tanto en San Pablo de Heredia como en Paso Ancho, intentaban agarrar a dos sospechosos. Pero uno escapó como rayo y todavía no aparece por ninguna parte, y al otro solamente le decomisaron el celular. ¡Parece que estos mae son más vivos que comadre buscando gangas!
Y como si fuera poco, Boraschi advierte que la cantidad de droga que está entrando al país es tremenda, gracias a que en Colombia la producción se ha disparado un 300% en los últimos diez años. Estos peces gordos están aprovechando para meter droga a Costa Rica y Panamá, principalmente, para enviarla a Europa. ¡Un tsunami de cocaína nos está ahogando, ay bendito Dios!
Ahora me pregunto, compas: ¿Cómo podemos, como sociedad, evitar que nuestras comunidades se conviertan en refugios para este tipo de actividades ilícitas? ¿Deberíamos aumentar la vigilancia en zonas residenciales? ¿O es responsabilidad de todos denunciar cualquier actividad sospechosa que veamos en nuestro entorno? ¡Vamos a debatir!
Según fuentes cercanas a la investigación, estos grupos narcos, que además andan en la mira de la DEA y el FBI allá en Estados Unidos, tenían la cabida de mover hasta cien kilos de cocaína por cada negocio turbio que hacían. Imagínate, ¡cien kilos! Eso sí da para afanarlele a unos cuantos, ¿verdad, compas?
El fiscal adjunto Mauricio Boraschi, que está echándole ganas a esta vaina, nos contó que durante cuatro operaciones diferentes del Plan Escudo Internacional lograron decomisar un verdadero tesoro oscuro: 145 paquetes de cocaína, tres pedazos más de la blanca, un paquetazo de marihuana comprimida, una bolsita llena de cocaína y hasta 280 frascos de ketamina. ¡Una chimba de cosas ilegales, brete!
Todo este alijo estaba guardadito en una casota en San Pablo de Heredia, vigilado por uno de los sospechosos, que salió corriendo como alma que lleva diablo justo antes de que llegaran los judiciales. Menos mal que llegaron a tiempo, porque si no, quién sabe qué estaría pasando ahora. Estas operaciones, dicen, surgieron de unas compras controladas donde agentes encubiertos pidieron, nada menos, ¡cien kilos de cocaína!
“Nos interesa porque son organizaciones que ya tienen la maquinaria para vender kilos”, nos explicó Boraschi. “Aquí no hablamos de cambalacheos de media libra, estamos hablando de bandas que pueden manejar 100 kilogramos o más. Eso les da una dimensión importante, no solo pa’ lo que es el problema del tráfico aquí en Costa Rica, sino que también preocupa a otros países”.
Después de los allanamientos, que se hicieron tanto en San Pablo de Heredia como en Paso Ancho, intentaban agarrar a dos sospechosos. Pero uno escapó como rayo y todavía no aparece por ninguna parte, y al otro solamente le decomisaron el celular. ¡Parece que estos mae son más vivos que comadre buscando gangas!
Y como si fuera poco, Boraschi advierte que la cantidad de droga que está entrando al país es tremenda, gracias a que en Colombia la producción se ha disparado un 300% en los últimos diez años. Estos peces gordos están aprovechando para meter droga a Costa Rica y Panamá, principalmente, para enviarla a Europa. ¡Un tsunami de cocaína nos está ahogando, ay bendito Dios!
Ahora me pregunto, compas: ¿Cómo podemos, como sociedad, evitar que nuestras comunidades se conviertan en refugios para este tipo de actividades ilícitas? ¿Deberíamos aumentar la vigilancia en zonas residenciales? ¿O es responsabilidad de todos denunciar cualquier actividad sospechosa que veamos en nuestro entorno? ¡Vamos a debatir!
