¡Aguante! Se rifaron los güevos en la academia sueca, porque este año le dieron el Premio Nobel de Economía a tres tipos que te hacen pensar si toda esa movida del ‘crecimiento’ es tan simple como nos quieren vender. Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt, ¿quiénes son estos donos y qué hicieron para llevarse esta vaina?
Pues resulta que estos señores han estado reventando miteres en el mundo de la economía durante años. Mokyr, el gringo de la Universidad Northwestern, básicamente nos ha demostrado, rebuscando entre libros viejos y documentos polvorientos, que el avance tecnológico no es solo cuestión de inventar cosas nuevas, sino que también depende de cómo pensamos sobre esas cosas. Él dice que hay que cambiar la mentalidad pa’ que la tecnología realmente impulse el crecimiento, una vara bien interesante.
Luego tenemos a Aghion y Howitt, un par de académicos de Francia e Inglaterra y Estados Unidos respectivamente, quienes desarrollaron una teoría –algo así como un mapa– de cómo funciona ese crecimiento sostenido. Su idea principal es la ‘destrucción creativa’, un concepto acuñado por Joseph Schumpeter hace tiempo. En pocas palabras, dicen que para que haya progreso, algunas empresas tienen que fracasar para dar paso a otras nuevas, más innovadoras. Un poco duro, pero la vida es así, ¿verdad? Nada es eterno, ni siquiera las tortillas de queso de mamá.
Imagínate, pues, entender por qué algunos países avanzan a pasos agigantados mientras otros se quedan estancados. Estos tipos han estado analizando datos, haciendo modelos y, bueno, pensando mucho sobre cómo funciona el motor de la economía global. No es fácil, créeme, porque el mundo es un brete complicado. Te hablan de ‘innovación disruptiva', 'capital humano' y otras vainas que te hacen sentir un poco perdido, pero la idea central es clara: el cambio constante es esencial para el progreso.
Y hablando de Costa Rica, ¿qué significa esto para nosotros? Bueno, nos pone a reflexionar sobre nuestra propia estrategia de desarrollo. Nos hemos enfocado mucho en educación, en tecnología, pero, ¿realmente estamos fomentando una cultura de innovación y emprendimiento? ¿Estamos dispuestos a dejar ir las empresas que ya no sirven para abrazar nuevas ideas, aunque eso signifique perder empleos a corto plazo?
Algunos dirán que esto es pura teoría, que los economistas siempre andan metidos en sus números y no entienden la realidad. Pero yo creo que estas ideas pueden ayudarnos a tomar mejores decisiones como país. Por ejemplo, podemos revisar nuestras políticas públicas para incentivar la inversión en investigación y desarrollo, apoyar a los nuevos emprendedores, y crear un ambiente regulatorio que fomente la competencia y la innovación. No es tarea fácil, diay, pero es necesario.
Lo cierto es que este Nobel no es solo un reconocimiento a estos tres intelectuales, sino también una invitación a todos nosotros a repensar nuestro modelo de crecimiento. A preguntarnos si estamos haciendo lo suficiente para construir un futuro próspero y sostenible para las próximas generaciones. Porque al final, el crecimiento económico no debe ser solo una cifra en un informe, sino una mejora tangible en la calidad de vida de todos los ticos.
Ahora, dime tú, ¿crees que la ‘destrucción creativa’ es un precio justo a pagar por el progreso, o deberíamos buscar alternativas que minimicen el impacto negativo en las personas y las comunidades? ¡Déjanos tus opiniones en el foro!
Pues resulta que estos señores han estado reventando miteres en el mundo de la economía durante años. Mokyr, el gringo de la Universidad Northwestern, básicamente nos ha demostrado, rebuscando entre libros viejos y documentos polvorientos, que el avance tecnológico no es solo cuestión de inventar cosas nuevas, sino que también depende de cómo pensamos sobre esas cosas. Él dice que hay que cambiar la mentalidad pa’ que la tecnología realmente impulse el crecimiento, una vara bien interesante.
Luego tenemos a Aghion y Howitt, un par de académicos de Francia e Inglaterra y Estados Unidos respectivamente, quienes desarrollaron una teoría –algo así como un mapa– de cómo funciona ese crecimiento sostenido. Su idea principal es la ‘destrucción creativa’, un concepto acuñado por Joseph Schumpeter hace tiempo. En pocas palabras, dicen que para que haya progreso, algunas empresas tienen que fracasar para dar paso a otras nuevas, más innovadoras. Un poco duro, pero la vida es así, ¿verdad? Nada es eterno, ni siquiera las tortillas de queso de mamá.
Imagínate, pues, entender por qué algunos países avanzan a pasos agigantados mientras otros se quedan estancados. Estos tipos han estado analizando datos, haciendo modelos y, bueno, pensando mucho sobre cómo funciona el motor de la economía global. No es fácil, créeme, porque el mundo es un brete complicado. Te hablan de ‘innovación disruptiva', 'capital humano' y otras vainas que te hacen sentir un poco perdido, pero la idea central es clara: el cambio constante es esencial para el progreso.
Y hablando de Costa Rica, ¿qué significa esto para nosotros? Bueno, nos pone a reflexionar sobre nuestra propia estrategia de desarrollo. Nos hemos enfocado mucho en educación, en tecnología, pero, ¿realmente estamos fomentando una cultura de innovación y emprendimiento? ¿Estamos dispuestos a dejar ir las empresas que ya no sirven para abrazar nuevas ideas, aunque eso signifique perder empleos a corto plazo?
Algunos dirán que esto es pura teoría, que los economistas siempre andan metidos en sus números y no entienden la realidad. Pero yo creo que estas ideas pueden ayudarnos a tomar mejores decisiones como país. Por ejemplo, podemos revisar nuestras políticas públicas para incentivar la inversión en investigación y desarrollo, apoyar a los nuevos emprendedores, y crear un ambiente regulatorio que fomente la competencia y la innovación. No es tarea fácil, diay, pero es necesario.
Lo cierto es que este Nobel no es solo un reconocimiento a estos tres intelectuales, sino también una invitación a todos nosotros a repensar nuestro modelo de crecimiento. A preguntarnos si estamos haciendo lo suficiente para construir un futuro próspero y sostenible para las próximas generaciones. Porque al final, el crecimiento económico no debe ser solo una cifra en un informe, sino una mejora tangible en la calidad de vida de todos los ticos.
Ahora, dime tú, ¿crees que la ‘destrucción creativa’ es un precio justo a pagar por el progreso, o deberíamos buscar alternativas que minimicen el impacto negativo en las personas y las comunidades? ¡Déjanos tus opiniones en el foro!
