El liberalismo no es igualitarista, el progresismo si, esto es un proyecto progre por excelencia.
Al contrario mi estimado peyistez, los dos proyectos son igualitarismos. Chávez y La Nación son simplemente las dos caras de la misma moneda. Es una forma irreductible de ver el mundo: o el ser humano es uno más de la masa, parte del proyecto histórico del socialismo. O es un individuo ermitaño, con derechos y libertades pro gracia del Estado.
Ambas ideologías son estériles y absurdas. Y han causado un gran daño a la sociedad moderna. Y no más que en el absurdo concepto de "Ley Natural" o "Derechos Humanos Universales". En cuyo nombre se han perpetrado los peores crímenes de la historia.
Cómo tratar la cuestión del matrimonio homosexual sin caer en simplismos? Bueno, sabemos que la homosexualidad ha estado presente siempre, en toda sociedad. El grado de aceptación varía. E incluso en la época pre-crisitiana, si bien había más tolerancia a dicha condición, generalmente se asociaba a una etapa temprana de desarrollo, o un mero interés pasajero. Pero nunca se elevó a la categoría de matrimonio, como se quiere ahora.
El matrimonio tampoco se inició como una cuestión religiosa. Era más bien un acuerdo entre familias, muchas veces apra garantizar la sucesión de la estripe, y mantener la propiedad. Por supuesto, dado que, por tradición, los hijos debían devoción y obediencia a sus padres, a cambio de sustento y protección. Pero los padres además querían y amaban a sus hijos, por lo cual estos acuerdos de matrimonio tenían el beneplácito, al menos parcial, de los hijos.
Hoy día la concepción de matrimonio está más en función del sentimiento y satisfacción personal, más que de un deber con la familia o el grupo al que uno pertenece. Hoy día el único lazo fuerte e incondicional es al Estado. A él debemos desnudarnos una vez al año para declarar lo que ganamos y lo que debemos pagar en impuestos.
En otro tema, se lamenta que los vecinos de un barrio en Alajuela tomen fotos y videos de patrones de un grupo de prostitutas y travestis, por ser un ataque a la privacidad. Pero absurdamente, no se toma en cuenta que si esa misma persona toma el auto va a su casa y al menos le pone un dedo encima a uno de sus hijos, puede ser enviado a la cárcel, desde que la idiota y vacua clase política de este país declaró ilegal el castigo físico a los menores. Esta misma clase política que no son para nada parangones de adecuados valores familiares: de divorciados seniles que hacen el ridículo, a hijos que se emborrachan y atropellan a peatones, o causan accidentes.
Lo que demuestra este último editorial de La Nación es que simplemente no hay escapatoria: vivimos en un mundo potmoderno y post-cristiano, donde el hecho que la religión Católica sea oficial o no es una distinción sin ninguna diferencia. Sólo esperemos que la decadencia sea gentil y excenta de accidentes y crisis de lamentar.