A ver, maes, seamos honestos. A veces uno se agüeva un poco con el deporte nacional, ¿verdad? Que si la Sele no carbura, que si los equipos de siempre se pelean por el mismo chunche de campeonato… es fácil caer en el ciclo de quejarse. Pero de vez en cuando, casi como para callarnos la boca, sale una noticia que le recuerda a uno que hay un montón de gente pulseándola en silencio, lejos de las cámaras y los dramas de siempre. Y esta es una de esas noticias que de verdad emocionan. El Comité Olímpico Nacional acaba de soltar la bomba: una delegación de más de 70 atletas ticos va con todo para los II Juegos Panamericanos Junior en Asunción, Paraguay, este próximo agosto. ¡Y qué nivel de delegación! No estamos hablando de una participación simbólica, sino de una verdadera tropa con ganas de comerse el mundo.
Y es que esta vara no es cualquier paseo. Aquí es donde la cosa se pone seria y emocionante. El brete que hagan estos güilas en Asunción del 10 al 14 de agosto tiene un premio gordo, de esos que cambian carreras. Todo atleta que se cuelgue una medalla de oro en su disciplina, automáticamente saca su tiquete directo para los Juegos Panamericanos de Lima 2027, la versión “adulta” y principal del evento. ¿Se imaginan lo que es eso? Es saltarse un montón de procesos de clasificación que son un dolor de cabeza, es asegurar tu campo en la élite del continente con dos años de anticipación para prepararte. Diay, es básicamente un pase VIP al sueño de todo deportista. ¡Qué nivel de incentivo! Esto demuestra que no van solo a competir, van con una misión clarísima: empezar a escribir su propia historia y, de paso, la del futuro olímpico del país.
Ahora, para que vean que no estamos mandando a cualquiera a pelear, hablemos de los abanderados. Los dos atletas que llevarán nuestra bandera en la inauguración son el reflejo perfecto de esta mezcla de experiencia y hambre de gloria. Por un lado, tenemos a Noilyn Aguilar, una durísima en judo que ya sabe lo que es competir bajo presión. Y por el otro, a Alberto Vega. ¿Les suena el nombre? ¡Claro que sí! Es el nadador que acabamos de ver dándolo todo en los Juegos Olímpicos de París 2024. O sea, un mae que viene de la máxima tarima deportiva del planeta va a liderar a la nueva generación. Tener a un olímpico fogueado como él llevando el estandarte… ¡qué carga de ejemplo para el resto de la delegación! Eso le manda un mensaje a todos los demás: aquí se viene a competir en serio, con mentalidad de ganador.
Pero lo más chiva de todo es cuando uno revisa la lista completa y ve la diversidad. Aquí no es solo fútbol y atletismo. Costa Rica va a tener representación en disciplinas como bádminton, ciclismo en varias modalidades, esgrima, tiro con arco, judo y hasta el equipo femenino de voleibol. Es un recordatorio de que el talento tico está regado por un montón de canchas, piscinas y pistas que a veces no reciben la atención que merecen. Y ojo a este dato que me dejó el ojo cuadrado y con una sonrisa: de los 75 atletas que componen la delegación, 50 son mujeres y 25 son hombres. ¡Cincuenta! Dos tercios de nuestro futuro deportivo en esta competencia son mujeres que la están rompiendo en sus disciplinas. Eso no es solo una estadística, es una declaración de principios. ¡Simplemente a cachete!
Así que ya saben, maes. Para mediados de agosto, más allá de la liga local y las novelas de fichajes, tenemos una cita con el futuro. Apuntemos las fechas y estemos pendientes de estos 75 valientes. Son la prueba de que, con apoyo y estrategia, el deporte costarricense tiene un potencial enorme. Dejemos el pesimismo de lado por un rato y mandémosles toda la buena vibra. Se la merecen. Dicho todo esto, les dejo una pregunta para que se arme el debate: Más allá del orgullo obvio, ¿qué creen que significa para el país que tengamos una delegación tan fuerte, diversa y con mayoría femenina en deportes que no son el fútbol? ¿Creen que esto marca un verdadero cambio de mentalidad en el deporte tico? ¡Los leo en los comentarios!
Y es que esta vara no es cualquier paseo. Aquí es donde la cosa se pone seria y emocionante. El brete que hagan estos güilas en Asunción del 10 al 14 de agosto tiene un premio gordo, de esos que cambian carreras. Todo atleta que se cuelgue una medalla de oro en su disciplina, automáticamente saca su tiquete directo para los Juegos Panamericanos de Lima 2027, la versión “adulta” y principal del evento. ¿Se imaginan lo que es eso? Es saltarse un montón de procesos de clasificación que son un dolor de cabeza, es asegurar tu campo en la élite del continente con dos años de anticipación para prepararte. Diay, es básicamente un pase VIP al sueño de todo deportista. ¡Qué nivel de incentivo! Esto demuestra que no van solo a competir, van con una misión clarísima: empezar a escribir su propia historia y, de paso, la del futuro olímpico del país.
Ahora, para que vean que no estamos mandando a cualquiera a pelear, hablemos de los abanderados. Los dos atletas que llevarán nuestra bandera en la inauguración son el reflejo perfecto de esta mezcla de experiencia y hambre de gloria. Por un lado, tenemos a Noilyn Aguilar, una durísima en judo que ya sabe lo que es competir bajo presión. Y por el otro, a Alberto Vega. ¿Les suena el nombre? ¡Claro que sí! Es el nadador que acabamos de ver dándolo todo en los Juegos Olímpicos de París 2024. O sea, un mae que viene de la máxima tarima deportiva del planeta va a liderar a la nueva generación. Tener a un olímpico fogueado como él llevando el estandarte… ¡qué carga de ejemplo para el resto de la delegación! Eso le manda un mensaje a todos los demás: aquí se viene a competir en serio, con mentalidad de ganador.
Pero lo más chiva de todo es cuando uno revisa la lista completa y ve la diversidad. Aquí no es solo fútbol y atletismo. Costa Rica va a tener representación en disciplinas como bádminton, ciclismo en varias modalidades, esgrima, tiro con arco, judo y hasta el equipo femenino de voleibol. Es un recordatorio de que el talento tico está regado por un montón de canchas, piscinas y pistas que a veces no reciben la atención que merecen. Y ojo a este dato que me dejó el ojo cuadrado y con una sonrisa: de los 75 atletas que componen la delegación, 50 son mujeres y 25 son hombres. ¡Cincuenta! Dos tercios de nuestro futuro deportivo en esta competencia son mujeres que la están rompiendo en sus disciplinas. Eso no es solo una estadística, es una declaración de principios. ¡Simplemente a cachete!
Así que ya saben, maes. Para mediados de agosto, más allá de la liga local y las novelas de fichajes, tenemos una cita con el futuro. Apuntemos las fechas y estemos pendientes de estos 75 valientes. Son la prueba de que, con apoyo y estrategia, el deporte costarricense tiene un potencial enorme. Dejemos el pesimismo de lado por un rato y mandémosles toda la buena vibra. Se la merecen. Dicho todo esto, les dejo una pregunta para que se arme el debate: Más allá del orgullo obvio, ¿qué creen que significa para el país que tengamos una delegación tan fuerte, diversa y con mayoría femenina en deportes que no son el fútbol? ¿Creen que esto marca un verdadero cambio de mentalidad en el deporte tico? ¡Los leo en los comentarios!