¡Ay, Dios mío! Tremendo revés nos cayó a todos hoy. Monseñor Javier Román Arias, figura clave en la Iglesia Católica de nuestro país y presidente de la Conferencia Episcopal, tuvo que ser llevado corriendo al hospital luego de sufrir un infarto ayer en la tarde. La noticia sacudió a toda la comunidad religiosa y, claro, a muchos católicos acá en Costa Rica, preocupados por su estado.
Según el comunicado emitido por el Episcopado, el día empezó normal para el señor Obispo. Participó en varias actividades matutinas como suele hacerlo, pero de repente se sintió fatal. No sé yo si serán los achaques de la edad, o qué le habrá agarrado, pero lo tuvieron que trasladar de emergencia a un centro médico. Uno se pone tenso pensando en cómo estará, porque estos temas nunca son fáciles.
Lo primero que hicieron, al llegar al hospital, fue meterlo directamente a cuidados intensivos. Ahí fue donde ocurrió el infarto, y el personal médico, ¡dios les pague!, reaccionó rapidísimo. Lograron estabilizarlo, eso sí es bueno, pero ahora mismo está pasando por una cirugía. Que los doctores hagan bien su trabajo, que le tengan éxito, diay… Esperemos que todo salga como debe ser.
La Conferencia Episcopal, como era de esperarse, salió a pedirle a todos los fieles “unirse en oración” por monseñor y también por los galenos que están luchando por salvarle la vida. A ver si así, con tantas plegarias, se le quita la pena y sale adelante. Esto demuestra lo importante que es la fe para muchas personas acá en el país, y cuánto aprecio tienen por sus líderes religiosos.
Desde que llegó a la diócesis de Limón en 2014, monseñor Román ha sido una presencia constante y activa. Ha trabajado duro por ayudar a las comunidades más necesitadas, siempre promoviendo la justicia social y la defensa de los derechos humanos. Recuerdo cuando impulsó ese programa para apoyar a los agricultores afectados por la sequía... Un hombre comprometido, sin lugar a dudas.
Ahora, mientras esperamos noticias, la incertidumbre pesa sobre todos nosotros. Se han mantenido muy reservados respecto a los detalles de la operación y de su diagnóstico exacto, pero prometieron informar a tiempo. Lo único que podemos hacer es esperar y rezar, como dice la gente. Y pensar en toda la labor que ha hecho en estos años al frente de la Conferencia Episcopal, abogando por causas justas y dando voz a los marginados.
Muchos recuerdan su firme postura contra la corrupción y la desigualdad, siempre denunciando las injusticias que aquejan a nuestra sociedad. Un líder valiente y directo, que no temía decir la verdad aunque a veces fuera incómoda. Por eso, creo que tanta gente le tiene tanto cariño y respeto, y ahora está tan preocupada por su salud. Que se recupere pronto, que lo vea recuperado pronto, porque hace mucho falta su liderazgo y sabiduría en momentos tan difíciles para el país.
Ahora, me pregunto, ¿qué impacto tendrá la ausencia temporal de monseñor Román en la agenda de la Iglesia Católica en Costa Rica, especialmente considerando los desafíos actuales en materia social y política? ¿Y creen que esta coyuntura fortalecerá aún más la unidad y solidaridad entre los miembros de la comunidad católica?
Según el comunicado emitido por el Episcopado, el día empezó normal para el señor Obispo. Participó en varias actividades matutinas como suele hacerlo, pero de repente se sintió fatal. No sé yo si serán los achaques de la edad, o qué le habrá agarrado, pero lo tuvieron que trasladar de emergencia a un centro médico. Uno se pone tenso pensando en cómo estará, porque estos temas nunca son fáciles.
Lo primero que hicieron, al llegar al hospital, fue meterlo directamente a cuidados intensivos. Ahí fue donde ocurrió el infarto, y el personal médico, ¡dios les pague!, reaccionó rapidísimo. Lograron estabilizarlo, eso sí es bueno, pero ahora mismo está pasando por una cirugía. Que los doctores hagan bien su trabajo, que le tengan éxito, diay… Esperemos que todo salga como debe ser.
La Conferencia Episcopal, como era de esperarse, salió a pedirle a todos los fieles “unirse en oración” por monseñor y también por los galenos que están luchando por salvarle la vida. A ver si así, con tantas plegarias, se le quita la pena y sale adelante. Esto demuestra lo importante que es la fe para muchas personas acá en el país, y cuánto aprecio tienen por sus líderes religiosos.
Desde que llegó a la diócesis de Limón en 2014, monseñor Román ha sido una presencia constante y activa. Ha trabajado duro por ayudar a las comunidades más necesitadas, siempre promoviendo la justicia social y la defensa de los derechos humanos. Recuerdo cuando impulsó ese programa para apoyar a los agricultores afectados por la sequía... Un hombre comprometido, sin lugar a dudas.
Ahora, mientras esperamos noticias, la incertidumbre pesa sobre todos nosotros. Se han mantenido muy reservados respecto a los detalles de la operación y de su diagnóstico exacto, pero prometieron informar a tiempo. Lo único que podemos hacer es esperar y rezar, como dice la gente. Y pensar en toda la labor que ha hecho en estos años al frente de la Conferencia Episcopal, abogando por causas justas y dando voz a los marginados.
Muchos recuerdan su firme postura contra la corrupción y la desigualdad, siempre denunciando las injusticias que aquejan a nuestra sociedad. Un líder valiente y directo, que no temía decir la verdad aunque a veces fuera incómoda. Por eso, creo que tanta gente le tiene tanto cariño y respeto, y ahora está tan preocupada por su salud. Que se recupere pronto, que lo vea recuperado pronto, porque hace mucho falta su liderazgo y sabiduría en momentos tan difíciles para el país.
Ahora, me pregunto, ¿qué impacto tendrá la ausencia temporal de monseñor Román en la agenda de la Iglesia Católica en Costa Rica, especialmente considerando los desafíos actuales en materia social y política? ¿Y creen que esta coyuntura fortalecerá aún más la unidad y solidaridad entre los miembros de la comunidad católica?
