Maes, en serio, ¡qué torta más terrible la que pasó el viernes en la noche en la Florencio del Castillo! Uno lee la noticia y se le revuelve todo. Una güila de apenas 18 años, Jimena Sofía Campos Gómez, que iba para la casa o a encontrarse con compas en un Didi, y de un pronto a otro, pum. Se acaba todo. Es de esas varas que lo dejan a uno helado, pensando en lo frágil que es todo y en el dolor que debe estar pasando su familia. La noticia corrió como pólvora en redes y, como era de esperarse, todo el mundo volvió a ver a la plataforma. Porque claro, el carro estaba afiliado a ellos, y la pregunta del millón siempre es: ¿quién responde cuando pasa una tragedia así?
Y diay, como un relojito suizo, Didi no tardó en sacar su comunicado oficial. Es el libreto que ya todos nos sabemos de memoria, casi que lo podríamos recitar. Que "lamentan profundamente lo ocurrido", que extienden su "más sincera solidaridad", que activaron sus "protocolos de seguridad" y que ya están en contacto con las autoridades. A ver, no es que esté mal, es lo mínimo que se espera de una empresa de ese calibre. Pero uno no puede evitar sentir que es una respuesta de manual, un texto preaprobado por un batallón de abogados para controlar los daños y proteger la marca. Se siente frío, corporativo, distante del despiche emocional y humano que una muerte así representa.
El punto central del comunicado, y aquí es donde la vara se pone más compleja, es el tema de los seguros. Sacaron a relucir que todos los viajes tienen una póliza que cubre gastos médicos, fallecimiento y daños a terceros. Aclaran que esto es un "extra" que ellos ponen, aparte del seguro obligatorio que, por ley, cualquier carro debería tener. Suena bien en el papel, ¿verdad? Es un argumento fuerte para decir "hey, nosotros sí nos preocupamos". Pero la procesión va por dentro. ¿Qué tan fácil es acceder a esa plata? ¿Cuáles son las letras pequeñas? ¿Cubre lo suficiente para compensar una vida que apenas empezaba? Son preguntas que el comunicado, obviamente, no responde.
Esto nos lleva a la discusión de siempre sobre estas plataformas. Tenemos a miles de maes que se la juegan en la calle todos los días, usando su propio carro, pagando su propia gasolina y mantenimiento, en un brete que no les da garantías, ni seguro social, ni aguinaldo. Son "socios colaboradores", no empleados. Y en el otro lado, pasajeros que confiamos en una aplicación que nos promete seguridad y eficiencia. Cuando todo sale bien, es una maravilla. Pero cuando pasa una desgracia como la de Ochomogo... ¡qué sal! El conductor, además del trauma sicológico de estar en un accidente fatal, se enfrenta a un huracán legal. Y la familia de la víctima queda con un vacío imposible de llenar y un montón de trámites por delante.
Al final del día, la vida de una güila con todo el futuro por delante se fue al traste en esa autopista. Y mientras una familia llora, una corporación internacional afina su discurso de relaciones públicas. No estoy diciendo que Didi sea el culpable directo del accidente, eso lo determinarán las autoridades. Lo que cuestiono es el modelo. Un modelo que parece diseñado para diluir responsabilidades, para que cuando la tragedia golpea, la respuesta sea un comunicado y una póliza, en lugar de un sistema que realmente proteja a todas las partes por igual.
Por eso les pregunto, maes: Más allá del pésame y los protocolos, ¿ustedes de verdad sienten que estas plataformas se hacen responsables cuando pasa lo peor? ¿O creen que es pura pantalla y que, al final, todo depende de la suerte y del seguro obligatorio de siempre?
Y diay, como un relojito suizo, Didi no tardó en sacar su comunicado oficial. Es el libreto que ya todos nos sabemos de memoria, casi que lo podríamos recitar. Que "lamentan profundamente lo ocurrido", que extienden su "más sincera solidaridad", que activaron sus "protocolos de seguridad" y que ya están en contacto con las autoridades. A ver, no es que esté mal, es lo mínimo que se espera de una empresa de ese calibre. Pero uno no puede evitar sentir que es una respuesta de manual, un texto preaprobado por un batallón de abogados para controlar los daños y proteger la marca. Se siente frío, corporativo, distante del despiche emocional y humano que una muerte así representa.
El punto central del comunicado, y aquí es donde la vara se pone más compleja, es el tema de los seguros. Sacaron a relucir que todos los viajes tienen una póliza que cubre gastos médicos, fallecimiento y daños a terceros. Aclaran que esto es un "extra" que ellos ponen, aparte del seguro obligatorio que, por ley, cualquier carro debería tener. Suena bien en el papel, ¿verdad? Es un argumento fuerte para decir "hey, nosotros sí nos preocupamos". Pero la procesión va por dentro. ¿Qué tan fácil es acceder a esa plata? ¿Cuáles son las letras pequeñas? ¿Cubre lo suficiente para compensar una vida que apenas empezaba? Son preguntas que el comunicado, obviamente, no responde.
Esto nos lleva a la discusión de siempre sobre estas plataformas. Tenemos a miles de maes que se la juegan en la calle todos los días, usando su propio carro, pagando su propia gasolina y mantenimiento, en un brete que no les da garantías, ni seguro social, ni aguinaldo. Son "socios colaboradores", no empleados. Y en el otro lado, pasajeros que confiamos en una aplicación que nos promete seguridad y eficiencia. Cuando todo sale bien, es una maravilla. Pero cuando pasa una desgracia como la de Ochomogo... ¡qué sal! El conductor, además del trauma sicológico de estar en un accidente fatal, se enfrenta a un huracán legal. Y la familia de la víctima queda con un vacío imposible de llenar y un montón de trámites por delante.
Al final del día, la vida de una güila con todo el futuro por delante se fue al traste en esa autopista. Y mientras una familia llora, una corporación internacional afina su discurso de relaciones públicas. No estoy diciendo que Didi sea el culpable directo del accidente, eso lo determinarán las autoridades. Lo que cuestiono es el modelo. Un modelo que parece diseñado para diluir responsabilidades, para que cuando la tragedia golpea, la respuesta sea un comunicado y una póliza, en lugar de un sistema que realmente proteja a todas las partes por igual.
Por eso les pregunto, maes: Más allá del pésame y los protocolos, ¿ustedes de verdad sienten que estas plataformas se hacen responsables cuando pasa lo peor? ¿O creen que es pura pantalla y que, al final, todo depende de la suerte y del seguro obligatorio de siempre?