¡Aguafiestas! El OIJ sacudió a Cartago y alrededores esta semana con la operación ‘Condominio’, desmantelando una banda dedicada al tráfico de drogas que parecía tener todo planeado. Desde las cuatro de la mañana del lunes, agentes del OIJ anduvieron como torbellino, dando toques en 13 propiedades repartidas entre Limón, Heredia y Cartago, culminando con la captura de doce personas presuntamente involucradas.
La movida viene gestándose desde principios del año pasado, cuando llegó información confidencial sobre una posible operación de venta de marihuana, éxtasis y cocaína. Al principio, parecía una vaina tranquila, pero pronto se descubrió que estos señores tenían un brete bien armado, enfocado especialmente en la producción de marihuana hidropónica – la de lujo, ¿me entienden? – y también importaban la verde desde Colombia. Según el subdirector del OIJ, Michael Soto, incluso encontraron un laboratorio nuevo de pura cepa, con lámparas, aire acondicionado y todo el chimichurri necesario para cultivar la hierba a lo grande.
Pero eso no era lo peor. Resulta que estos tipos presumían de darle un toque especial a sus productos, mezclando la cocaína con otras sustancias como ketamina, cafeína e incluso medicamentos como el diazepam. “Podrían estar vendiendo esto como cocaína rosada”, nos soltó Soto, dejando claro que estos señores no se andaban con sutilezas. La intención era crear una sustancia más potente y atractiva para los consumidores, jugando con los efectos psicoactivos y añadiendo un factor sorpresa.
Y ahí es donde entra la parte del ingenio. Estos parceros no vivían en la misma casa, sino que alquilaban condominios en Cartago, cambiándose de lugar cada pocos meses para despistar a las autoridades. Parecía que querían ser como fantasmas, apareciendo y desapareciendo sin dejar rastro. Pero el OIJ, pa' esas cosas, tiene sus métodos y poco a poco fueron armando el rompecabezas.
La logística era de otro nivel. Parece que los mandamases de la banda enviaban gente a los condominios para recoger la droga, que luego era entregada a los encargados de la distribución a menor escala en la provincia de Cartago. No precisamente en camionetas blindadas, ¡qué va!, sino utilizando motocicletas y mochilas de plataformas de entrega de comida. ¡Imagínense! Un chunche de tacos llevando paquetes de droga... ¿Quién iba a sospechar, diay?
Pero la cosa se puso aún más seria cuando el OIJ decidió elevar el caso a Crimen Organizado. Esto significa que no solo se les acusa de tráfico de drogas, sino también de legitimación de capitales, es decir, de lavar el dinero sucio obtenido con la venta de estupefacientes. Se presume que blanqueaban la plata a través de préstamos de dinero y compras de bienes, camuflando así el origen ilícito de los fondos. ¡Un brete complejo y bien tejido!
Durante los allanamientos, el OIJ decomisó droga tipo marihuana, un arma de fuego y, según informaron, localizaron droga de origen colombiano en uno de los operativos de Limón. Ahora los detenidos quedan a disposición del Ministerio Público, quienes determinarán si hay pruebas suficientes para acusarlos formalmente. Además de los condominios, parece que algunos operarios de la banda utilizaban apartamentos de alquiler por temporadas, lo cual complicó aún más las labores de seguimiento.
Esta operación demuestra que el narcotráfico en Costa Rica ha evolucionado y se ha sofisticado, utilizando estrategias creativas para evadir a las autoridades. Con la complejidad de este caso y la utilización de esquemas financieros para ocultar ganancias, ¿creen que Costa Rica necesita fortalecer aún más las leyes contra el lavado de dinero y el crimen organizado para poder combatir eficazmente este flagelo? ¡Compartan sus opiniones en el foro!
La movida viene gestándose desde principios del año pasado, cuando llegó información confidencial sobre una posible operación de venta de marihuana, éxtasis y cocaína. Al principio, parecía una vaina tranquila, pero pronto se descubrió que estos señores tenían un brete bien armado, enfocado especialmente en la producción de marihuana hidropónica – la de lujo, ¿me entienden? – y también importaban la verde desde Colombia. Según el subdirector del OIJ, Michael Soto, incluso encontraron un laboratorio nuevo de pura cepa, con lámparas, aire acondicionado y todo el chimichurri necesario para cultivar la hierba a lo grande.
Pero eso no era lo peor. Resulta que estos tipos presumían de darle un toque especial a sus productos, mezclando la cocaína con otras sustancias como ketamina, cafeína e incluso medicamentos como el diazepam. “Podrían estar vendiendo esto como cocaína rosada”, nos soltó Soto, dejando claro que estos señores no se andaban con sutilezas. La intención era crear una sustancia más potente y atractiva para los consumidores, jugando con los efectos psicoactivos y añadiendo un factor sorpresa.
Y ahí es donde entra la parte del ingenio. Estos parceros no vivían en la misma casa, sino que alquilaban condominios en Cartago, cambiándose de lugar cada pocos meses para despistar a las autoridades. Parecía que querían ser como fantasmas, apareciendo y desapareciendo sin dejar rastro. Pero el OIJ, pa' esas cosas, tiene sus métodos y poco a poco fueron armando el rompecabezas.
La logística era de otro nivel. Parece que los mandamases de la banda enviaban gente a los condominios para recoger la droga, que luego era entregada a los encargados de la distribución a menor escala en la provincia de Cartago. No precisamente en camionetas blindadas, ¡qué va!, sino utilizando motocicletas y mochilas de plataformas de entrega de comida. ¡Imagínense! Un chunche de tacos llevando paquetes de droga... ¿Quién iba a sospechar, diay?
Pero la cosa se puso aún más seria cuando el OIJ decidió elevar el caso a Crimen Organizado. Esto significa que no solo se les acusa de tráfico de drogas, sino también de legitimación de capitales, es decir, de lavar el dinero sucio obtenido con la venta de estupefacientes. Se presume que blanqueaban la plata a través de préstamos de dinero y compras de bienes, camuflando así el origen ilícito de los fondos. ¡Un brete complejo y bien tejido!
Durante los allanamientos, el OIJ decomisó droga tipo marihuana, un arma de fuego y, según informaron, localizaron droga de origen colombiano en uno de los operativos de Limón. Ahora los detenidos quedan a disposición del Ministerio Público, quienes determinarán si hay pruebas suficientes para acusarlos formalmente. Además de los condominios, parece que algunos operarios de la banda utilizaban apartamentos de alquiler por temporadas, lo cual complicó aún más las labores de seguimiento.
Esta operación demuestra que el narcotráfico en Costa Rica ha evolucionado y se ha sofisticado, utilizando estrategias creativas para evadir a las autoridades. Con la complejidad de este caso y la utilización de esquemas financieros para ocultar ganancias, ¿creen que Costa Rica necesita fortalecer aún más las leyes contra el lavado de dinero y el crimen organizado para poder combatir eficazmente este flagelo? ¡Compartan sus opiniones en el foro!
