¡Ay, Dios mío, qué torta! Parece que nos quedamos rezagados, comadres y comadres. El último informe del EF English Proficiency Index 2025 echó por tierra toda la vaina de que éramos el pináculo educativo de Centroamérica. Ahora resulta que hasta Bolivia y El Salvador nos dan vuelta en el tema del inglés, diay.
Y no es que estamos hablando de unos cuantos puntos, no, señores. ¡Son 18 puntos! Dieciocho puntos que cayeron en picada en solo un año. Pasamos de un 534 a un 516. Me imagino al Ministro de Educación viendo esos números, sudando frío como nunca. Que nadie se haga ilusiones, esto no es un pequeño resbalón, es un desplome que nos pone a medio camino, ni pa’ cá ni pa’ allá en la escena mundial.
Pero vamos a meterle ojo a la lupa, porque el problema va más allá de una estadística fría. Según los expertos, somos maestros leyendo inglés, pero no logramos sacarle el jugo. Tenemos una comprensión lectora decente – ahí sí sabemos movernos – pero cuando se trata de hablar, ahí se nos acaba la sopa. Adriana Castro, una profe que entiende del tema, dice que estamos metidos en una enseñanza teórica que no nos prepara para la vida real, mi pana. Nos enseñan conjugaciones y reglas gramaticales, pero luego nos cuesta pedir un café en inglés.
Miren la clasificación, es pura pena ajena. Uruguay sigue siendo el líder indiscutible, pero mira quién nos sigue: Paraguay, El Salvador, Bolivia, Venezuela, Perú y Chile. ¡Todos ellos nos están dando una lección! Antes nos miraban con envidia, ahora nos dicen '¿qué pasó con los ticos?' De verdad, qué sal, que perdimos ese terreno ganado con tanto esfuerzo.
Y lo más preocupante es la diferencia entre generaciones. Los jóvenes, que son los que más tienen contacto con el mundo, todavía mantienen un nivel razonable, pero cuando llegamos a los mayores de 41 años, ¡boom!, ahí la cosa se pone fea. Eso demuestra que hay una brecha enorme en la educación y en la necesidad de actualizar nuestras habilidades constantemente. No podemos seguir viviendo del recuerdo de los tiempos pasados, chunches.
Pero si me apuran, la verdadera torta está en Guanacaste, Limón y Puntarenas. Imagínense, las zonas turísticas del país, donde más necesitamos gente que hable inglés, son precisamente las que peor lo hablan. ¡Es una paradoja cruel! ¿Cómo esperamos atraer inversión y crear empleos bien pagados si nuestros propios trabajadores no pueden comunicarse con los turistas? Esto es un brete que tenemos que resolver ya, rápido.
El gobierno lanzó la estrategia “Hacia la Costa Rica Bilingüe” hace algunos años, prometiendo que para el 2040 todos los estudiantes dominarían un segundo idioma. Pero luego salió la prueba de la UCR y el MEP, y resultó que más del 41% de los estudiantes bilingües siguen en nivel A1, ¡el básico! Eso es tener la casa en orden y el techo agujereado, diay. Manuel Rojas, el coordinador de la estrategia, dice que aún es posible alcanzar la meta, pero necesita ‘una implementación rigurosa y sostenida’. Lo que quiere decir, en cristiano, que hay que cambiar radicalmente la forma en que enseñamos inglés.
Bueno, mis panas, con este panorama, la pregunta que tengo que hacerles es esta: ¿Creen que el MEP tiene la capacidad de darle un giro de 180 grados a la educación inglesa en Costa Rica, o nos vamos a quedar lamentando esta pérdida de competitividad por mucho tiempo más? Compartan sus ideas y experiencias en el foro, ¡queremos saber qué piensan ustedes!
Y no es que estamos hablando de unos cuantos puntos, no, señores. ¡Son 18 puntos! Dieciocho puntos que cayeron en picada en solo un año. Pasamos de un 534 a un 516. Me imagino al Ministro de Educación viendo esos números, sudando frío como nunca. Que nadie se haga ilusiones, esto no es un pequeño resbalón, es un desplome que nos pone a medio camino, ni pa’ cá ni pa’ allá en la escena mundial.
Pero vamos a meterle ojo a la lupa, porque el problema va más allá de una estadística fría. Según los expertos, somos maestros leyendo inglés, pero no logramos sacarle el jugo. Tenemos una comprensión lectora decente – ahí sí sabemos movernos – pero cuando se trata de hablar, ahí se nos acaba la sopa. Adriana Castro, una profe que entiende del tema, dice que estamos metidos en una enseñanza teórica que no nos prepara para la vida real, mi pana. Nos enseñan conjugaciones y reglas gramaticales, pero luego nos cuesta pedir un café en inglés.
Miren la clasificación, es pura pena ajena. Uruguay sigue siendo el líder indiscutible, pero mira quién nos sigue: Paraguay, El Salvador, Bolivia, Venezuela, Perú y Chile. ¡Todos ellos nos están dando una lección! Antes nos miraban con envidia, ahora nos dicen '¿qué pasó con los ticos?' De verdad, qué sal, que perdimos ese terreno ganado con tanto esfuerzo.
Y lo más preocupante es la diferencia entre generaciones. Los jóvenes, que son los que más tienen contacto con el mundo, todavía mantienen un nivel razonable, pero cuando llegamos a los mayores de 41 años, ¡boom!, ahí la cosa se pone fea. Eso demuestra que hay una brecha enorme en la educación y en la necesidad de actualizar nuestras habilidades constantemente. No podemos seguir viviendo del recuerdo de los tiempos pasados, chunches.
Pero si me apuran, la verdadera torta está en Guanacaste, Limón y Puntarenas. Imagínense, las zonas turísticas del país, donde más necesitamos gente que hable inglés, son precisamente las que peor lo hablan. ¡Es una paradoja cruel! ¿Cómo esperamos atraer inversión y crear empleos bien pagados si nuestros propios trabajadores no pueden comunicarse con los turistas? Esto es un brete que tenemos que resolver ya, rápido.
El gobierno lanzó la estrategia “Hacia la Costa Rica Bilingüe” hace algunos años, prometiendo que para el 2040 todos los estudiantes dominarían un segundo idioma. Pero luego salió la prueba de la UCR y el MEP, y resultó que más del 41% de los estudiantes bilingües siguen en nivel A1, ¡el básico! Eso es tener la casa en orden y el techo agujereado, diay. Manuel Rojas, el coordinador de la estrategia, dice que aún es posible alcanzar la meta, pero necesita ‘una implementación rigurosa y sostenida’. Lo que quiere decir, en cristiano, que hay que cambiar radicalmente la forma en que enseñamos inglés.
Bueno, mis panas, con este panorama, la pregunta que tengo que hacerles es esta: ¿Creen que el MEP tiene la capacidad de darle un giro de 180 grados a la educación inglesa en Costa Rica, o nos vamos a quedar lamentando esta pérdida de competitividad por mucho tiempo más? Compartan sus ideas y experiencias en el foro, ¡queremos saber qué piensan ustedes!