¡Ay, Dios mío! Poás amaneció tempranito con una bronca tremenda. Un tipo acabó sin vida anoche a manos de plomeros, justo cerca del salón Sendas. La cosa quedó así: un hombre hecho pedazos y otra mujer luchando por su vida en el hospital.
El suceso ocurrió pasadas las siete y media de la noche, en un punto donde ni pinta de mucho, como dicen por acá. Según nos cuentan los vecinos, no era una zona tranquila precisamente, aunque siempre han tratado de mantenerla a raya. Ahora esto, y la gente bien preocupada, claro que sí. Una verdadera pérdida de tranquilidad para el sector.
La Cruz Roja llegó corriendo al llamado, pero ya iba demasiado tarde para el pobre hombre. Le tocaron varios impactos de bala, eso reportaron, directo al cuerpo. La dama, por suerte, alcanzó a ser trasladada a urgencias en Alajuela. Se dice que le dieron en una pierna, pero a ver qué le sale, porque esas balas no son cositas fáciles de quitar, chunches ni te cuento.
El OIJ ya anda haciendo su brete, recogiendo evidencias y tratando de armar el rompecabezas. Dicen que hay testigos, pero nadie quiere hablar claro, obvio. Con razón tenemos tanta inseguridad si la gente prefiere callar la boca por miedo. ¡Qué pena la que nos da!
Este nuevo caso de homicidio retumba como un trueno en medio de la calma relativa que tenía Poás. Uno piensa, ¿qué diablos está pasando en nuestro país?, si cada día nos sacuden con noticias como estas. No es posible que sigamos viviendo así, con tanto peligro a la vuelta de la esquina. Ya nos tienen todos asustados, vamos.
Y ahora, con la historia del ministro Zamora dando vueltas, encima, parece que andamos en un avispero. Cosas así se unen, diay, y te hacen sentir que todo está que se va al traste. Parece que hasta la pachanga nacional se ha apagado un poquito, y eso no es bueno para nadie. Necesitamos que las autoridades agarren el toro por las astas, y rápido.
No sé ustedes, pero yo empiezo a pensar que necesitamos más presencia policial en las zonas residenciales, y también un cambio radical en cómo estamos abordando la seguridad ciudadana. No podemos seguir tapándose los ojos ante la realidad. La delincuencia está creciendo, y la gente necesita sentirse segura en su propia casa, en su propio barrio. Esto ya se puso serio, señores.
Ahora dime tú, ¿crees que la respuesta a esta ola de violencia pasa por endurecer las penas a los criminales, invertir más en programas sociales, o por algo totalmente diferente? ¿Y realmente estamos dispuestos a sacrificar nuestra tranquilidad por el costo de mejorar la seguridad?
El suceso ocurrió pasadas las siete y media de la noche, en un punto donde ni pinta de mucho, como dicen por acá. Según nos cuentan los vecinos, no era una zona tranquila precisamente, aunque siempre han tratado de mantenerla a raya. Ahora esto, y la gente bien preocupada, claro que sí. Una verdadera pérdida de tranquilidad para el sector.
La Cruz Roja llegó corriendo al llamado, pero ya iba demasiado tarde para el pobre hombre. Le tocaron varios impactos de bala, eso reportaron, directo al cuerpo. La dama, por suerte, alcanzó a ser trasladada a urgencias en Alajuela. Se dice que le dieron en una pierna, pero a ver qué le sale, porque esas balas no son cositas fáciles de quitar, chunches ni te cuento.
El OIJ ya anda haciendo su brete, recogiendo evidencias y tratando de armar el rompecabezas. Dicen que hay testigos, pero nadie quiere hablar claro, obvio. Con razón tenemos tanta inseguridad si la gente prefiere callar la boca por miedo. ¡Qué pena la que nos da!
Este nuevo caso de homicidio retumba como un trueno en medio de la calma relativa que tenía Poás. Uno piensa, ¿qué diablos está pasando en nuestro país?, si cada día nos sacuden con noticias como estas. No es posible que sigamos viviendo así, con tanto peligro a la vuelta de la esquina. Ya nos tienen todos asustados, vamos.
Y ahora, con la historia del ministro Zamora dando vueltas, encima, parece que andamos en un avispero. Cosas así se unen, diay, y te hacen sentir que todo está que se va al traste. Parece que hasta la pachanga nacional se ha apagado un poquito, y eso no es bueno para nadie. Necesitamos que las autoridades agarren el toro por las astas, y rápido.
No sé ustedes, pero yo empiezo a pensar que necesitamos más presencia policial en las zonas residenciales, y también un cambio radical en cómo estamos abordando la seguridad ciudadana. No podemos seguir tapándose los ojos ante la realidad. La delincuencia está creciendo, y la gente necesita sentirse segura en su propia casa, en su propio barrio. Esto ya se puso serio, señores.
Ahora dime tú, ¿crees que la respuesta a esta ola de violencia pasa por endurecer las penas a los criminales, invertir más en programas sociales, o por algo totalmente diferente? ¿Y realmente estamos dispuestos a sacrificar nuestra tranquilidad por el costo de mejorar la seguridad?