¡Ay, Dios mío, qué chivazo! Pococí se ha levantado con una cara nueva, y no es cualquier cambio, es un viaje visual por la rica historia y cultura de este cantón caribeño. Resulta que el artista Mauricio Cordero, alias MAO, le metió mano a varias paredes y las transformó en lienzos gigantescos que cuentan historias que algunos ni recordábamos, ¡pero que son pura verdad!
Todo esto gracias a la Municipalidad de Pococí, que decidió invertir en arte urbano para darle un empuje a la identidad cultural del lugar. La idea es rescatar esos rincones olvidados, ponerlos a lucir y, sobre todo, que la gente se sienta orgullosa de dónde viene. Porque, vamos a ser honestos, a veces olvidamos nuestras raíces en medio del apuro diario.
Y MAO, que es pura máquina creativa, no se anduvo con rodeos. El mural está dividido en tres secciones bien definidas: el patrimonio vivo, la majestuosidad de la naturaleza y, claro, la diversidad cultural que hace de Pococí un crisol de gente. Desde la vieja Escuela Central de Guápiles hasta la iglesia que vimos crecer, todo ahí plasmado, ¡literalmente sacado del archivo de nuestros recuerdos!
La primera sección, como mencioné, es un homenaje al patrimonio arquitectónico. Se destaca la Iglesia de Guápiles, un ícono de la fe y la tradición, y la Casa de Huéspedes de Diamantes, testigo silencioso de tiempos pasados. No podían faltar fotos históricas que recuerden a los viejos moradores de esta tierra fértil.
Pero no todo es arquitectura; la naturaleza también ocupa un lugar protagónico. MAO usó el agua como hilo conductor, conectando las montañas, los ríos, las llanuras y, obviamente, el sueño tropical de Tortuguero, nuestro tesoro nacional. Imagínate, la vida surgiendo de cada pincelada, mostrando la belleza salvaje de nuestra costa caribeña, ¡una verdadera maravilla!
Y llegamos a la sección cultural, que es donde el mural realmente cobra vida. Ahí vemos manos de distintos colores sembrando juntas, un simbolismo poderoso de la mezcla de culturas que conforma a Pococí. Indígenas sembrando maíz, familias de diferentes regiones del país… Todos unidos en un esfuerzo común por construir un futuro mejor. ¡Que orgullo verte reflejado en un muro, mae!
Lo más bacano de todo es que involucraron a los ninos y ninas de la Escuela San Martín. Ellos imaginaron cómo sería Pococí en el futuro y plasmaron sus ideas en algunas secciones del mural. Casas flotantes, transportes futuristas… ¡qué creatividad, mi gente! Demuestra que los jóvenes tienen visiones claras sobre cómo queremos que sea nuestro cantón, una visión fresca y llena de esperanza.
MAO, el artista, dice que espera que el mural sea más que una simple decoración bonita. Quiere que inspire a la gente a conectar con sus raíces, a valorar su historia y a reafirmar su identidad. Y vaya que lo logró. Con este mural, Pococí no solo se embellece, sino que recupera su alma, su esencia, su corazón. Ahora me pregunto, ¿crees tú que este tipo de iniciativas artísticas deberían ser más comunes en otras ciudades de Costa Rica para fortalecer el sentido de pertenencia y preservar nuestra cultura?
Todo esto gracias a la Municipalidad de Pococí, que decidió invertir en arte urbano para darle un empuje a la identidad cultural del lugar. La idea es rescatar esos rincones olvidados, ponerlos a lucir y, sobre todo, que la gente se sienta orgullosa de dónde viene. Porque, vamos a ser honestos, a veces olvidamos nuestras raíces en medio del apuro diario.
Y MAO, que es pura máquina creativa, no se anduvo con rodeos. El mural está dividido en tres secciones bien definidas: el patrimonio vivo, la majestuosidad de la naturaleza y, claro, la diversidad cultural que hace de Pococí un crisol de gente. Desde la vieja Escuela Central de Guápiles hasta la iglesia que vimos crecer, todo ahí plasmado, ¡literalmente sacado del archivo de nuestros recuerdos!
La primera sección, como mencioné, es un homenaje al patrimonio arquitectónico. Se destaca la Iglesia de Guápiles, un ícono de la fe y la tradición, y la Casa de Huéspedes de Diamantes, testigo silencioso de tiempos pasados. No podían faltar fotos históricas que recuerden a los viejos moradores de esta tierra fértil.
Pero no todo es arquitectura; la naturaleza también ocupa un lugar protagónico. MAO usó el agua como hilo conductor, conectando las montañas, los ríos, las llanuras y, obviamente, el sueño tropical de Tortuguero, nuestro tesoro nacional. Imagínate, la vida surgiendo de cada pincelada, mostrando la belleza salvaje de nuestra costa caribeña, ¡una verdadera maravilla!
Y llegamos a la sección cultural, que es donde el mural realmente cobra vida. Ahí vemos manos de distintos colores sembrando juntas, un simbolismo poderoso de la mezcla de culturas que conforma a Pococí. Indígenas sembrando maíz, familias de diferentes regiones del país… Todos unidos en un esfuerzo común por construir un futuro mejor. ¡Que orgullo verte reflejado en un muro, mae!
Lo más bacano de todo es que involucraron a los ninos y ninas de la Escuela San Martín. Ellos imaginaron cómo sería Pococí en el futuro y plasmaron sus ideas en algunas secciones del mural. Casas flotantes, transportes futuristas… ¡qué creatividad, mi gente! Demuestra que los jóvenes tienen visiones claras sobre cómo queremos que sea nuestro cantón, una visión fresca y llena de esperanza.
MAO, el artista, dice que espera que el mural sea más que una simple decoración bonita. Quiere que inspire a la gente a conectar con sus raíces, a valorar su historia y a reafirmar su identidad. Y vaya que lo logró. Con este mural, Pococí no solo se embellece, sino que recupera su alma, su esencia, su corazón. Ahora me pregunto, ¿crees tú que este tipo de iniciativas artísticas deberían ser más comunes en otras ciudades de Costa Rica para fortalecer el sentido de pertenencia y preservar nuestra cultura?
