¡Ay, Dios mío! ¿Se han dado cuenta cómo andan las cosas? Ya no es que los políticos discutan, es que parecen estar viviendo en mundos paralelos. Antes negaban que había problemas, ahora los encarnan como si fuera un deporte nacional. ¡Una torta lo que estamos viendo!
Si revisamos la historia reciente, desde el tema de la Ley Pitías hasta este brete con el fideicomiso canario, siempre ha habido controversia. Pero ahora parece que los personajes públicos, en lugar de buscar soluciones, se dedican a echarle leña al fuego. Danilo Montero tenía razón, defendemos el ROP, pero pa' qué si estos señores lo usan para sus propios intereses, diay.
La opinión pública está que arde, precisamente porque ya no sabemos quién dice la verdad. Las redes sociales se convirtieron en un ring de pelea, donde cada quien defiende su postura a capa y espada. Uno se pone a leer los comentarios y piensa: “¿Es que acaso nadie está dispuesto a sentarse a dialogar?”
Y no solo eso, también se nota que hay una gran desconexión entre la clase política y la realidad que vivimos los costarricenses. Se les escapan muchas varas, no entienden nuestras preocupaciones ni nuestros problemas. ¡Qué carga! Se creen dueños de la verdad y nos quieren imponer sus ideas sin escucharnos.
En medio de este panorama, surge la pregunta: ¿por qué seguimos eligiendo a personas así? ¿Hemos perdido la capacidad de exigirles cuentas? ¿Estamos conformes con ver cómo se van al traste los proyectos que podrían mejorar nuestra calidad de vida?
Recuerdo la columna de Virginia Murillo sobre la defensa de niñas y niños. Eso me hace pensar, ¿qué legado estamos dejando a las futuras generaciones? Un país dividido, polarizado y con políticos que solo piensan en ellos mismos. Una latazo, sinceramente.
Muchos hablan de reformas políticas, de cambiar el sistema electoral, pero mientras tanto, la situación sigue igual. Necesitamos un cambio radical, un despertar colectivo que nos impulse a tomar las riendas de nuestro destino. Quizás sea momento de empezar a exigir transparencia, rendición de cuentas y participación ciudadana activa.
En fin, la situación actual nos invita a reflexionar sobre el papel de la política en nuestra sociedad. ¿Deberíamos considerar nuevas formas de participación ciudadana para evitar que los políticos nos tomen el pito y nos lleven por caminos equivocados? Cuéntanos, ¿cuál crees que es la solución para salir de este embrollo?
Si revisamos la historia reciente, desde el tema de la Ley Pitías hasta este brete con el fideicomiso canario, siempre ha habido controversia. Pero ahora parece que los personajes públicos, en lugar de buscar soluciones, se dedican a echarle leña al fuego. Danilo Montero tenía razón, defendemos el ROP, pero pa' qué si estos señores lo usan para sus propios intereses, diay.
La opinión pública está que arde, precisamente porque ya no sabemos quién dice la verdad. Las redes sociales se convirtieron en un ring de pelea, donde cada quien defiende su postura a capa y espada. Uno se pone a leer los comentarios y piensa: “¿Es que acaso nadie está dispuesto a sentarse a dialogar?”
Y no solo eso, también se nota que hay una gran desconexión entre la clase política y la realidad que vivimos los costarricenses. Se les escapan muchas varas, no entienden nuestras preocupaciones ni nuestros problemas. ¡Qué carga! Se creen dueños de la verdad y nos quieren imponer sus ideas sin escucharnos.
En medio de este panorama, surge la pregunta: ¿por qué seguimos eligiendo a personas así? ¿Hemos perdido la capacidad de exigirles cuentas? ¿Estamos conformes con ver cómo se van al traste los proyectos que podrían mejorar nuestra calidad de vida?
Recuerdo la columna de Virginia Murillo sobre la defensa de niñas y niños. Eso me hace pensar, ¿qué legado estamos dejando a las futuras generaciones? Un país dividido, polarizado y con políticos que solo piensan en ellos mismos. Una latazo, sinceramente.
Muchos hablan de reformas políticas, de cambiar el sistema electoral, pero mientras tanto, la situación sigue igual. Necesitamos un cambio radical, un despertar colectivo que nos impulse a tomar las riendas de nuestro destino. Quizás sea momento de empezar a exigir transparencia, rendición de cuentas y participación ciudadana activa.
En fin, la situación actual nos invita a reflexionar sobre el papel de la política en nuestra sociedad. ¿Deberíamos considerar nuevas formas de participación ciudadana para evitar que los políticos nos tomen el pito y nos lleven por caminos equivocados? Cuéntanos, ¿cuál crees que es la solución para salir de este embrollo?
