¡Al fin llegó la hora, pura vida! Después de ocho años de espera y un montón de chinches, la Ruta 32 ya tiene cuatro carriles abiertos al público. Sí, así como lo escuchan, el trayecto entre Río Frío y el centro de Limón, que tanto nos ha hecho sudar la gota gorda, ahora tiene esperanza de ser un poquito menos torta.
Para refrescarle la memoria a los más despistados, este proyecto vial, que prometía facilitar el transporte de mercancías y pasajeros hacia la costa atlántica, se inició allá por el lejano 2017 con una inversión inicial de casi medio billón de colones. La idea era tenerlo listo en 2020, pero como suele pasar por acá, aparecieron retrasos, cambios de diseño y otros imprevistos que lo fueron postergando hasta hoy.
Ahora, gracias al Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), tenemos 104 kilómetros con dos carriles por sentido y barreras de concreto para evitar esos encontronazos peligrosos que tanto nos han puesto los pelos de punta. Aunque sí, hay que reconocer que todavía quedan algunas cositas por hacer, como cordones de caño, drenajes y la baranda central de concreto que promete darle más seguridad al viaje.
Lo que más preocupa a varios es que todavía existen siete zonas de convergencia donde se habilitaron esas “ventanas” para cruzar, desviarnos o dar vuelta en U. Son puntos estratégicos ubicados en Jiménez de Guápiles, La Perla de Guácimo, El Mangal de Siquirres, Zent de Matina, Búfalo de Limón, y también un cruce peatonal en Pocora de Guácimo. Dicen que esto va a requerir paciencia y mucha atención al volante, porque ahí la cosa puede ponerse tensa.
Y no piensen que el trabajo quedó terminado, ¡para nada! Una vez que terminen las fiestas de fin y principio de año, van a retomar las labores pendientes. El plan es construir siete pasos a desnivel que reemplazarán las rotondas actuales, eso promete aliviar el tráfico a largo plazo. Además, están pensando en agregar más cosas al proyecto, como pasos peatonales, ciclovías, aceras y paraderos para autobuses. Parece que quieren hacerlo todo a cachete.
La empresa constructora china, CHEC, se llevó gran parte del pastel, pero la historia no termina ahí. Se necesitó un préstamo adicional de unos quince millones de dólares para completar la obra, pues el financiamiento original del Eximbank de China estaba por vencerse en abril. Esto demuestra que, a veces, los proyectos se salen de control y terminan costando más de lo planeado. ¡Qué despiche!
Desde la perspectiva económica, este proyecto es vital para el desarrollo de la región Caribe Sur. Facilitará el movimiento de productos agrícolas, pesqueros y turísticos, impulsando el crecimiento de las comunidades locales y generando empleos. Pero también es importante analizar el impacto ambiental y social de la obra, y asegurarnos de que se cumplan todas las medidas de mitigación necesarias para proteger el ecosistema y las poblaciones afectadas. Porque sino, ¡nos vamos al traste!
En fin, la Ruta 32 a cuatro carriles es un logro importante para Costa Rica, aunque todavía le falta brete. Ahora, me pregunto... ¿Realmente estos pasos a desnivel serán suficientes para solucionar los problemas de congestión a largo plazo, o simplemente estamos parcheando un problema estructural que requiere soluciones más audaces y sostenibles?
Para refrescarle la memoria a los más despistados, este proyecto vial, que prometía facilitar el transporte de mercancías y pasajeros hacia la costa atlántica, se inició allá por el lejano 2017 con una inversión inicial de casi medio billón de colones. La idea era tenerlo listo en 2020, pero como suele pasar por acá, aparecieron retrasos, cambios de diseño y otros imprevistos que lo fueron postergando hasta hoy.
Ahora, gracias al Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT), tenemos 104 kilómetros con dos carriles por sentido y barreras de concreto para evitar esos encontronazos peligrosos que tanto nos han puesto los pelos de punta. Aunque sí, hay que reconocer que todavía quedan algunas cositas por hacer, como cordones de caño, drenajes y la baranda central de concreto que promete darle más seguridad al viaje.
Lo que más preocupa a varios es que todavía existen siete zonas de convergencia donde se habilitaron esas “ventanas” para cruzar, desviarnos o dar vuelta en U. Son puntos estratégicos ubicados en Jiménez de Guápiles, La Perla de Guácimo, El Mangal de Siquirres, Zent de Matina, Búfalo de Limón, y también un cruce peatonal en Pocora de Guácimo. Dicen que esto va a requerir paciencia y mucha atención al volante, porque ahí la cosa puede ponerse tensa.
Y no piensen que el trabajo quedó terminado, ¡para nada! Una vez que terminen las fiestas de fin y principio de año, van a retomar las labores pendientes. El plan es construir siete pasos a desnivel que reemplazarán las rotondas actuales, eso promete aliviar el tráfico a largo plazo. Además, están pensando en agregar más cosas al proyecto, como pasos peatonales, ciclovías, aceras y paraderos para autobuses. Parece que quieren hacerlo todo a cachete.
La empresa constructora china, CHEC, se llevó gran parte del pastel, pero la historia no termina ahí. Se necesitó un préstamo adicional de unos quince millones de dólares para completar la obra, pues el financiamiento original del Eximbank de China estaba por vencerse en abril. Esto demuestra que, a veces, los proyectos se salen de control y terminan costando más de lo planeado. ¡Qué despiche!
Desde la perspectiva económica, este proyecto es vital para el desarrollo de la región Caribe Sur. Facilitará el movimiento de productos agrícolas, pesqueros y turísticos, impulsando el crecimiento de las comunidades locales y generando empleos. Pero también es importante analizar el impacto ambiental y social de la obra, y asegurarnos de que se cumplan todas las medidas de mitigación necesarias para proteger el ecosistema y las poblaciones afectadas. Porque sino, ¡nos vamos al traste!
En fin, la Ruta 32 a cuatro carriles es un logro importante para Costa Rica, aunque todavía le falta brete. Ahora, me pregunto... ¿Realmente estos pasos a desnivel serán suficientes para solucionar los problemas de congestión a largo plazo, o simplemente estamos parcheando un problema estructural que requiere soluciones más audaces y sostenibles?
