¡Ay, Dios mío, qué movida la que cayó en Francia! Resulta que aprobaron una ley que cambia totalmente cómo definen la violación. Olvídate de pruebas de violencia, ahora lo importante es si hubo consentimiento, punto. La neta, me quedé boquiabierta viendo la nota, porque aquí en Costa Rica todavía estamos batallando con temas básicos y las cosas andan más saladas que nunca.
Para ponerlos al día, parece que en Francia estuvieron hartitos de casos donde las mujeres eran agredidas de formas retorcidas, sin dejar marcas físicas evidentes, pero aun así sufriendo una invasión horrible. Casos tipo el de Pelicot, que salió a la luz hace unos años, les abrió los ojos, diay. Imagínense, una mujer drogada y entregada a varios hombres sin siquiera darse cuenta… ¡Qué barbaridad!
La clave de la ley es sencilla: “solo sí es sí”. No basta con que la persona no diga “no”; necesita expresar un consentimiento claro, libre e informado. Tiene que ser previo al acto, específico para lo que va a pasar y, encima, revocable en cualquier momento. Eso significa que si alguien dice “sí” a una cosita y luego cambia de opinión, ¡ya no hay juego! También aclararon que el silencio o la falta de reacción no se pueden tomar como aceptación, ¡eso es importantísimo!
Ahora, ¿qué implica esto en la práctica? Pues que los fiscales tendrán que demostrar que no hubo consentimiento, y no al revés. Esto pone la carga de la prueba en el agresor, lo cual es un cambio radical. Muchos expertos dicen que esto ayudará a sentenciar a tipos que históricamente han quedado impunes, esos que usan trucos psicológicos o drogas para manipular a sus víctimas. Parece justo, ¿no?
Las organizaciones feministas francesas están celebrando a carcajadas, diciendo que es un gran paso hacia una cultura del consentimiento. Lola Schulmann de Amnistía Internacional Francia comentó que es un hito, pero advirtió que aún queda mucho por hacer. Y tienen razón, claro. Una ley no soluciona todos los problemas; hay que educar a los jóvenes, capacitar a la policía y judicial, y darle apoyo a las víctimas. Todo eso es un brete, pero vale la pena.
Si nos ponemos a comparar, acá en Costa Rica seguimos arrastrándonos con definiciones antiguas y procesos lentísimos. A veces dan ganas de agarrarse la cabeza, diay. Tenemos que aprender de ejemplos internacionales y avanzar, porque la violencia de género es un problema grave que nos afecta a todas, sin importar quiénes seamos. Y ni hablar del estigma que enfrentan las víctimas al denunciar… ¡Qué torta!
Esto me lleva a pensar que deberíamos impulsar iniciativas similares aquí. Quizás un debate nacional sobre el consentimiento, campañas educativas en las escuelas y universidades, y reformas al código penal para hacerlo más justo y efectivo. Seamos honestos, necesitamos un changüí bien grande de cambios para empoderar a las mujeres y construir una sociedad más segura y respetuosa. Necesitamos dejar atrás los viejos tiempos y abrazar una nueva visión donde el respeto y el consentimiento sean la base de toda relación.
Me pregunto, ¿crees que implementar una ley similar en Costa Rica sería realmente efectiva para combatir la violencia sexual, o simplemente le daríamos más herramientas burocráticas a un sistema que ya está saturado? ¿Sería un paso adelante significativo o solo una capa extra de complejidad? ¡Déjanme saber tu opinión en los comentarios!
Para ponerlos al día, parece que en Francia estuvieron hartitos de casos donde las mujeres eran agredidas de formas retorcidas, sin dejar marcas físicas evidentes, pero aun así sufriendo una invasión horrible. Casos tipo el de Pelicot, que salió a la luz hace unos años, les abrió los ojos, diay. Imagínense, una mujer drogada y entregada a varios hombres sin siquiera darse cuenta… ¡Qué barbaridad!
La clave de la ley es sencilla: “solo sí es sí”. No basta con que la persona no diga “no”; necesita expresar un consentimiento claro, libre e informado. Tiene que ser previo al acto, específico para lo que va a pasar y, encima, revocable en cualquier momento. Eso significa que si alguien dice “sí” a una cosita y luego cambia de opinión, ¡ya no hay juego! También aclararon que el silencio o la falta de reacción no se pueden tomar como aceptación, ¡eso es importantísimo!
Ahora, ¿qué implica esto en la práctica? Pues que los fiscales tendrán que demostrar que no hubo consentimiento, y no al revés. Esto pone la carga de la prueba en el agresor, lo cual es un cambio radical. Muchos expertos dicen que esto ayudará a sentenciar a tipos que históricamente han quedado impunes, esos que usan trucos psicológicos o drogas para manipular a sus víctimas. Parece justo, ¿no?
Las organizaciones feministas francesas están celebrando a carcajadas, diciendo que es un gran paso hacia una cultura del consentimiento. Lola Schulmann de Amnistía Internacional Francia comentó que es un hito, pero advirtió que aún queda mucho por hacer. Y tienen razón, claro. Una ley no soluciona todos los problemas; hay que educar a los jóvenes, capacitar a la policía y judicial, y darle apoyo a las víctimas. Todo eso es un brete, pero vale la pena.
Si nos ponemos a comparar, acá en Costa Rica seguimos arrastrándonos con definiciones antiguas y procesos lentísimos. A veces dan ganas de agarrarse la cabeza, diay. Tenemos que aprender de ejemplos internacionales y avanzar, porque la violencia de género es un problema grave que nos afecta a todas, sin importar quiénes seamos. Y ni hablar del estigma que enfrentan las víctimas al denunciar… ¡Qué torta!
Esto me lleva a pensar que deberíamos impulsar iniciativas similares aquí. Quizás un debate nacional sobre el consentimiento, campañas educativas en las escuelas y universidades, y reformas al código penal para hacerlo más justo y efectivo. Seamos honestos, necesitamos un changüí bien grande de cambios para empoderar a las mujeres y construir una sociedad más segura y respetuosa. Necesitamos dejar atrás los viejos tiempos y abrazar una nueva visión donde el respeto y el consentimiento sean la base de toda relación.
Me pregunto, ¿crees que implementar una ley similar en Costa Rica sería realmente efectiva para combatir la violencia sexual, o simplemente le daríamos más herramientas burocráticas a un sistema que ya está saturado? ¿Sería un paso adelante significativo o solo una capa extra de complejidad? ¡Déjanme saber tu opinión en los comentarios!
