A ver, maes, levante la mano el que nunca ha sudado frío porque dejó la cédula en otro pantalón justo el día que tenía que hacer un trámite en el banco. ¿Todos? Ok, perfecto. Pues parece que el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) por fin nos escuchó y se puso las pilas con una vara que ya se sentía necesaria: desde hoy, martes, ya está disponible la Cédula de Identidad Digital (IDC) para todo el mundo. Se acabaron (o casi) los dramas por olvidar el plástico en la casa. Una noticia que, la verdad, ya era hora que llegara.
La vara es así de simple: este chunche digital tiene validez legal para casi todo lo que uno necesita en el día a día. ¿Ir al banco a abrir una cuenta? Listo. ¿Hacer un trámite en alguna institución pública que parece sacada de 1985? También. Básicamente, si le piden la cédula, usted saca el celular y listo, todo a cachete. La única, y muy importante, excepción a la regla es para votar. OJO al cristo, eso sí: para las elecciones presidenciales del 2026 vamos a tener que sacar el plástico de la billetera sí o sí. No se aparezcan en la junta de votación enseñando el celular porque les van a hacer mala cara. Para ese brete sagrado, seguimos a la vieja usanza.
Ahora, la pregunta del millón: ¿cuánto cuesta la gracia y cómo la consigo? El trámite tiene un valor de ¢2.600 y una vigencia de cuatro años, lo cual no suena nada descabellado. O sea, menos de lo que uno se gasta en un café y un pinto en cualquier soda. Además, los adultos mayores están exentos del pago, ¡qué buena nota por ellos! Para sacarla, los requisitos son tener la cédula física vigente, un celular obviamente, y no tener ningún documento pendiente de retirar en el TSE. El proceso se puede hacer 100% en línea, 24/7, desde la página del Tribunal. Se acabaron las excusas de las filas y los horarios de oficina.
Y para los que ya están pensando "diay, ¿y qué tan seguro es eso?", el TSE jura y perjura que la vara es un búnker digital. Usa datos biométricos (o sea, su carita y huellas, que ya ellos tienen guardados de la última vez que renovó el plástico) y un cifrado súper avanzado para que nadie pueda ni falsificarla ni adulterarla. Dicen que usa estándares internacionales, lo que abre la puerta a que en el futuro sirva hasta para identificarse fuera del país. La tecnología detrás de esto es un nivel, la verdad. ¡Qué carga que estemos implementando estándares así para facilitarle la vida a la gente y no solo para cosas complicadas!
En resumen, parece que por fin dimos un paso firme hacia el siglo XXI en temas de identificación. La idea de tener un documento tan crucial en el dispositivo que nunca soltamos suena demasiado bien. Menos riesgo de perderla, más agilidad en los trámites y un dolor de cabeza menos. La pregunta ahora es para ustedes, la gente inteligente del foro: ¿Se mandan de una a sacar este chereque digital o prefieren esperar a que el sistema se asiente un poco? ¿Creen que esto de verdad es el fin de las filas interminables o solo un primer paso? ¡Los leo en los comentarios!
La vara es así de simple: este chunche digital tiene validez legal para casi todo lo que uno necesita en el día a día. ¿Ir al banco a abrir una cuenta? Listo. ¿Hacer un trámite en alguna institución pública que parece sacada de 1985? También. Básicamente, si le piden la cédula, usted saca el celular y listo, todo a cachete. La única, y muy importante, excepción a la regla es para votar. OJO al cristo, eso sí: para las elecciones presidenciales del 2026 vamos a tener que sacar el plástico de la billetera sí o sí. No se aparezcan en la junta de votación enseñando el celular porque les van a hacer mala cara. Para ese brete sagrado, seguimos a la vieja usanza.
Ahora, la pregunta del millón: ¿cuánto cuesta la gracia y cómo la consigo? El trámite tiene un valor de ¢2.600 y una vigencia de cuatro años, lo cual no suena nada descabellado. O sea, menos de lo que uno se gasta en un café y un pinto en cualquier soda. Además, los adultos mayores están exentos del pago, ¡qué buena nota por ellos! Para sacarla, los requisitos son tener la cédula física vigente, un celular obviamente, y no tener ningún documento pendiente de retirar en el TSE. El proceso se puede hacer 100% en línea, 24/7, desde la página del Tribunal. Se acabaron las excusas de las filas y los horarios de oficina.
Y para los que ya están pensando "diay, ¿y qué tan seguro es eso?", el TSE jura y perjura que la vara es un búnker digital. Usa datos biométricos (o sea, su carita y huellas, que ya ellos tienen guardados de la última vez que renovó el plástico) y un cifrado súper avanzado para que nadie pueda ni falsificarla ni adulterarla. Dicen que usa estándares internacionales, lo que abre la puerta a que en el futuro sirva hasta para identificarse fuera del país. La tecnología detrás de esto es un nivel, la verdad. ¡Qué carga que estemos implementando estándares así para facilitarle la vida a la gente y no solo para cosas complicadas!
En resumen, parece que por fin dimos un paso firme hacia el siglo XXI en temas de identificación. La idea de tener un documento tan crucial en el dispositivo que nunca soltamos suena demasiado bien. Menos riesgo de perderla, más agilidad en los trámites y un dolor de cabeza menos. La pregunta ahora es para ustedes, la gente inteligente del foro: ¿Se mandan de una a sacar este chereque digital o prefieren esperar a que el sistema se asiente un poco? ¿Creen que esto de verdad es el fin de las filas interminables o solo un primer paso? ¡Los leo en los comentarios!