¡Ay, Dios mío! Parece que tenemos otro problema serio cruzando fronteras. Nuestros vecinos brasileños están pasando por un brete monumental con una ola de intoxicaciones masivas por alcohol adulterado con metanol. Ya van dos muertos confirmados y más de 200 personas luchando contra los efectos de esta jugada turbia, ¡y eso sí que da qué pensar!
Según informan los medios allá, parece que hay una banda de delincuentes regandole metanol – un químico industrial, ¡por favor! – en licores baratos, incluyendo caipirinhas. Imagínate, la bebida nacional adulterada así... ¡qué pena! La Anvisa, que es su agencia de salud, ya declaró alerta máxima y anda revisando cantones buscando dónde agarran estos tipos.
Ahora, el metanol, para los que no saben, no es precisamente un acompañante agradable para el organismo. Cuando lo tomas, tu cuerpo lo convierte en formaldehído y ácido fórmico, ¡venenos directos! Y los síntomas, ¡uf!, te dejan viendo estrellitas rapidito: ceguera, falla renal, daño cerebral… En fin, un panorama feísimo. Parece sacado de película, pero es totalmente real.
Lo peor es que esto no se quedó solo en São Paulo, donde empezó el lío. Dicen que ya se le está escapando a otros siete estados. Las autoridades ahí están desesperadas tratando de frenar la marea, importando fomepizol – que es el antídoto – y haciendo registros a diestra y siniestra. ¡Pero estos delincuentes son astutos y siempre encuentran la forma de seguir echando pestes!
Padilha, el ministro de Salud de Brasil, salió a pedirle a la gente que no consuma licores de origen desconocido, especialmente los que son claros porque es más fácil esconder el truco. Dice que es mejor prevenir que lamentar, y con toda razón. Pero bueno, ¿quién no se ha tragado alguna “aguardienteca” en una fiesta y terminó con resaca de caballo?
Esto nos toca la fibra sensible a nosotros también, ¿eh? Porque no somos inmunes a estas cosas. Tenemos nuestras propias “aguadillas” y fiestas clandestinas donde a veces uno se arriesga por querer ahorrar unos colones. ¡Pero ahora hay que pensarlo bien dos veces! No vale la pena perder la vista o terminar en un hospital por un trago barato.
Y hablando de seguridad alimentaria, me pregunto si nuestros controles son tan estrictos como deberían ser. ¿Realmente sabemos qué estamos tomando cuando vamos a esos lugares poco confiables? Quizás deberíamos ponerle ojo a esto, porque si pasó en Brasil, ¡nosotros podríamos estar en riesgo también! Tenemos que estar atentos y exigir garantías, porque nuestra salud no tiene precio.
En fin, qué cosa más fea. Esto nos recuerda que nunca hay que bajar la guardia y que la precaución es la mejor medicina. Ahora me pregunto: ¿Deberíamos exigir mayores controles y fiscalización en la venta de bebidas alcohólicas en Costa Rica, incluso llegar a implementar pruebas aleatorias en puntos de venta, para evitar que esta tragedia se repita por acá?
Según informan los medios allá, parece que hay una banda de delincuentes regandole metanol – un químico industrial, ¡por favor! – en licores baratos, incluyendo caipirinhas. Imagínate, la bebida nacional adulterada así... ¡qué pena! La Anvisa, que es su agencia de salud, ya declaró alerta máxima y anda revisando cantones buscando dónde agarran estos tipos.
Ahora, el metanol, para los que no saben, no es precisamente un acompañante agradable para el organismo. Cuando lo tomas, tu cuerpo lo convierte en formaldehído y ácido fórmico, ¡venenos directos! Y los síntomas, ¡uf!, te dejan viendo estrellitas rapidito: ceguera, falla renal, daño cerebral… En fin, un panorama feísimo. Parece sacado de película, pero es totalmente real.
Lo peor es que esto no se quedó solo en São Paulo, donde empezó el lío. Dicen que ya se le está escapando a otros siete estados. Las autoridades ahí están desesperadas tratando de frenar la marea, importando fomepizol – que es el antídoto – y haciendo registros a diestra y siniestra. ¡Pero estos delincuentes son astutos y siempre encuentran la forma de seguir echando pestes!
Padilha, el ministro de Salud de Brasil, salió a pedirle a la gente que no consuma licores de origen desconocido, especialmente los que son claros porque es más fácil esconder el truco. Dice que es mejor prevenir que lamentar, y con toda razón. Pero bueno, ¿quién no se ha tragado alguna “aguardienteca” en una fiesta y terminó con resaca de caballo?
Esto nos toca la fibra sensible a nosotros también, ¿eh? Porque no somos inmunes a estas cosas. Tenemos nuestras propias “aguadillas” y fiestas clandestinas donde a veces uno se arriesga por querer ahorrar unos colones. ¡Pero ahora hay que pensarlo bien dos veces! No vale la pena perder la vista o terminar en un hospital por un trago barato.
Y hablando de seguridad alimentaria, me pregunto si nuestros controles son tan estrictos como deberían ser. ¿Realmente sabemos qué estamos tomando cuando vamos a esos lugares poco confiables? Quizás deberíamos ponerle ojo a esto, porque si pasó en Brasil, ¡nosotros podríamos estar en riesgo también! Tenemos que estar atentos y exigir garantías, porque nuestra salud no tiene precio.
En fin, qué cosa más fea. Esto nos recuerda que nunca hay que bajar la guardia y que la precaución es la mejor medicina. Ahora me pregunto: ¿Deberíamos exigir mayores controles y fiscalización en la venta de bebidas alcohólicas en Costa Rica, incluso llegar a implementar pruebas aleatorias en puntos de venta, para evitar que esta tragedia se repita por acá?