¡Ay, Dios mío, qué tremenda bronca nos cayó encima! Un médico, pa' ustedes entender, un mae que juraba salvar vidas, decidió que la forma de conseguir su especialidad en Endocrinología era encanonar al director de la Universidad de Costa Rica. ¡Imagínate el papelón! Parece sacado de una novela, pero pasó acá, en nuestro querido país.
La vaina comenzó porque, al parecer, este Matarrita Rojas, de unos 25 años, vecino de Miramar, no estaba contento con una nota que le dieron. Se dice que necesitaba esa calificación pa’ poder concursar por la mencionada especialidad. Así que, en lugar de estudiar un poquito más – porque, vamos, hay opciones – decidió ir directo al grano, con un arma y todo. ¡Qué cargada!
Lo que hizo este señor es entrar a una clínica privada el jueves pasado, cerca de las siete de la noche, haciéndose pasar por mensajero. Se puso hasta una mascarilla, pa' disimular, como si eso fuera a solucionar el problema. Luego, entró al consultorio del director, le apuntó con el arma y le pidió que le pusiera “100” a todos los demás aspirantes. ¿En serio? ¡Pensó que iba a funcionar así?
Y ni se diga el ultimátum. Según la información que tenemos, le dijo al director que, si no hacía lo que le pedía, sufriría él y su familia. ¡Un peligro! Imagínate el susto que debió haber tenido el pobre director, pensando en las consecuencias. Afortunadamente, pudo mantener la calma y denunciar el caso a las autoridades. ¡Bien hecho!
La policía, gracias a las cámaras de seguridad, logró seguirle la pista. Después de andar merodeando varias cuadras, el tipo se subió a un carro y salió rumbo a Miramar. No pensó que íbamos a pillarle, diay. Agentes del OIJ lo detuvieron el miércoles pasado, pasadas las tres y media de la tarde. Ya está presentando informes ante el Ministerio Público, y ahora tendrá que enfrentar las consecuencias de sus actos.
Lo curioso es que, según fuentes cercanas al caso, lo lograron identificar porque, en algún momento, se quitó la mascarilla para hablar con alguien. Y claro, ¡zas!, quedó grabado por una cámara. Durante el allanamiento a su casa, encontraron el arma que usó, un maletín y algunas prendas que, presuntamente, utilizó durante la amenaza. ¡Todo en regla, señores! Parece que preparó bien el terreno.
La UCR, como es costumbre, emitió un comunicado de solidaridad con el director y su familia. Dieron lástima y dijeron que estos hechos no tienen cabida en un país civilizado. Además, recordaron que últimamente han recibido varias amenazas de tiroteos en las sedes universitarias. Están pensando en coordinarse con las otras universidades públicas para implementar un protocolo de seguridad único. Es hora de tomar medidas, porque la cosa se está poniendo fea.
Ahora, dime tú, ¿qué opinas de este personaje? ¿Cómo crees que deberían manejar esta situación las autoridades? ¿Crees que la presión académica puede llevar a la gente a cometer locuras como ésta? Déjanos tus comentarios, queremos saber qué piensas tú, mi pana.
La vaina comenzó porque, al parecer, este Matarrita Rojas, de unos 25 años, vecino de Miramar, no estaba contento con una nota que le dieron. Se dice que necesitaba esa calificación pa’ poder concursar por la mencionada especialidad. Así que, en lugar de estudiar un poquito más – porque, vamos, hay opciones – decidió ir directo al grano, con un arma y todo. ¡Qué cargada!
Lo que hizo este señor es entrar a una clínica privada el jueves pasado, cerca de las siete de la noche, haciéndose pasar por mensajero. Se puso hasta una mascarilla, pa' disimular, como si eso fuera a solucionar el problema. Luego, entró al consultorio del director, le apuntó con el arma y le pidió que le pusiera “100” a todos los demás aspirantes. ¿En serio? ¡Pensó que iba a funcionar así?
Y ni se diga el ultimátum. Según la información que tenemos, le dijo al director que, si no hacía lo que le pedía, sufriría él y su familia. ¡Un peligro! Imagínate el susto que debió haber tenido el pobre director, pensando en las consecuencias. Afortunadamente, pudo mantener la calma y denunciar el caso a las autoridades. ¡Bien hecho!
La policía, gracias a las cámaras de seguridad, logró seguirle la pista. Después de andar merodeando varias cuadras, el tipo se subió a un carro y salió rumbo a Miramar. No pensó que íbamos a pillarle, diay. Agentes del OIJ lo detuvieron el miércoles pasado, pasadas las tres y media de la tarde. Ya está presentando informes ante el Ministerio Público, y ahora tendrá que enfrentar las consecuencias de sus actos.
Lo curioso es que, según fuentes cercanas al caso, lo lograron identificar porque, en algún momento, se quitó la mascarilla para hablar con alguien. Y claro, ¡zas!, quedó grabado por una cámara. Durante el allanamiento a su casa, encontraron el arma que usó, un maletín y algunas prendas que, presuntamente, utilizó durante la amenaza. ¡Todo en regla, señores! Parece que preparó bien el terreno.
La UCR, como es costumbre, emitió un comunicado de solidaridad con el director y su familia. Dieron lástima y dijeron que estos hechos no tienen cabida en un país civilizado. Además, recordaron que últimamente han recibido varias amenazas de tiroteos en las sedes universitarias. Están pensando en coordinarse con las otras universidades públicas para implementar un protocolo de seguridad único. Es hora de tomar medidas, porque la cosa se está poniendo fea.
Ahora, dime tú, ¿qué opinas de este personaje? ¿Cómo crees que deberían manejar esta situación las autoridades? ¿Crees que la presión académica puede llevar a la gente a cometer locuras como ésta? Déjanos tus comentarios, queremos saber qué piensas tú, mi pana.