¡Ay, Dios mío, qué torta! La temporada lluviosa nos agarró con los pantalones abajo, literalmente. La Comisión Nacional de Emergencias (CNE) soltó la bomba ayer: ¡321 incidentes por inundación en todo el país! Principalmente en la vertiente del Pacífico, donde ya sabemos que siempre es un brete con estos temas climáticos. Parece que el cielo se le vino encima a varios cantones, dejando a miles de familias varadas y buscando dónde meter la cabeza.
Don Alejandro Picado, el presidente de la CNE, nos explicó que la cosa sigue complicada, a pesar de que dicen que el clima mejoró un poquito. Él mismo confirmó que los niveles de agua siguen altos en varios sectores, así que no hay mucho festejo. Lo único que podemos hacer ahora es agachar la cabeza y esperar que no empeore, porque esto ya está feo, diay.
Y hablando de espera, parece que vamos a estar esperando un buen rato. Los siete albergues habilitados están repletos, con 186 personas buscando refugio. Imagínate el ambiente, mae… gente desesperada, niños llorando, todos buscando una gotera donde poder descansar la cabecita. Una lástima ver cómo la vida de tantas personas quedó patas arriba en cuestión de horas. La CNE dice que están haciendo lo posible, pero sinceramente, con esta magnitud, creo que les falta un empujón considerable.
La provincia que más sufriendo, como era de esperarse, es Guanacaste. Santa Cruz, Nicoya y Nandayure están bien jodidos, con calles convertidas en ríos y casas hasta el techo de agua. Pero la Zona Sur tampoco se queda atrás; Puerto Jiménez, Corredores, Osa y Golfito también están pasando momentos difíciles. Parece que el agua decidió darse una vuelta por todo el territorio nacional, sin discriminar ni siquiera un poco.
Ahora sí, hablemos del huracán Melissa. Aunque dicen que su influencia indirecta está disminuyendo –y ojalá sea verdad–, todavía tenemos suelos bien saturados. Eso significa que cualquier lluevecita extra puede causar más problemas. La alerta naranja sigue prendida en el Pacífico, la amarilla en el Valle Central y la Zona Norte, y la verde en el Caribe... pero siendo honestos, con todo lo que está pasando, ya nadie confía mucho en esas alertas verdes, ¿verdad?
Lo que realmente preocupa es la evaluación de daños. Don Alejandro comentó que la CNE se está esforzando por valorar cuántas familias y viviendas fueron afectadas. Esto es crucial para saber cuánto apoyo necesitan estas personas y cómo se va a reconstruir todo. Pero entre tanta urgencia y tanto papeleo, uno se imagina que el proceso va a ser lento y engorroso. Esperemos que no se convierta en otro despiche burocrático.
En fin, la situación pinta fea, pero no perdamos la esperanza. Costa Rica siempre ha sido un país resiliente, lleno de gente trabajadora que se levanta después de cada tormenta. Ahora toca echarle ganas, apoyarnos mutuamente y exigirle al gobierno que haga lo que tiene que hacer. Porque si no hacemos nada, la próxima vez que el cielo se llueva en cara, estaremos igual de varengos, ¿o me equivoco? Con las Chances flaquitas por cierto, qué sal.
Con tantos damnificados, albergues colapsados y un futuro incierto, ¿cree usted que el Gobierno está tomando las medidas necesarias para afrontar esta emergencia y prevenir futuras catástrofes, o estamos condenados a repetir este escenario año tras año? Déjenos sus opiniones en los comentarios.
Don Alejandro Picado, el presidente de la CNE, nos explicó que la cosa sigue complicada, a pesar de que dicen que el clima mejoró un poquito. Él mismo confirmó que los niveles de agua siguen altos en varios sectores, así que no hay mucho festejo. Lo único que podemos hacer ahora es agachar la cabeza y esperar que no empeore, porque esto ya está feo, diay.
Y hablando de espera, parece que vamos a estar esperando un buen rato. Los siete albergues habilitados están repletos, con 186 personas buscando refugio. Imagínate el ambiente, mae… gente desesperada, niños llorando, todos buscando una gotera donde poder descansar la cabecita. Una lástima ver cómo la vida de tantas personas quedó patas arriba en cuestión de horas. La CNE dice que están haciendo lo posible, pero sinceramente, con esta magnitud, creo que les falta un empujón considerable.
La provincia que más sufriendo, como era de esperarse, es Guanacaste. Santa Cruz, Nicoya y Nandayure están bien jodidos, con calles convertidas en ríos y casas hasta el techo de agua. Pero la Zona Sur tampoco se queda atrás; Puerto Jiménez, Corredores, Osa y Golfito también están pasando momentos difíciles. Parece que el agua decidió darse una vuelta por todo el territorio nacional, sin discriminar ni siquiera un poco.
Ahora sí, hablemos del huracán Melissa. Aunque dicen que su influencia indirecta está disminuyendo –y ojalá sea verdad–, todavía tenemos suelos bien saturados. Eso significa que cualquier lluevecita extra puede causar más problemas. La alerta naranja sigue prendida en el Pacífico, la amarilla en el Valle Central y la Zona Norte, y la verde en el Caribe... pero siendo honestos, con todo lo que está pasando, ya nadie confía mucho en esas alertas verdes, ¿verdad?
Lo que realmente preocupa es la evaluación de daños. Don Alejandro comentó que la CNE se está esforzando por valorar cuántas familias y viviendas fueron afectadas. Esto es crucial para saber cuánto apoyo necesitan estas personas y cómo se va a reconstruir todo. Pero entre tanta urgencia y tanto papeleo, uno se imagina que el proceso va a ser lento y engorroso. Esperemos que no se convierta en otro despiche burocrático.
En fin, la situación pinta fea, pero no perdamos la esperanza. Costa Rica siempre ha sido un país resiliente, lleno de gente trabajadora que se levanta después de cada tormenta. Ahora toca echarle ganas, apoyarnos mutuamente y exigirle al gobierno que haga lo que tiene que hacer. Porque si no hacemos nada, la próxima vez que el cielo se llueva en cara, estaremos igual de varengos, ¿o me equivoco? Con las Chances flaquitas por cierto, qué sal.
Con tantos damnificados, albergues colapsados y un futuro incierto, ¿cree usted que el Gobierno está tomando las medidas necesarias para afrontar esta emergencia y prevenir futuras catástrofes, o estamos condenados a repetir este escenario año tras año? Déjenos sus opiniones en los comentarios.