¡Ay, Dios mío! El rollo del congelamiento salarial sigue dando qué hablar. Grupos sindicales sacudieron San José este miércoles con una marcha monumental hasta Hacienda, exigiendo un buen aumento pa' los funcionarios públicos y, de paso, que le echen un ojo a la deuda del país. La cosa pinta complicada, diay.
Desde hace añitos, los empleados del sector público han estado tragándose sapos con los salarios estancados. Después de cinco largos años, sí señor, se vislumbra una luz al final del túnel, pero con asteriscos más grandes que la Catedral Metropolitana. Se habla de aumentos para el próximo año, pero muchos temen que sea solo un “alegrón de burro”, porque la economía del país no anda precisamente regalando billetes.
La movilización afectó la rutina de muchos. Clases suspendidas, citas médicas aplazadas en la CCSS… Un verdadero quilombo, la verdad. La APSE, Undeca, Sinapro y Afines, todos unidos en la lucha por unos mejores ingresos. Varios sindicatos se sumaron, demostrando que el hartazgo está a flor de piel. No era un plantón cualquiera, ¡era una arenga colectiva!
En Hacienda, los líderes sindicales presentaron un documento con reclamos bien claros: quieren transparencia en los datos de la relación deuda/PIB, para entender cómo andamos realmente. Además, piden que revivan la comisión salarial de negociación, pa’ que las cosas se hagan con más diálogo y menos imposiciones. Uno esperaría que el Gobierno escuche, pero ya sabemos cómo suelen andar las cosas por acá…
La regla fiscal, esa ley aprobada en tiempos del Profesor Carlos Alvarado, es la que complica el panorama. Esa ley, que busca controlar el gasto público cuando la deuda supera el 60% del PIB, amenaza con volver a congelar los salarios si no se pone freno a la deuda. Y las proyecciones no pintan muy color de rosa, pues se estima que la deuda podría superar ese umbral nuevamente.
Según el economista Fernando Rodríguez de la Universidad Nacional, la esperanza está en una revisión al alza de las estadísticas de crecimiento y producción. Si el Banco Central ajusta los números hacia arriba, podríamos ver la relación deuda/PIB bajar del 60% y evitar así el temido congelamiento. Pero, ¡ojo!, dice el experto, el congelamiento de salarios durante estos años ha causado un daño considerable, llevando a algunos profesionales de la CCSS a buscar oportunidades en el extranjero. ¡Qué pena perder gente talentosa por culpa de estas medidas!
Ahora viene lo interesante: la Ley de Empleo Público, implementada desde marzo de 2023, trae consigo otra complicación. Estableció un salario global máximo por puesto en toda la administración pública, buscando evitar diferencias injustificadas entre funcionarios. Esto significa que, aunque haya aumentos generales, quienes ya ganaban por encima del límite establecido podrían no ver mejoras significativas en su sueldo hasta que su categoría salarial se ajuste. ¡Un brete, vamos!
Así que, compas, parece que la cosa está más polarizada que nunca. Por un lado, la promesa de aumentos salariales, por otro, la sombra del congelamiento y las limitaciones impuestas por la Ley de Empleo Público. ¿Será posible encontrar un punto medio que satisfaga tanto a los empleados públicos como a la estabilidad económica del país? ¿Creen ustedes que el Gobierno escuchará las demandas de los sindicatos o seguirá aferrado a la regla fiscal, incluso si eso significa seguir perdiendo talento valioso?
Desde hace añitos, los empleados del sector público han estado tragándose sapos con los salarios estancados. Después de cinco largos años, sí señor, se vislumbra una luz al final del túnel, pero con asteriscos más grandes que la Catedral Metropolitana. Se habla de aumentos para el próximo año, pero muchos temen que sea solo un “alegrón de burro”, porque la economía del país no anda precisamente regalando billetes.
La movilización afectó la rutina de muchos. Clases suspendidas, citas médicas aplazadas en la CCSS… Un verdadero quilombo, la verdad. La APSE, Undeca, Sinapro y Afines, todos unidos en la lucha por unos mejores ingresos. Varios sindicatos se sumaron, demostrando que el hartazgo está a flor de piel. No era un plantón cualquiera, ¡era una arenga colectiva!
En Hacienda, los líderes sindicales presentaron un documento con reclamos bien claros: quieren transparencia en los datos de la relación deuda/PIB, para entender cómo andamos realmente. Además, piden que revivan la comisión salarial de negociación, pa’ que las cosas se hagan con más diálogo y menos imposiciones. Uno esperaría que el Gobierno escuche, pero ya sabemos cómo suelen andar las cosas por acá…
La regla fiscal, esa ley aprobada en tiempos del Profesor Carlos Alvarado, es la que complica el panorama. Esa ley, que busca controlar el gasto público cuando la deuda supera el 60% del PIB, amenaza con volver a congelar los salarios si no se pone freno a la deuda. Y las proyecciones no pintan muy color de rosa, pues se estima que la deuda podría superar ese umbral nuevamente.
Según el economista Fernando Rodríguez de la Universidad Nacional, la esperanza está en una revisión al alza de las estadísticas de crecimiento y producción. Si el Banco Central ajusta los números hacia arriba, podríamos ver la relación deuda/PIB bajar del 60% y evitar así el temido congelamiento. Pero, ¡ojo!, dice el experto, el congelamiento de salarios durante estos años ha causado un daño considerable, llevando a algunos profesionales de la CCSS a buscar oportunidades en el extranjero. ¡Qué pena perder gente talentosa por culpa de estas medidas!
Ahora viene lo interesante: la Ley de Empleo Público, implementada desde marzo de 2023, trae consigo otra complicación. Estableció un salario global máximo por puesto en toda la administración pública, buscando evitar diferencias injustificadas entre funcionarios. Esto significa que, aunque haya aumentos generales, quienes ya ganaban por encima del límite establecido podrían no ver mejoras significativas en su sueldo hasta que su categoría salarial se ajuste. ¡Un brete, vamos!
Así que, compas, parece que la cosa está más polarizada que nunca. Por un lado, la promesa de aumentos salariales, por otro, la sombra del congelamiento y las limitaciones impuestas por la Ley de Empleo Público. ¿Será posible encontrar un punto medio que satisfaga tanto a los empleados públicos como a la estabilidad económica del país? ¿Creen ustedes que el Gobierno escuchará las demandas de los sindicatos o seguirá aferrado a la regla fiscal, incluso si eso significa seguir perdiendo talento valioso?