¡Ay, Dios mío! Esto sí que es un fajazo. Resulta que ayer, acá en Heredia, casi nos damos un sustito de película. Diecisiete estudiantes de la Escuela Santa Cecilia en Concepción de San Isidro terminaron requiriendo atención médica luego de que, aparentemente, alguien decidió fumigar un tomatal justo al lado de la escuela. ¡Imagínate el bronco!
La alarma saltó pasadas las tres de la tarde. Según el reporte inicial de los bomberos, los nenes empezaron sintiendo mareos, náuseas… ¡qué sal! Uno piensa que van a clases a aprender cositas y termina así, recibiendo químicos de regalo. Los equipos de Bomberos y la Cruz Roja llegaron rapidísimo, moviéndose como si estuvieran en una película de acción, tratando de darle auxilio a los chavos.
“Tenemos 17 menores afectados, todos ellos evaluados y atendidos por el personal de la Cruz Roja,” nos comentaron desde el cuerpo de bomberos. La prioridad, obviamente, era estabilizarlos y asegurarse de que estén fuera de peligro. Dicen que algunos estaban bien rayados, preocupadísimos, pero gracias a Dios, hasta donde sabemos, ninguno está de gravedad. Menos mal, porque esto podría haber terminado mucho peor.
La investigación apunta a que la fuente de la intoxicación fue precisamente esa fumigación del tomatal. Parece que el viento, travieso como siempre, agarró las partículas del químico y las mandó directo hacia la escuela. ¡Uy, qué raro! Uno se pregunta si chequearon bien el pronóstico del tiempo antes de echarle bomba al tomatal. ¿Será que les dio flojera?
Esto, por supuesto, ha reavivado el debate sobre estos temas tan delicados: el uso de agroquímicos cerca de zonas pobladas, especialmente escuelas y hospitales. Ya habíamos tenido otros casos parecidos, y parece que no aprendemos la lección. ¡Qué torta! Deberían ponerle más trabas a estas fumigaciones, sobre todo cuando hay niños cerca. No es pedir mucho, ¿verdad?
Las autoridades competentes, tanto del Ministerio de Salud como del MAG, tienen regulaciones al respecto, pero parece que no son suficientes para evitar estos incidentes. Ahora toca que pongan manos a la obra y revisen esos protocolos, para que esto no vuelva a pasar. Porque, díganlo claro, la seguridad de los niños no puede esperar. Además, necesitamos que la gente entienda que no se pueden andar jugando con estos químicos, ¡peligroso eso!
Algunos vecinos ya están expresando su indignación. “Es inaceptable que pongamos en riesgo la salud de nuestros hijos por unos tomates,” comentó Doña Marta, quien vive frente a la escuela. Y tiene razón. Se trata de vidas humanas, y no de cosechas. Hay que encontrar un equilibrio entre la producción agrícola y la protección de la salud pública. Una cosa no puede ir por encima de la otra.
Bueno, pues ahí lo tienen, directito desde la escena. Una situación lamentable, un llamado de atención a las autoridades y a los agricultores, y una gran preocupación para todos nosotros. Pero bueno, vamos dejando todo esto atrás... ¿Ustedes creen que deberían prohibir totalmente el uso de agroquímicos cerca de escuelas y comunidades residenciales, aunque eso afecte la producción agrícola? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan ustedes al respecto!
La alarma saltó pasadas las tres de la tarde. Según el reporte inicial de los bomberos, los nenes empezaron sintiendo mareos, náuseas… ¡qué sal! Uno piensa que van a clases a aprender cositas y termina así, recibiendo químicos de regalo. Los equipos de Bomberos y la Cruz Roja llegaron rapidísimo, moviéndose como si estuvieran en una película de acción, tratando de darle auxilio a los chavos.
“Tenemos 17 menores afectados, todos ellos evaluados y atendidos por el personal de la Cruz Roja,” nos comentaron desde el cuerpo de bomberos. La prioridad, obviamente, era estabilizarlos y asegurarse de que estén fuera de peligro. Dicen que algunos estaban bien rayados, preocupadísimos, pero gracias a Dios, hasta donde sabemos, ninguno está de gravedad. Menos mal, porque esto podría haber terminado mucho peor.
La investigación apunta a que la fuente de la intoxicación fue precisamente esa fumigación del tomatal. Parece que el viento, travieso como siempre, agarró las partículas del químico y las mandó directo hacia la escuela. ¡Uy, qué raro! Uno se pregunta si chequearon bien el pronóstico del tiempo antes de echarle bomba al tomatal. ¿Será que les dio flojera?
Esto, por supuesto, ha reavivado el debate sobre estos temas tan delicados: el uso de agroquímicos cerca de zonas pobladas, especialmente escuelas y hospitales. Ya habíamos tenido otros casos parecidos, y parece que no aprendemos la lección. ¡Qué torta! Deberían ponerle más trabas a estas fumigaciones, sobre todo cuando hay niños cerca. No es pedir mucho, ¿verdad?
Las autoridades competentes, tanto del Ministerio de Salud como del MAG, tienen regulaciones al respecto, pero parece que no son suficientes para evitar estos incidentes. Ahora toca que pongan manos a la obra y revisen esos protocolos, para que esto no vuelva a pasar. Porque, díganlo claro, la seguridad de los niños no puede esperar. Además, necesitamos que la gente entienda que no se pueden andar jugando con estos químicos, ¡peligroso eso!
Algunos vecinos ya están expresando su indignación. “Es inaceptable que pongamos en riesgo la salud de nuestros hijos por unos tomates,” comentó Doña Marta, quien vive frente a la escuela. Y tiene razón. Se trata de vidas humanas, y no de cosechas. Hay que encontrar un equilibrio entre la producción agrícola y la protección de la salud pública. Una cosa no puede ir por encima de la otra.
Bueno, pues ahí lo tienen, directito desde la escena. Una situación lamentable, un llamado de atención a las autoridades y a los agricultores, y una gran preocupación para todos nosotros. Pero bueno, vamos dejando todo esto atrás... ¿Ustedes creen que deberían prohibir totalmente el uso de agroquímicos cerca de escuelas y comunidades residenciales, aunque eso afecte la producción agrícola? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan ustedes al respecto!