¡Ay, Dios mío, qué torta! Parece sacado de película, pero es pura verdad: un mae anda vendiendo cachorritos de raza ‘de diseño’ importados a precios que ni para comprarse un carro usado alcanzan. Estamos hablando de hasta $38,000 por un perrito, ¡y todo esto en pleno San José!
La mamada salió a la luz luego de que detectaran que esta señora, Jenny Tsai, estaría reventando la llamada ‘Puppy Mill Pipeline Act’, una ley que entró en vigor el año pasado precisamente para ponerle freno a esos criaderos masivos de animales que dejan a los pobres peludos en condiciones espantosas. La idea era proteger a estos indefensos, pero parece que hay maes que se ganan la vida buscando la falla en la ley.
Según la investigación, la señora Tsai tenía un departamento convertido en una especie de boutique canina, lleno de jaulas y con tanques de peces y bolsos de marca mezclados con todo. La tipa asegura que tiene unos 35 cachorritos acá y otros 30 en Taiwán, lo cual le da bastante margen para seguir haciendo su agosto. Medios locales hicieron una investigación encubierta y confirmaron la jugada.
Entre los perros que estaba ofreciendo, destacaba un caniche ‘micro teacup’ llamado ‘Miffy’, valuado en esos $38,000. Imagínate el lujo, ¡casi como comprarse un Toyota Corolla nuevo! Estos ‘teacups’ son famosos por ser pequeños, diminutos, casi de juguete, y obviamente eso les da un valor extra para ciertos clientes que quieren impresionar.
Pero aquí viene lo más chungo: la señora Tsai argumenta que los perros vienen de un criadero familiar en Taiwán, que llevan más de diez generaciones criando perros con control de consanguinidad y hasta tienen licencias del USDA. Dice que los perros llegan a los seis meses y que le hace terapia con yoga y demás… ¡una vaina más inventada que chimichurri! La realidad es que la investigación demostró que la dama simplemente está eludiendo la ley, anunciando cachorritos importados desde su casa y haciéndose la neta.
Obviamente, esto ha levantado ampollas en el mundo del rescate animal. Expertos ya están gritando que detrás de estos precios exorbitantes hay indicios de crianza intensiva, donde lo único que importa es ganar plata, sin importarles la salud y el bienestar de los animales. Brian Shapiro, de Humane World for Animals, soltó que “es un negocio grandísimo, con mucho dinero de por medio y pistas de prácticas de crianza que lastiman a los animales”. ¡Y razón no les falta!
Ahora, el senador Michael Gianaris, quien ayudó a impulsar la ley, recuerda que la prohibición aplica tanto a la venta física como online, porque la intención es cortar de raíz cualquier intento de importar animales de estos criaderos abusivos. Después de que entraron las nuevas regulaciones, más de 60 tiendas en Nueva York cerraron, pero siempre van a haber maes buscando la forma de hacerlas botar, y esta señora Tsai parece que es una experta en el arte de evadir la ley. La Fiscalía General Letitia James ya puso demandas en la corte por este caso y otras similares, mostrando que están dispuestos a meterle mano dura.
Al final, el caso de Jenny Tsai nos deja pensando: ¿hasta dónde llegará la gente para sacar provecho de la vulnerabilidad de los animales? Pese a las leyes y los esfuerzos de activistas, el mercado de mascotas de lujo sigue vivo y coleando, moviendo cantidades de dinero y poniendo en riesgo la salud de muchos cachorritos inocentes. ¿Ustedes creen que las autoridades deberían endurecer las penas para quienes violen estas leyes o sería suficiente con aumentar la vigilancia?
La mamada salió a la luz luego de que detectaran que esta señora, Jenny Tsai, estaría reventando la llamada ‘Puppy Mill Pipeline Act’, una ley que entró en vigor el año pasado precisamente para ponerle freno a esos criaderos masivos de animales que dejan a los pobres peludos en condiciones espantosas. La idea era proteger a estos indefensos, pero parece que hay maes que se ganan la vida buscando la falla en la ley.
Según la investigación, la señora Tsai tenía un departamento convertido en una especie de boutique canina, lleno de jaulas y con tanques de peces y bolsos de marca mezclados con todo. La tipa asegura que tiene unos 35 cachorritos acá y otros 30 en Taiwán, lo cual le da bastante margen para seguir haciendo su agosto. Medios locales hicieron una investigación encubierta y confirmaron la jugada.
Entre los perros que estaba ofreciendo, destacaba un caniche ‘micro teacup’ llamado ‘Miffy’, valuado en esos $38,000. Imagínate el lujo, ¡casi como comprarse un Toyota Corolla nuevo! Estos ‘teacups’ son famosos por ser pequeños, diminutos, casi de juguete, y obviamente eso les da un valor extra para ciertos clientes que quieren impresionar.
Pero aquí viene lo más chungo: la señora Tsai argumenta que los perros vienen de un criadero familiar en Taiwán, que llevan más de diez generaciones criando perros con control de consanguinidad y hasta tienen licencias del USDA. Dice que los perros llegan a los seis meses y que le hace terapia con yoga y demás… ¡una vaina más inventada que chimichurri! La realidad es que la investigación demostró que la dama simplemente está eludiendo la ley, anunciando cachorritos importados desde su casa y haciéndose la neta.
Obviamente, esto ha levantado ampollas en el mundo del rescate animal. Expertos ya están gritando que detrás de estos precios exorbitantes hay indicios de crianza intensiva, donde lo único que importa es ganar plata, sin importarles la salud y el bienestar de los animales. Brian Shapiro, de Humane World for Animals, soltó que “es un negocio grandísimo, con mucho dinero de por medio y pistas de prácticas de crianza que lastiman a los animales”. ¡Y razón no les falta!
Ahora, el senador Michael Gianaris, quien ayudó a impulsar la ley, recuerda que la prohibición aplica tanto a la venta física como online, porque la intención es cortar de raíz cualquier intento de importar animales de estos criaderos abusivos. Después de que entraron las nuevas regulaciones, más de 60 tiendas en Nueva York cerraron, pero siempre van a haber maes buscando la forma de hacerlas botar, y esta señora Tsai parece que es una experta en el arte de evadir la ley. La Fiscalía General Letitia James ya puso demandas en la corte por este caso y otras similares, mostrando que están dispuestos a meterle mano dura.
Al final, el caso de Jenny Tsai nos deja pensando: ¿hasta dónde llegará la gente para sacar provecho de la vulnerabilidad de los animales? Pese a las leyes y los esfuerzos de activistas, el mercado de mascotas de lujo sigue vivo y coleando, moviendo cantidades de dinero y poniendo en riesgo la salud de muchos cachorritos inocentes. ¿Ustedes creen que las autoridades deberían endurecer las penas para quienes violen estas leyes o sería suficiente con aumentar la vigilancia?