¡Ay, Dios mío! La temporada lluviosa nos está llevándose por delante, literalmente. La Cruz Roja ya está sudando la camiseta atendiendo emergencias a diestra y siniestra por culpa de las lluvias intensas que han caído en varias partes del país. Al parecer, la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) tuvo que decretar alerta naranja, y vaya que se la necesitaban. Los chaparrones no han dado tregua y la situación se está poniendo complicada para muchos ticos.
Según informaron desde la Cruz Roja, hasta las siete de la noche de este martes habían atendido 172 emergencias relacionadas con la alerta. De esos, 170 son producto de inundaciones que han dejado calles convertidas en ríos y hogares bajo el agua, y otros dos fueron deslizamientos, que afortunadamente no dejaron heridos, pero sí bastante destrucción. ¡Qué sal! Menos mal que los equipos de rescate están ahí para echarle pata arriba a quien lo necesite.
La Zona Sur es donde la cosa está más fea, acumulando la friolera de 143 incidentes. Guanacaste tampoco se queda atrás, con 17 reportes, y Puntarenas, también castigada, suma 12. Parece que el aguacero decidió darse un festín y atacar a estas zonas con especial intensidad. Y ni hablar de la gente, que anda buscando dónde meter la cabeza entre tanta inundación y barro.
Más de 200 personas han recibido atención médica por temas relacionados con las inundaciones, incluyendo resfriados, problemas respiratorios y estrés postraumático, cosas normales cuando te sacan de tu casa corriendo del agua. Treinta y cinco familias tuvieron que abandonar sus hogares temporalmente porque simplemente era peligroso quedarse allí, y más de treinta y cinco viviendas han sufrido daños de diversa magnitud. Imaginen la bronca de tener que empezar de cero...
Muchos vecinos de los barrios más afectados están organizándose para ayudar a quienes lo necesitan. Se están recolectando alimentos, ropa seca y artículos de higiene personal. Hay gente que abre sus puertas para dar refugio a aquellos que perdieron sus hogares. ¡Eso sí que es espíritu tico! Ver cómo nos echamos las manos unas a otras en momentos difíciles siempre da esperanza. Este brete nos recuerda lo importante que es la comunidad.
Sin embargo, la situación pone de manifiesto algunas carencias en cuanto a infraestructura y planificación urbana. Muchos sistemas de drenaje están colapsados, y hay zonas vulnerables que deberían haber sido reubicadas hace tiempo. Algunos expertos señalan que el cambio climático está exacerbando estos fenómenos meteorológicos, haciendo que las lluvias sean cada vez más intensas y frecuentes. No sería mala idea que las autoridades le pusieran empeño a solucionar esto antes de que la cosa se complique aún más.
Además, varios moradores expresan su frustración con la lentitud en la respuesta de algunas instituciones gubernamentales. Aseguran que les prometen soluciones rápidas, pero luego todo se dilata y el problema sigue ahí. “Nos dijeron que iban a limpiar los canales, pero todavía están atascados de basura”, se queja doña Elena, residente del Barrio Escalante. Esa vara está difícil, mae. Lo único que queremos es que nos escuchen y nos ayuden a mejorar nuestra calidad de vida.
En fin, la situación pinta complicada, pero nosotros somos un pueblo resiliente y sabemos salir adelante. Esperemos que las lluvias amainen pronto y que las autoridades tomen cartas en el asunto para evitar que este tipo de tragedias se repitan. Ahora, dime tú: ¿crees que realmente estamos preparados para enfrentar los efectos del cambio climático y proteger a las comunidades más vulnerables del país?
Según informaron desde la Cruz Roja, hasta las siete de la noche de este martes habían atendido 172 emergencias relacionadas con la alerta. De esos, 170 son producto de inundaciones que han dejado calles convertidas en ríos y hogares bajo el agua, y otros dos fueron deslizamientos, que afortunadamente no dejaron heridos, pero sí bastante destrucción. ¡Qué sal! Menos mal que los equipos de rescate están ahí para echarle pata arriba a quien lo necesite.
La Zona Sur es donde la cosa está más fea, acumulando la friolera de 143 incidentes. Guanacaste tampoco se queda atrás, con 17 reportes, y Puntarenas, también castigada, suma 12. Parece que el aguacero decidió darse un festín y atacar a estas zonas con especial intensidad. Y ni hablar de la gente, que anda buscando dónde meter la cabeza entre tanta inundación y barro.
Más de 200 personas han recibido atención médica por temas relacionados con las inundaciones, incluyendo resfriados, problemas respiratorios y estrés postraumático, cosas normales cuando te sacan de tu casa corriendo del agua. Treinta y cinco familias tuvieron que abandonar sus hogares temporalmente porque simplemente era peligroso quedarse allí, y más de treinta y cinco viviendas han sufrido daños de diversa magnitud. Imaginen la bronca de tener que empezar de cero...
Muchos vecinos de los barrios más afectados están organizándose para ayudar a quienes lo necesitan. Se están recolectando alimentos, ropa seca y artículos de higiene personal. Hay gente que abre sus puertas para dar refugio a aquellos que perdieron sus hogares. ¡Eso sí que es espíritu tico! Ver cómo nos echamos las manos unas a otras en momentos difíciles siempre da esperanza. Este brete nos recuerda lo importante que es la comunidad.
Sin embargo, la situación pone de manifiesto algunas carencias en cuanto a infraestructura y planificación urbana. Muchos sistemas de drenaje están colapsados, y hay zonas vulnerables que deberían haber sido reubicadas hace tiempo. Algunos expertos señalan que el cambio climático está exacerbando estos fenómenos meteorológicos, haciendo que las lluvias sean cada vez más intensas y frecuentes. No sería mala idea que las autoridades le pusieran empeño a solucionar esto antes de que la cosa se complique aún más.
Además, varios moradores expresan su frustración con la lentitud en la respuesta de algunas instituciones gubernamentales. Aseguran que les prometen soluciones rápidas, pero luego todo se dilata y el problema sigue ahí. “Nos dijeron que iban a limpiar los canales, pero todavía están atascados de basura”, se queja doña Elena, residente del Barrio Escalante. Esa vara está difícil, mae. Lo único que queremos es que nos escuchen y nos ayuden a mejorar nuestra calidad de vida.
En fin, la situación pinta complicada, pero nosotros somos un pueblo resiliente y sabemos salir adelante. Esperemos que las lluvias amainen pronto y que las autoridades tomen cartas en el asunto para evitar que este tipo de tragedias se repitan. Ahora, dime tú: ¿crees que realmente estamos preparados para enfrentar los efectos del cambio climático y proteger a las comunidades más vulnerables del país?
