Imagínate esto, parce: resulta que una señora en Inglaterra anda comiéndose hojas de papel a diario. No hablamos de algún tipo de arte experimental, ni tampoco de un berrinche raro. Esta dama, Yaz Chapman, de 34 años, dice que no puede evitarlo. Desde que quedó preñada por primera vez en 2015, desarrolló una curiosa –digamos– afición: devorar papel.
La cosa empezó como un antojo, igualito a cuando te da ganas imperiosas de curtido o pipas a las tres de la mañana cuando estás embarazada. Pero en lugar de buscarle sabor a un dulce, Yaz anhelaba papel. Carta, factura, lo que se le cruzara por delante. Ahora, se come hasta diez hojas tamaño A4 al día. "Lo doblo por la mitad, lo rompo en tiras, lo meto en el bolsillo y luego lo mastico como si fuera espagueti", nos cuenta, sin tapujos. Y sí, parece sacado de una novela, pero es verdad pura.
Pero no es solo una rareza personal, colegas. Yaz padece de Pica, un trastorno alimentario que le provoca deseos incontrolables de comer cosas que no son comida. Ya había sido diagnosticada con Pica a los cuatro años por querer comer tiza y talco, pero el embarazo exacerbó el problema. Ahora, está siendo evaluada para ver si también se encuentra dentro del espectro autista, ya que esa condición a veces se relaciona con este tipo de antojos extraños. Es una vara complicada, eso sí.
Y lo más curioso de todo es que según Yaz, no todos los papeles saben iguales. "Algunas hojas son muy brillantes, otras muy gruesas, y algunas tienen un sabor horrible por tanta tinta. Pero si es una carta escrita a máquina… ¡mmm!, esa sí que me la como!”, asegura. Incluso probó papel comestible de repostería, pero dice que no le da la misma satisfacción. Ahí tenés, la diferencia entre comer papel normal y “papel gourmet”.
Según los médicos, la Pica puede estar relacionada con deficiencias de nutrientes como hierro o zinc, o incluso con problemas de salud mental. Aunque Yaz dice que hasta ahora no ha tenido mayores complicaciones (bebe mucha agua para evitar atorarse, ¡qué buena!), los expertos advierten sobre los riesgos: problemas digestivos, intoxicación por la tinta y hasta infecciones. Uno se queda pensando qué clase de químicos estará absorbiendo el cuerpo de esta señora…
Esta historia nos recuerda que el cuerpo humano es capaz de hacer cosas insólitas. No es la primera vez que escuchamos casos de personas con antojos rarísimos. Recuerdo aquella abuela que no podía vivir sin comer jabón, ¡qué carga! Pero esta historia de Yaz es particularmente peculiar. Un antojo por algo que generalmente usamos para escribir o envolver regalos... ¿Quién lo diría?
En el Foro de Costa Rica estamos acostumbrados a ver cosas raras, pero esto definitivamente supera todas las expectativas. Nos preguntamos si podría tratarse de alguna conexión psicológica profunda, o si simplemente es un capricho inexplicable. ¿Será que Yaz está buscando llenar algún vacío emocional con este extraño hábito? ¿Creen ustedes que es posible desarrollar una adicción a comer papel, o es simplemente un caso aislado de Pica?
Y hablando de antojos raros, ¿alguna vez han experimentado un antojo inesperado que los dejó perplejos? Compartan sus experiencias en el foro, porque esta conversación promete ser más interesante que leer un periódico entero... ¡y quizás más digerible!
La cosa empezó como un antojo, igualito a cuando te da ganas imperiosas de curtido o pipas a las tres de la mañana cuando estás embarazada. Pero en lugar de buscarle sabor a un dulce, Yaz anhelaba papel. Carta, factura, lo que se le cruzara por delante. Ahora, se come hasta diez hojas tamaño A4 al día. "Lo doblo por la mitad, lo rompo en tiras, lo meto en el bolsillo y luego lo mastico como si fuera espagueti", nos cuenta, sin tapujos. Y sí, parece sacado de una novela, pero es verdad pura.
Pero no es solo una rareza personal, colegas. Yaz padece de Pica, un trastorno alimentario que le provoca deseos incontrolables de comer cosas que no son comida. Ya había sido diagnosticada con Pica a los cuatro años por querer comer tiza y talco, pero el embarazo exacerbó el problema. Ahora, está siendo evaluada para ver si también se encuentra dentro del espectro autista, ya que esa condición a veces se relaciona con este tipo de antojos extraños. Es una vara complicada, eso sí.
Y lo más curioso de todo es que según Yaz, no todos los papeles saben iguales. "Algunas hojas son muy brillantes, otras muy gruesas, y algunas tienen un sabor horrible por tanta tinta. Pero si es una carta escrita a máquina… ¡mmm!, esa sí que me la como!”, asegura. Incluso probó papel comestible de repostería, pero dice que no le da la misma satisfacción. Ahí tenés, la diferencia entre comer papel normal y “papel gourmet”.
Según los médicos, la Pica puede estar relacionada con deficiencias de nutrientes como hierro o zinc, o incluso con problemas de salud mental. Aunque Yaz dice que hasta ahora no ha tenido mayores complicaciones (bebe mucha agua para evitar atorarse, ¡qué buena!), los expertos advierten sobre los riesgos: problemas digestivos, intoxicación por la tinta y hasta infecciones. Uno se queda pensando qué clase de químicos estará absorbiendo el cuerpo de esta señora…
Esta historia nos recuerda que el cuerpo humano es capaz de hacer cosas insólitas. No es la primera vez que escuchamos casos de personas con antojos rarísimos. Recuerdo aquella abuela que no podía vivir sin comer jabón, ¡qué carga! Pero esta historia de Yaz es particularmente peculiar. Un antojo por algo que generalmente usamos para escribir o envolver regalos... ¿Quién lo diría?
En el Foro de Costa Rica estamos acostumbrados a ver cosas raras, pero esto definitivamente supera todas las expectativas. Nos preguntamos si podría tratarse de alguna conexión psicológica profunda, o si simplemente es un capricho inexplicable. ¿Será que Yaz está buscando llenar algún vacío emocional con este extraño hábito? ¿Creen ustedes que es posible desarrollar una adicción a comer papel, o es simplemente un caso aislado de Pica?
Y hablando de antojos raros, ¿alguna vez han experimentado un antojo inesperado que los dejó perplejos? Compartan sus experiencias en el foro, porque esta conversación promete ser más interesante que leer un periódico entero... ¡y quizás más digerible!