¡Ay, Dios mío, qué torta nos está pasando! Parece que la confianza en nuestros notarios, esos que juramos estaban ahí para protegernos, está dando tumbos. Resulta que una banda de oportunistas se están aprovechando de la fe pública que tienen estos señores para hacerle zancadillas a la gente, moviendo propiedades y dejando familias en la calle. ¡Una pena!
La Fiscalía de Fraudes está sacudiendo la olla, revelando que los traspasos ilegales y fraudes registrales han ido creciendo como espuma en los últimos diez años. Y, sorpresa, sorpresa, muchos de estos malos pasos son posibles gracias a la fe pública que ostentan los notarios. Algunos, parece ser, están siendo cómplices involuntarios, y otros… bueno, ya sabemos, buscando cómo llenarle los bolsillos a los delincuentes.
El fiscal Carlos Meléndez, quien está liderando la investigación, nos dice textualmente: “En ocasiones, la fe pública pone cuesta arriba las investigaciones”. Imagínate, señores, la dificultad de perseguir a alguien que tiene el sello de aprobación del Estado. Con esa credibilidad, pueden mover propiedades a toda velocidad, creando un laberinto legal del cual es casi imposible salir.
Y no es solo que la cosa esté complicada; es que la frecuencia con la que esto ocurre es preocupante. Según datos del Sistema de Informe Policial Homologado (IPH), hemos registrado unos 540 casos de fraude registral desde 2014 hasta ahora, con un pico escalofriante entre 2021 y 2023. ¡Son cientos de familias sufriendo las consecuencias de la codicia ajena! En San José, la provincia más afectada, hablamos de 292 casos, ¡una barbaridad!
Mariano Jiménez, jefe de la Dirección Nacional de Notariado, advierte que los delincuentes se aprovechan de la poca atención que le prestamos a nuestras propiedades. Se dan cuenta de que somos distraídos, que no revisamos constantemente quiénes son los dueños registrados, y entonces hacen de las suyas. ¡Nosotros mismos estamos facilitando el juego a estos matones!
Pero ojo, que no todo está perdido. Existe una herramienta llamada “alerta registral”, que funciona como un guardián silencioso para nuestras propiedades. Te avisa por correo electrónico cada vez que haya algún movimiento sospechoso en tu bien raíz. Por solo $15 al año (¡menos de lo que gastamos en un café!), puedes estar al tanto de cualquier intento de robo. ¡Es como ponerle un candado digital a tu casa!
La DNN, la Fiscalía, el Ministerio Público y el Registro Nacional están trabajando juntos para identificar a los notarios inescrupulosos y frenar esta ola de fraudes. Se están cruzando información, analizando patrones sospechosos y llevando a los culpables ante la justicia. Pero la verdad es que necesitamos que todos estemos más atentos, que verifiquemos la información, que no confiemos ciegamente en nadie.
Esta maraña de notarios cómplices, registros manipulados y ciudadanos desprevenidos nos deja pensando: ¿Cómo podemos recuperar la confianza en quienes deberían estar protegiendo nuestro patrimonio? ¿Deberíamos exigir una supervisión más rigurosa a los notarios, o simplemente depender de nuestra propia diligencia? ¡Compas, díganme qué piensan ustedes sobre esto! ¿Qué medidas creen que serían más efectivas para combatir este flagelo?
La Fiscalía de Fraudes está sacudiendo la olla, revelando que los traspasos ilegales y fraudes registrales han ido creciendo como espuma en los últimos diez años. Y, sorpresa, sorpresa, muchos de estos malos pasos son posibles gracias a la fe pública que ostentan los notarios. Algunos, parece ser, están siendo cómplices involuntarios, y otros… bueno, ya sabemos, buscando cómo llenarle los bolsillos a los delincuentes.
El fiscal Carlos Meléndez, quien está liderando la investigación, nos dice textualmente: “En ocasiones, la fe pública pone cuesta arriba las investigaciones”. Imagínate, señores, la dificultad de perseguir a alguien que tiene el sello de aprobación del Estado. Con esa credibilidad, pueden mover propiedades a toda velocidad, creando un laberinto legal del cual es casi imposible salir.
Y no es solo que la cosa esté complicada; es que la frecuencia con la que esto ocurre es preocupante. Según datos del Sistema de Informe Policial Homologado (IPH), hemos registrado unos 540 casos de fraude registral desde 2014 hasta ahora, con un pico escalofriante entre 2021 y 2023. ¡Son cientos de familias sufriendo las consecuencias de la codicia ajena! En San José, la provincia más afectada, hablamos de 292 casos, ¡una barbaridad!
Mariano Jiménez, jefe de la Dirección Nacional de Notariado, advierte que los delincuentes se aprovechan de la poca atención que le prestamos a nuestras propiedades. Se dan cuenta de que somos distraídos, que no revisamos constantemente quiénes son los dueños registrados, y entonces hacen de las suyas. ¡Nosotros mismos estamos facilitando el juego a estos matones!
Pero ojo, que no todo está perdido. Existe una herramienta llamada “alerta registral”, que funciona como un guardián silencioso para nuestras propiedades. Te avisa por correo electrónico cada vez que haya algún movimiento sospechoso en tu bien raíz. Por solo $15 al año (¡menos de lo que gastamos en un café!), puedes estar al tanto de cualquier intento de robo. ¡Es como ponerle un candado digital a tu casa!
La DNN, la Fiscalía, el Ministerio Público y el Registro Nacional están trabajando juntos para identificar a los notarios inescrupulosos y frenar esta ola de fraudes. Se están cruzando información, analizando patrones sospechosos y llevando a los culpables ante la justicia. Pero la verdad es que necesitamos que todos estemos más atentos, que verifiquemos la información, que no confiemos ciegamente en nadie.
Esta maraña de notarios cómplices, registros manipulados y ciudadanos desprevenidos nos deja pensando: ¿Cómo podemos recuperar la confianza en quienes deberían estar protegiendo nuestro patrimonio? ¿Deberíamos exigir una supervisión más rigurosa a los notarios, o simplemente depender de nuestra propia diligencia? ¡Compas, díganme qué piensan ustedes sobre esto! ¿Qué medidas creen que serían más efectivas para combatir este flagelo?