¡Ay, Dios mío, qué torta! Resulta que el tan esperado acuerdo comercial entre la Unión Europea y el Mercosur, ese que llevaban bateando desde tiempos de nuestros abuelos, se va pa' enero. Ursula von der Leyen, la jefa de la Comisión Europea, lo anunció en plena cumbre en Bruselas, justo cuando miles de agricultores estaban ahí haciendo un buen escándalo.
Esta vainera llevaba un cuarto de siglo en tabla rasa, y todos pensábamos que ya íbamos a ver café colombiano en cada esquina de Alemania y carros ticos rodando por las autopistas francesas. El plan era simple: Europa entraba con sus máquinas y carros lujosos, mientras que nosotros sacábamos carne, arroz, miel y soya, que dicen que allá sí saben valorarlos. Pero parece que la cosa andaba más complicada que un brete.
Luiz Inácio Lula da Silva, el presidente brasileño, ya había avisado que iba a pedir paciencia, y vaya si la pidió. Resulta que Giorgia Meloni, la premier italiana, le mandó un mensajito diciendo que Italia necesitaba más tiempo para ponerse de acuerdo. ¡Qué sal! Porque eso significaba que los países del norte de Europa, esos que siempre quieren ir a paso firme, quedaron frustrados.
Y ni hablemos de lo que pasó en Bruselas. Miles de agricultores, enfadados hasta la médula, fueron a demostrar contra el acuerdo. Llantas quemándose, papayas volando… ¡parecía un baile de viejas en Carnaval! La policía tuvo que mandar agua y gas lacrimógeno para tratar de controlar la situación. ¡Qué escena! Algunos incluso amenazaban con bloquear todas las carreteras principales.
Esta vainera llevaba un cuarto de siglo en tabla rasa, y todos pensábamos que ya íbamos a ver café colombiano en cada esquina de Alemania y carros ticos rodando por las autopistas francesas. El plan era simple: Europa entraba con sus máquinas y carros lujosos, mientras que nosotros sacábamos carne, arroz, miel y soya, que dicen que allá sí saben valorarlos. Pero parece que la cosa andaba más complicada que un brete.
Luiz Inácio Lula da Silva, el presidente brasileño, ya había avisado que iba a pedir paciencia, y vaya si la pidió. Resulta que Giorgia Meloni, la premier italiana, le mandó un mensajito diciendo que Italia necesitaba más tiempo para ponerse de acuerdo. ¡Qué sal! Porque eso significaba que los países del norte de Europa, esos que siempre quieren ir a paso firme, quedaron frustrados.
Y ni hablemos de lo que pasó en Bruselas. Miles de agricultores, enfadados hasta la médula, fueron a demostrar contra el acuerdo. Llantas quemándose, papayas volando… ¡parecía un baile de viejas en Carnaval! La policía tuvo que mandar agua y gas lacrimógeno para tratar de controlar la situación. ¡Qué escena! Algunos incluso amenazaban con bloquear todas las carreteras principales.