¡Ay, Dios mío! La cosa está pegajosa en Costa Rica. Resulta que la Universidad Fidélitas ha soltado la bomba: unos vándalos están haciendo de las suyas llamando a la gente haciéndose pasar por ellos. ¡Y qué cuidado, pura lana quieren robarle al pueblo!
Según la universidad, estos estafadores tienen bien planeada la jugada. Se ponen creativos usando pretextos como reclutamientos falsos o temas académicos inventados para sacarles información personal. Claramente, estos tipos no tienen nada que hacer y quieren aprovecharse de la buena fe de los estudiantes y exalumnos.
La Fidélitas, como buena institución responsable, salió al frente rápido para avisarle a la población. No quieren que nadie caiga en esta vaina turbia y termine perdiendo sus ahorros. Así que mandaron un mensaje clarísimo: “¡No le den bola a esos mamarrachos!”
Para ponerle fin a este brete, la universidad publicó una lista de recomendaciones directas y al grano. Lo primero, y más importante: ¡no den ni un solo dato personal! Ni siquiera si les suena convincente la voz al otro lado del teléfono. Segundo, colgar el teléfono de inmediato; no pierdan tiempo discutiendo con ese oportunista. Tercero, reporten estos casos a las autoridades competentes. ¡Que los agarren con las manos en la masa!
Imaginen la pena de alguno de nuestros familiares o amigos cayendo en este embate. Uno piensa que ya estamos avanzados como país, pero todavía hay personas que se dejan engañar fácilmente. Por eso es crucial estar alerta y difundir la información entre conocidos, especialmente aquellos que no están tan familiarizados con estas tecnologías.
En tiempos donde la seguridad informática es una preocupación constante, este tipo de fraudes se han vuelto más sofisticados y difíciles de detectar. Ya no basta con ser precavido, hay que estar súper atento a cualquier señal sospechosa. Estos estafadores están aprendiendo rápido, así que nosotros tenemos que hacerlo también.
La universidad enfatizó que nunca, jamás, pedirán información confidencial por teléfono. Ni números de cuenta bancaria, ni tarjetas de crédito, ni firmas digitales, ni nada de eso. Esto debería servir como una bandera roja gigante para todos los que reciban alguna llamada de este tipo. ¡Más vale prevenir que lamentar, dicen los viejos!
Ahora, dime tú, ¿qué opinas? Con tanta tecnología y avances, ¿cómo podemos protegernos mejor de estas estafas telefónicas y online? ¿Crees que deberíamos exigir más controles y regulaciones a las empresas de telecomunicaciones para evitar que se utilicen nuestras líneas para fines ilícitos?
Según la universidad, estos estafadores tienen bien planeada la jugada. Se ponen creativos usando pretextos como reclutamientos falsos o temas académicos inventados para sacarles información personal. Claramente, estos tipos no tienen nada que hacer y quieren aprovecharse de la buena fe de los estudiantes y exalumnos.
La Fidélitas, como buena institución responsable, salió al frente rápido para avisarle a la población. No quieren que nadie caiga en esta vaina turbia y termine perdiendo sus ahorros. Así que mandaron un mensaje clarísimo: “¡No le den bola a esos mamarrachos!”
Para ponerle fin a este brete, la universidad publicó una lista de recomendaciones directas y al grano. Lo primero, y más importante: ¡no den ni un solo dato personal! Ni siquiera si les suena convincente la voz al otro lado del teléfono. Segundo, colgar el teléfono de inmediato; no pierdan tiempo discutiendo con ese oportunista. Tercero, reporten estos casos a las autoridades competentes. ¡Que los agarren con las manos en la masa!
Imaginen la pena de alguno de nuestros familiares o amigos cayendo en este embate. Uno piensa que ya estamos avanzados como país, pero todavía hay personas que se dejan engañar fácilmente. Por eso es crucial estar alerta y difundir la información entre conocidos, especialmente aquellos que no están tan familiarizados con estas tecnologías.
En tiempos donde la seguridad informática es una preocupación constante, este tipo de fraudes se han vuelto más sofisticados y difíciles de detectar. Ya no basta con ser precavido, hay que estar súper atento a cualquier señal sospechosa. Estos estafadores están aprendiendo rápido, así que nosotros tenemos que hacerlo también.
La universidad enfatizó que nunca, jamás, pedirán información confidencial por teléfono. Ni números de cuenta bancaria, ni tarjetas de crédito, ni firmas digitales, ni nada de eso. Esto debería servir como una bandera roja gigante para todos los que reciban alguna llamada de este tipo. ¡Más vale prevenir que lamentar, dicen los viejos!
Ahora, dime tú, ¿qué opinas? Con tanta tecnología y avances, ¿cómo podemos protegernos mejor de estas estafas telefónicas y online? ¿Crees que deberíamos exigir más controles y regulaciones a las empresas de telecomunicaciones para evitar que se utilicen nuestras líneas para fines ilícitos?