¡Ay, Dios mío! Parece que el Parque Braulio Carrillo (alias La Merced) sigue siendo un hervidero de cosas turbias. Ahora, resulta que la venta ilegal de medicamentos, esos ‘chunches’ que te prometen milagros, se le puso el turbo a tal grado que la Fiscalía tuvo que levantar el lomo y declarar la guerra. Ya saben, como cuando te dicen 'esto va a acabar', pero a lo médico y con penas de cade.
El fiscal Jorge Meckbel soltó la bomba diciendo que tratar a alguien que vende unas pastillas ilegales es lo mismo que vender piedra de crack. ¡Imagínate la bronca! Según él, la ley no hace distinción, ni siquiera le importa si son una o dos pastillitas. Lo que importa es que estás moviendo mercancía ilícita y eso te sale caro, muy caro, imagínatelo. La Ley de Psicotrópicos y la Ley General de Salud están listas para darle candela a estos negocios, y ya se siente el calor, brete.
Y ojo, que la cosa no es broma. Antes era como buscarle tres pies al gato, casi nadie caía. Pero ahora, con la nueva estrategia, ¡boom!, los procesos se multiplicaron por mil. Pasamos de ver uno o ningún caso al mes a tener entre diez y quince, ¡qué nivel! Eso significa que la policía está apretándole más el tornillo a la mara que anda vendiendo estos 'medicamentos' a diestra y siniestra. Se nota que alguien le dio duro al tema de la capacitación, porque ya no andan dando vueltas.
Ahora bien, ¿de qué medicamentos estamos hablando? Pues parece que se enfocarán en los de 'receta verde', esos que necesitas ir al doctor para conseguirlos. Entre veinte y veinticinco sustancias estarían en la mira judicial, según el fiscal. Imagínate, andar con esas cantidades en La Merced... pura torta, mae. Y no solo eso, sino que quieren saber de dónde vienen, si fueron robadas de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), o quién anda facilitando el robo. ¡Eso sí es investigar a fondo!
Para meterse en líos judiciales, necesitan más que unas cuantas pastillas. Requieren pruebas contundentes, como un dictamen del laboratorio de ciencias forenses. Ese laboratorio es como la llave maestra, porque es el que determina si lo que estás vendiendo realmente tiene químicos prohibidos. Sin ese certificado, la cosa se complica y la defensa puede jugar sus cartas. Es como querer cocinar sin fuego, puro esfuerzo en balde.
Las penas, bretes, no son mimos. Artículo 58 de la Ley de Psicotrópicos dice claro: de ocho a quince años de cárcel. Y encima, pueden decomisarte el dinero, las sustancias… ¡todo! Si te agarran en flagrante, directo a la celda. Si no, te procesan por la Unidad de Trámite Rápido. ¡Menos mal que no dan cadenas perpetuas! Aunque con lo rápido que avanza la corrupción, nunca se sabe.
Y aquí viene la parte más interesante: según el fiscal, detrás de toda esta mara hay gente organizada, posiblemente extranjeros en condición irregular. Y aquí se empieza a sospechar de complicidades internas en la CCSS. ¡Imagínate! Alguien desde adentro está sacando medicamentos y vendiéndolos en el mercado negro. Podrían ser doctores, farmacéuticos, enfermeros… ¡una lista larga! Y los pacientes también podrían estar metidos, comprando y revendiendo. ¡Un círculo vicioso de mala onda!
Pero bueno, no todos los que compran son culpables. No los están acusando penalmente, aunque preocupa que muchos sean jóvenes de 18 a 25 años. Estos maes, ingenuos o desesperados, creen que esas pastillas les van a solucionar la vida, pero terminan sufriendo infartos, quedando en estado vegetal o peor… muriendo. ¡Qué sal! Entonces, digo, ¿usted cree que deberíamos endurecer las penas para los vendedores y ofrecer programas de apoyo para los consumidores o seguir esperando a que esto se vaya al traste?
El fiscal Jorge Meckbel soltó la bomba diciendo que tratar a alguien que vende unas pastillas ilegales es lo mismo que vender piedra de crack. ¡Imagínate la bronca! Según él, la ley no hace distinción, ni siquiera le importa si son una o dos pastillitas. Lo que importa es que estás moviendo mercancía ilícita y eso te sale caro, muy caro, imagínatelo. La Ley de Psicotrópicos y la Ley General de Salud están listas para darle candela a estos negocios, y ya se siente el calor, brete.
Y ojo, que la cosa no es broma. Antes era como buscarle tres pies al gato, casi nadie caía. Pero ahora, con la nueva estrategia, ¡boom!, los procesos se multiplicaron por mil. Pasamos de ver uno o ningún caso al mes a tener entre diez y quince, ¡qué nivel! Eso significa que la policía está apretándole más el tornillo a la mara que anda vendiendo estos 'medicamentos' a diestra y siniestra. Se nota que alguien le dio duro al tema de la capacitación, porque ya no andan dando vueltas.
Ahora bien, ¿de qué medicamentos estamos hablando? Pues parece que se enfocarán en los de 'receta verde', esos que necesitas ir al doctor para conseguirlos. Entre veinte y veinticinco sustancias estarían en la mira judicial, según el fiscal. Imagínate, andar con esas cantidades en La Merced... pura torta, mae. Y no solo eso, sino que quieren saber de dónde vienen, si fueron robadas de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), o quién anda facilitando el robo. ¡Eso sí es investigar a fondo!
Para meterse en líos judiciales, necesitan más que unas cuantas pastillas. Requieren pruebas contundentes, como un dictamen del laboratorio de ciencias forenses. Ese laboratorio es como la llave maestra, porque es el que determina si lo que estás vendiendo realmente tiene químicos prohibidos. Sin ese certificado, la cosa se complica y la defensa puede jugar sus cartas. Es como querer cocinar sin fuego, puro esfuerzo en balde.
Las penas, bretes, no son mimos. Artículo 58 de la Ley de Psicotrópicos dice claro: de ocho a quince años de cárcel. Y encima, pueden decomisarte el dinero, las sustancias… ¡todo! Si te agarran en flagrante, directo a la celda. Si no, te procesan por la Unidad de Trámite Rápido. ¡Menos mal que no dan cadenas perpetuas! Aunque con lo rápido que avanza la corrupción, nunca se sabe.
Y aquí viene la parte más interesante: según el fiscal, detrás de toda esta mara hay gente organizada, posiblemente extranjeros en condición irregular. Y aquí se empieza a sospechar de complicidades internas en la CCSS. ¡Imagínate! Alguien desde adentro está sacando medicamentos y vendiéndolos en el mercado negro. Podrían ser doctores, farmacéuticos, enfermeros… ¡una lista larga! Y los pacientes también podrían estar metidos, comprando y revendiendo. ¡Un círculo vicioso de mala onda!
Pero bueno, no todos los que compran son culpables. No los están acusando penalmente, aunque preocupa que muchos sean jóvenes de 18 a 25 años. Estos maes, ingenuos o desesperados, creen que esas pastillas les van a solucionar la vida, pero terminan sufriendo infartos, quedando en estado vegetal o peor… muriendo. ¡Qué sal! Entonces, digo, ¿usted cree que deberíamos endurecer las penas para los vendedores y ofrecer programas de apoyo para los consumidores o seguir esperando a que esto se vaya al traste?
