¡Ay, Dios mío, qué panorama! Resulta que un viaje familiar a la costa caribeña terminó en zozobra tremenda. Un muchacho de 14 años, allá pa’l norte en el Islote de San Bernardo, recibió un mordisco de un tiburón mientras se estaba dando un chapuzón en unas aguas que, al parecer, no estaban tan seguras como parecían. La bronca es que este pobre chico estaba ahí, pagándole $10,000 colones por estar cerca de estos animales en cautiverio... ¡una locura!
El Islote de San Bernardo, ya saben, ese pedacito de tierra densamente poblado, se ha convertido en un imán para el turismo barato y, lamentablemente, muy desorganizado. Ahí, entre las palapas y los barcos, encontré un ‘acuario artesanal’, como le llaman algunos, donde tienen metidos unos 14 tiburones en unas piletas que dan pena verlas. Se aprovechan de la curiosidad de la gente, ofreciendo fotos y hasta baños con tiburones… ¡como si fueran delfines en Disney World!
Según cuentan los vecinos, el muchacho estaba ahí, posando para una foto, cuando de repente el tiburón, que parecía bastante estresado, le dio un mordisco en la mano. Dicen que el animal andaba inquieto, porque claro, vivir encerrado en un lugar pequeño, sin poder moverse, no es precisamente lo ideal para un tiburón. Imagínate estar todo el día viendo cuatro paredes... ¡hasta te ponés neurótico!
Por suerte, lograron atenderlo rápido y lo mandaron pa’ Tolú, donde todavía está en observación. Pero la bronca no es solo por el susto y la lesión del chico, sino por toda la situación que se vive ahí. Gente que trabaja sin ningún tipo de regulación, poniendo en riesgo tanto a los turistas como a los animales.
Y ojo, porque esto no es nuevo. Llevan años denunciando cómo tratan a estos tiburones, que dicen domesticarlos y hasta les sacan los dientes para que no muerdan, ¡pero eso tampoco justifica la situación! Expertos en vida marina ya han dicho que estas prácticas son pura crueldad animal y que es solo cuestión de tiempo que vuelva a pasar algo así, o peor aún.
Parques Nacionales, la Armada, la Municipalidad... nadie parece querer meterle mucho empeño al asunto. Es como que prefieren hacer la vista gorda, aunque los vecinos clamen por ayuda. Se sienten atrapados entre la necesidad de trabajar y el miedo a que ocurra otra tragedia. Ya no es un secreto que muchas familias dependen de este tipo de turismo informal para sobrevivir, pero a qué precio, diay?
Ahora varias organizaciones están pidiendo que liberen a esos pobres tiburones y que se les ofrezca alternativas a los isleños para que puedan ganarse la vida sin dañar a los animales. Dicen que los tiburones no son atracciones turísticas, sino seres vivos que merecen respeto y libertad. Y creo que tienen razón, ¿quiénes somos nosotros para encerrar a un tiburón en una pileta solo para que la gente se tome selfies?
La verdad, la situación me preocupa. Parece que estamos dispuestos a sacrificar el bienestar animal y el medio ambiente por unos cuantos mangos. ¿Será que necesitamos urgentemente una regulación más estricta del turismo en zonas rurales y costeras, o seguiremos esperando a que pase otra tragedia para despertar? ¿Ustedes creen que es posible conciliar el desarrollo económico con la conservación del medio ambiente y el bienestar animal en lugares como el Islote de San Bernardo? Dejen sus opiniones en el foro, ¡me interesa saber qué piensan ustedes!
El Islote de San Bernardo, ya saben, ese pedacito de tierra densamente poblado, se ha convertido en un imán para el turismo barato y, lamentablemente, muy desorganizado. Ahí, entre las palapas y los barcos, encontré un ‘acuario artesanal’, como le llaman algunos, donde tienen metidos unos 14 tiburones en unas piletas que dan pena verlas. Se aprovechan de la curiosidad de la gente, ofreciendo fotos y hasta baños con tiburones… ¡como si fueran delfines en Disney World!
Según cuentan los vecinos, el muchacho estaba ahí, posando para una foto, cuando de repente el tiburón, que parecía bastante estresado, le dio un mordisco en la mano. Dicen que el animal andaba inquieto, porque claro, vivir encerrado en un lugar pequeño, sin poder moverse, no es precisamente lo ideal para un tiburón. Imagínate estar todo el día viendo cuatro paredes... ¡hasta te ponés neurótico!
Por suerte, lograron atenderlo rápido y lo mandaron pa’ Tolú, donde todavía está en observación. Pero la bronca no es solo por el susto y la lesión del chico, sino por toda la situación que se vive ahí. Gente que trabaja sin ningún tipo de regulación, poniendo en riesgo tanto a los turistas como a los animales.
Y ojo, porque esto no es nuevo. Llevan años denunciando cómo tratan a estos tiburones, que dicen domesticarlos y hasta les sacan los dientes para que no muerdan, ¡pero eso tampoco justifica la situación! Expertos en vida marina ya han dicho que estas prácticas son pura crueldad animal y que es solo cuestión de tiempo que vuelva a pasar algo así, o peor aún.
Parques Nacionales, la Armada, la Municipalidad... nadie parece querer meterle mucho empeño al asunto. Es como que prefieren hacer la vista gorda, aunque los vecinos clamen por ayuda. Se sienten atrapados entre la necesidad de trabajar y el miedo a que ocurra otra tragedia. Ya no es un secreto que muchas familias dependen de este tipo de turismo informal para sobrevivir, pero a qué precio, diay?
Ahora varias organizaciones están pidiendo que liberen a esos pobres tiburones y que se les ofrezca alternativas a los isleños para que puedan ganarse la vida sin dañar a los animales. Dicen que los tiburones no son atracciones turísticas, sino seres vivos que merecen respeto y libertad. Y creo que tienen razón, ¿quiénes somos nosotros para encerrar a un tiburón en una pileta solo para que la gente se tome selfies?
La verdad, la situación me preocupa. Parece que estamos dispuestos a sacrificar el bienestar animal y el medio ambiente por unos cuantos mangos. ¿Será que necesitamos urgentemente una regulación más estricta del turismo en zonas rurales y costeras, o seguiremos esperando a que pase otra tragedia para despertar? ¿Ustedes creen que es posible conciliar el desarrollo económico con la conservación del medio ambiente y el bienestar animal en lugares como el Islote de San Bernardo? Dejen sus opiniones en el foro, ¡me interesa saber qué piensan ustedes!