¡Paté! Quién iba a decir que el racquetball, este deporte que parece exclusivo de atletas súper rápidos y ágiles, se abría camino entre nuestros hermanos y hermanas con discapacidad. Pero resulta que la Federación Costarricense de Racquetball (FECORA) le dio una vuelta a la rosca y organizó una actividad inclusiva que dejó a todos boquiabiertos – ¡en el buen sentido, claro!
La movida se llevó a cabo en la cancha de Ciudad Deportiva en Hatillo, donde se juntaron los grupos ACEFO Pavas y la Asociación Deportiva Team Down para probar este deporte por primera vez. Imagínate, gente con discapacidad intelectual agarrando la raqueta y mandándole duro a la pelota. ¡Un espectáculo, diay!
La verdad es que esto va más allá de unas sencillas demostraciones deportivas. Es un mensaje contundente de que la inclusión es posible en cualquier ámbito, incluso en actividades que tradicionalmente se consideraban reservadas para unos pocos. Y eso, mis panas, vale oro.
Ignacio Sabaté, el entrenador, junto con esos jovencitos talentosos – Alonso Chinchilla, Santiago Vargas y Adrián Elizondo – fueron los encargados de enseñarles los fundamentos básicos del racquetball, adaptándolos para que todos pudieran participar. No fue fácil, claro, pero verlos esforzándose y divirtiéndose fue realmente inspirador. Se rifaron, haciendo hasta lo imposible para que nadie se quedara atrás, ¡pura actitud!
Y ni hablar del apoyo logístico: el Icoder puso el dinerito, el CCDR San José prestó las canchas y la Asociación de Racquetball de Hatillo se ofreció a colaborar. Una verdadera muestra de que cuando nos ponemos las pilas, podemos lograr cosas increíbles. Esto demuestra que hay corazones solidarios y gente comprometida con hacer de Costa Rica un lugar más justo e inclusivo.
Lo bueno de esta actividad es que no se trató solamente de aprender a jugar racquetball. También hubo dinámicas grupales que les permitieron a estos deportistas demostrar sus habilidades y fortalecer sus lazos. De repente, todos se olvidaron de sus limitaciones y se enfocaron en disfrutar del momento y celebrar sus logros, ¡qué chiva!
Este tipo de iniciativas son esenciales para romper estereotipos y crear conciencia sobre las capacidades de las personas con discapacidad. Nos recuerdan que todos tenemos algo valioso que aportar, independientemente de nuestras diferencias. Además, promueve la visibilidad de estas personas, generando empatía y respeto en toda la comunidad. ¡Es pura bendición tener estas actividades en nuestro país!
Ahora me pregunto, ¿cree usted que deberíamos promover más actividades deportivas inclusivas como esta en todas las comunidades de Costa Rica? ¿Qué otras barreras debemos derribar para garantizar que las personas con discapacidad tengan acceso pleno y equitativo a la práctica deportiva?
La movida se llevó a cabo en la cancha de Ciudad Deportiva en Hatillo, donde se juntaron los grupos ACEFO Pavas y la Asociación Deportiva Team Down para probar este deporte por primera vez. Imagínate, gente con discapacidad intelectual agarrando la raqueta y mandándole duro a la pelota. ¡Un espectáculo, diay!
La verdad es que esto va más allá de unas sencillas demostraciones deportivas. Es un mensaje contundente de que la inclusión es posible en cualquier ámbito, incluso en actividades que tradicionalmente se consideraban reservadas para unos pocos. Y eso, mis panas, vale oro.
Ignacio Sabaté, el entrenador, junto con esos jovencitos talentosos – Alonso Chinchilla, Santiago Vargas y Adrián Elizondo – fueron los encargados de enseñarles los fundamentos básicos del racquetball, adaptándolos para que todos pudieran participar. No fue fácil, claro, pero verlos esforzándose y divirtiéndose fue realmente inspirador. Se rifaron, haciendo hasta lo imposible para que nadie se quedara atrás, ¡pura actitud!
Y ni hablar del apoyo logístico: el Icoder puso el dinerito, el CCDR San José prestó las canchas y la Asociación de Racquetball de Hatillo se ofreció a colaborar. Una verdadera muestra de que cuando nos ponemos las pilas, podemos lograr cosas increíbles. Esto demuestra que hay corazones solidarios y gente comprometida con hacer de Costa Rica un lugar más justo e inclusivo.
Lo bueno de esta actividad es que no se trató solamente de aprender a jugar racquetball. También hubo dinámicas grupales que les permitieron a estos deportistas demostrar sus habilidades y fortalecer sus lazos. De repente, todos se olvidaron de sus limitaciones y se enfocaron en disfrutar del momento y celebrar sus logros, ¡qué chiva!
Este tipo de iniciativas son esenciales para romper estereotipos y crear conciencia sobre las capacidades de las personas con discapacidad. Nos recuerdan que todos tenemos algo valioso que aportar, independientemente de nuestras diferencias. Además, promueve la visibilidad de estas personas, generando empatía y respeto en toda la comunidad. ¡Es pura bendición tener estas actividades en nuestro país!
Ahora me pregunto, ¿cree usted que deberíamos promover más actividades deportivas inclusivas como esta en todas las comunidades de Costa Rica? ¿Qué otras barreras debemos derribar para garantizar que las personas con discapacidad tengan acceso pleno y equitativo a la práctica deportiva?