Ella y Él - El Relato Mayor
Él disfrutaba la compañía de ella todo cuanto podía, a pesar de tener sentimientos en su interior que él no podría expresar frente a ella. Ella era una mujer muy bella, muy atractiva y muy sensual. Y por si eso fuera poco, ellos se llevaban bien, compartían algunos gustos en común y disfrutaban de la compañía del otro. Sin embargo ella no sentía por él lo mismo que él sentía por ella. Para ella él era solo uno de sus muchos amigos, quizás no el más interesante ni el mejor, solamente uno de sus muchos amigos. Pero para él, ella era una persona muy interesante y atractiva de la que entre sueños despiertos, él ya llevaba mucho tiempo enamorado.
Ella tenía un cabello largo y hermoso, un cabello como eso que armoniza y realza los rasgos de cualquier rostro. Un cabello de esos que parece acariciar las mejillas de una mujer y parece bajar hasta sus hombros envolviéndolos y abrazándolos. Ella también tenía algo que a él simplemente lo enloquecía, un hermoso par de pechos aceptablemente grandes. Y ella vestía un delicado y sensual escote, uno que le dejaba ver el glorioso relieve de las curvas en su pecho, y el sensualísimo valle que se formaba entre sus pechos. Él estaba frente a ella, estaba mirando el vello rostro de ella. Por un segundo soñó despierto que se acercaba poco a poco a ella y la abrazaba por la cadera y acariciaba su cabello, soñó despierto que se acercaba tanto a ella, hasta besar sus labios. Pero nada de aquello pasó. Él solo soñaba despierto, él soñaba despierto muy seguido, y aquellos sueños eran muy vividos cuando él estaba frente a ella.
A veces soñaba por horas y horas una fantasía muy recurrente que tenía. Él soñaba despierto que llegaba a ella, le daba el más tierno beso del mundo en su mejilla y luego la abrazaba, y el fantaseaba que con aquel abrazo ambos eran inundados de un diluvio de amor que se desbordaba de su corazones. Luego él se acercaba a su oído y le decía "te amo", y ella de la misma marera acercaba su boca a su oído y le decía "yo también te amo". Él tenía esta fantasía una y otra vez, a veces la imaginaba muy despacio para durar más y dilucidar más detalles. Otras veces él fantaseaba que de alguna manera ella necesitaba urgentemente de él, y que el corría atendiendo presto su solicitud, o fantaseaba que ella estaba en problemas y él llegaba fuerte y valeroso a salvarla, y que como causa de su fuerza y su servicio en pro de ella, él ganaba su amor y su corazón y su felicidad era inmensa a verse sujeto el amor de la mujer que él ya amaba.
Pero no todo era bonito y no todas las voces de su cabeza estaban con él. Habían unos voces en su cabeza que se habían vuelto el su contra. Él sabía que ella era una muy bella y sensual. Él sabía también que había otros hombres que también se deseaban lo que él se deseaba con ella. Él sabía que había más hombres y que ella también era bella y sensual para otros hombres. Y las voces en su cabeza, murmuraban en su contra, recordándole aquello que quería callar para no oírlo jamás. Las voces le decían que había muchos otros hombres que también estaban enamorados de ella, y las voces le decían que muchos de ellos eran mejores, más fuertes, más inteligentes, más atractivos. Aquellas voces le decían que ella nunca sería suya, que sus deseos eran imposibles. Las voces también le decían que su amor era falso, le decían que aquello no era amor, le decían que él era un hombre y que ella era una mujer muy sexi, y que a todos los hombres les gustan las mujeres sexis, tanto a los hombres buenos como a los malos. Luego las voces le decían que todo era el instinto animal en sus genes que le podían aparearse con mujeres sexis.
El seguía fantaseando con ella, y no escuchaba aquellas voces de su mente que le decían; "ella no te quiere", "pero si ella ya tiene novio y es mucho mejor que tu", "para ella no eres ni un amigo". Pero lo que a él más le dolía era cuando las voces le decían "no es amor, es solo tu instinto animal que te pide sexo". "No la amas, es solo lujuria, eres falso. "No es amor, es falso, es falso, es mentira, es mentira." Él odiaba esas voces y pretendía no escucharlas nunca. Entonces el siguió con sus fantasías y nada más, pero ella y él cada día estaban más lejos uno del otro y cada día se veían menos.
Él disfrutaba la compañía de ella todo cuanto podía, a pesar de tener sentimientos en su interior que él no podría expresar frente a ella. Ella era una mujer muy bella, muy atractiva y muy sensual. Y por si eso fuera poco, ellos se llevaban bien, compartían algunos gustos en común y disfrutaban de la compañía del otro. Sin embargo ella no sentía por él lo mismo que él sentía por ella. Para ella él era solo uno de sus muchos amigos, quizás no el más interesante ni el mejor, solamente uno de sus muchos amigos. Pero para él, ella era una persona muy interesante y atractiva de la que entre sueños despiertos, él ya llevaba mucho tiempo enamorado.
Ella tenía un cabello largo y hermoso, un cabello como eso que armoniza y realza los rasgos de cualquier rostro. Un cabello de esos que parece acariciar las mejillas de una mujer y parece bajar hasta sus hombros envolviéndolos y abrazándolos. Ella también tenía algo que a él simplemente lo enloquecía, un hermoso par de pechos aceptablemente grandes. Y ella vestía un delicado y sensual escote, uno que le dejaba ver el glorioso relieve de las curvas en su pecho, y el sensualísimo valle que se formaba entre sus pechos. Él estaba frente a ella, estaba mirando el vello rostro de ella. Por un segundo soñó despierto que se acercaba poco a poco a ella y la abrazaba por la cadera y acariciaba su cabello, soñó despierto que se acercaba tanto a ella, hasta besar sus labios. Pero nada de aquello pasó. Él solo soñaba despierto, él soñaba despierto muy seguido, y aquellos sueños eran muy vividos cuando él estaba frente a ella.
A veces soñaba por horas y horas una fantasía muy recurrente que tenía. Él soñaba despierto que llegaba a ella, le daba el más tierno beso del mundo en su mejilla y luego la abrazaba, y el fantaseaba que con aquel abrazo ambos eran inundados de un diluvio de amor que se desbordaba de su corazones. Luego él se acercaba a su oído y le decía "te amo", y ella de la misma marera acercaba su boca a su oído y le decía "yo también te amo". Él tenía esta fantasía una y otra vez, a veces la imaginaba muy despacio para durar más y dilucidar más detalles. Otras veces él fantaseaba que de alguna manera ella necesitaba urgentemente de él, y que el corría atendiendo presto su solicitud, o fantaseaba que ella estaba en problemas y él llegaba fuerte y valeroso a salvarla, y que como causa de su fuerza y su servicio en pro de ella, él ganaba su amor y su corazón y su felicidad era inmensa a verse sujeto el amor de la mujer que él ya amaba.
Pero no todo era bonito y no todas las voces de su cabeza estaban con él. Habían unos voces en su cabeza que se habían vuelto el su contra. Él sabía que ella era una muy bella y sensual. Él sabía también que había otros hombres que también se deseaban lo que él se deseaba con ella. Él sabía que había más hombres y que ella también era bella y sensual para otros hombres. Y las voces en su cabeza, murmuraban en su contra, recordándole aquello que quería callar para no oírlo jamás. Las voces le decían que había muchos otros hombres que también estaban enamorados de ella, y las voces le decían que muchos de ellos eran mejores, más fuertes, más inteligentes, más atractivos. Aquellas voces le decían que ella nunca sería suya, que sus deseos eran imposibles. Las voces también le decían que su amor era falso, le decían que aquello no era amor, le decían que él era un hombre y que ella era una mujer muy sexi, y que a todos los hombres les gustan las mujeres sexis, tanto a los hombres buenos como a los malos. Luego las voces le decían que todo era el instinto animal en sus genes que le podían aparearse con mujeres sexis.
El seguía fantaseando con ella, y no escuchaba aquellas voces de su mente que le decían; "ella no te quiere", "pero si ella ya tiene novio y es mucho mejor que tu", "para ella no eres ni un amigo". Pero lo que a él más le dolía era cuando las voces le decían "no es amor, es solo tu instinto animal que te pide sexo". "No la amas, es solo lujuria, eres falso. "No es amor, es falso, es falso, es mentira, es mentira." Él odiaba esas voces y pretendía no escucharlas nunca. Entonces el siguió con sus fantasías y nada más, pero ella y él cada día estaban más lejos uno del otro y cada día se veían menos.
