¡Ay, Dios mío! Quién lo diría, ¿verdad, compañeros? Con toda la conversación sobre la baja inflación, parece que nos estamos metiendo en un brete más grande. Resulta que ahora más gente va a tener que darle al Ministerio de Hacienda, y no precisamente por gusto, sino porque el piso para empezar a pagar el impuesto sobre la renta bajó como pipa caliente. Gabriel Zamora, el abogado que anda haciendo ruido en el PLN, dice que esto no pinta bien para el asalariado.
Verán, la cosa es así: si bien la inflación andaba bastante calmada en los últimos años, eso no significa que nuestros quincenes hayan crecido mágicamente. Al contrario, los gastos básicos – comida, renta, transporte, luz, agua, internet… ¡la lista es larga! – siguen comiéndose gran parte del presupuesto familiar. ¿Y cómo afecta esto? Pues que el monto mínimo exento, el dinero que no te tocan con renta, ha ido descendiendo paulatinamente desde el 2022. Antes podías respirar un poquito más, pero ahora... ¡aguanta!
Zamora explica que, aunque el Índice de Precios al Consumidor (IPC), que es el que usan para calcular todo esto, muestre números bajos, la realidad es distinta en la calle. Nosotros seguimos viendo la leche subir de precio, los pasajes del bus igual, y ni hablar de la renta, que sigue por las nubes. Esta situación genera una contradicción flagrante: pagamos más renta y tenemos que enfrentar cargos impositivos mayores, a pesar de que el costo general de vida no ha descendido significativamente. ¡Es una verdadera torta!
El señor Zamora, con toda la razón del mundo, plantea que deberían ajustar la base exenta del impuesto sobre la renta para proteger el poder adquisitivo de los trabajadores. Según él, lo que estamos viendo es una estrategia puramente recaudatoria, donde el gobierno busca llenar las arcas fiscales a costa del bolsillo de la gente trabajadora. No vaya a ser que estén pensando “irse al traste” con la economía popular, diay.
Para ponerle número a la cosa, miren esta tabla que acaba de lanzar Hacienda: hasta ¢918.000 ya no le tocan, pero a partir de ahí empieza el baile con los porcentajes. Del 10% al 25%, dependiendo de cuánto ganes. Las empresas también tienen sus propias tarifas, llegando hasta el 20% si ganan mucho. Y los trabajadores independientes, pues ellos también tienen sus tablas, con exoneraciones hasta ¢6,2 millones. Un respiro, sí, pero no suficiente para quienes realmente andamos apretándole el chunche cada mes.
Lo que preocupa es que esta medida golpea directamente a la clase media y baja, aquellos que viven al día y no tienen colchón financiero. No es lo mismo para un empresario que puede absorber estos costos que para un maestro o un enfermero que apenas le alcanza para llegar a fin de mes. Se trata de una política económica que beneficia a unos pocos mientras afecta a la mayoría. ¡Qué sal!
Las reacciones, obviamente, no se han hecho esperar. En redes sociales hay pura polémica, con gente criticando al gobierno por priorizar el recaudo fiscal sobre el bienestar social. Algunos argumentan que la baja inflación es un logro económico que debe ser celebrado, mientras que otros señalan que es una falacia porque no se traduce en mejoras reales para la población. Está claro que este tema está dando para rato, y que habrá mucha controversia en los próximos días. Algunos expertos incluso dicen que podría convertirse en un arma electoral para el PLN.
En fin, la pregunta que me queda es esta: ¿cree usted que el gobierno está manejando bien la situación económica del país, o estamos caminando hacia un escenario aún más complicado para los trabajadores? ¿Deberían reconsiderar estas medidas y buscar alternativas para aliviar la carga financiera de las familias costarricenses? ¡Déjeme saber qué piensa en los comentarios!
Verán, la cosa es así: si bien la inflación andaba bastante calmada en los últimos años, eso no significa que nuestros quincenes hayan crecido mágicamente. Al contrario, los gastos básicos – comida, renta, transporte, luz, agua, internet… ¡la lista es larga! – siguen comiéndose gran parte del presupuesto familiar. ¿Y cómo afecta esto? Pues que el monto mínimo exento, el dinero que no te tocan con renta, ha ido descendiendo paulatinamente desde el 2022. Antes podías respirar un poquito más, pero ahora... ¡aguanta!
Zamora explica que, aunque el Índice de Precios al Consumidor (IPC), que es el que usan para calcular todo esto, muestre números bajos, la realidad es distinta en la calle. Nosotros seguimos viendo la leche subir de precio, los pasajes del bus igual, y ni hablar de la renta, que sigue por las nubes. Esta situación genera una contradicción flagrante: pagamos más renta y tenemos que enfrentar cargos impositivos mayores, a pesar de que el costo general de vida no ha descendido significativamente. ¡Es una verdadera torta!
El señor Zamora, con toda la razón del mundo, plantea que deberían ajustar la base exenta del impuesto sobre la renta para proteger el poder adquisitivo de los trabajadores. Según él, lo que estamos viendo es una estrategia puramente recaudatoria, donde el gobierno busca llenar las arcas fiscales a costa del bolsillo de la gente trabajadora. No vaya a ser que estén pensando “irse al traste” con la economía popular, diay.
Para ponerle número a la cosa, miren esta tabla que acaba de lanzar Hacienda: hasta ¢918.000 ya no le tocan, pero a partir de ahí empieza el baile con los porcentajes. Del 10% al 25%, dependiendo de cuánto ganes. Las empresas también tienen sus propias tarifas, llegando hasta el 20% si ganan mucho. Y los trabajadores independientes, pues ellos también tienen sus tablas, con exoneraciones hasta ¢6,2 millones. Un respiro, sí, pero no suficiente para quienes realmente andamos apretándole el chunche cada mes.
Lo que preocupa es que esta medida golpea directamente a la clase media y baja, aquellos que viven al día y no tienen colchón financiero. No es lo mismo para un empresario que puede absorber estos costos que para un maestro o un enfermero que apenas le alcanza para llegar a fin de mes. Se trata de una política económica que beneficia a unos pocos mientras afecta a la mayoría. ¡Qué sal!
Las reacciones, obviamente, no se han hecho esperar. En redes sociales hay pura polémica, con gente criticando al gobierno por priorizar el recaudo fiscal sobre el bienestar social. Algunos argumentan que la baja inflación es un logro económico que debe ser celebrado, mientras que otros señalan que es una falacia porque no se traduce en mejoras reales para la población. Está claro que este tema está dando para rato, y que habrá mucha controversia en los próximos días. Algunos expertos incluso dicen que podría convertirse en un arma electoral para el PLN.
En fin, la pregunta que me queda es esta: ¿cree usted que el gobierno está manejando bien la situación económica del país, o estamos caminando hacia un escenario aún más complicado para los trabajadores? ¿Deberían reconsiderar estas medidas y buscar alternativas para aliviar la carga financiera de las familias costarricenses? ¡Déjeme saber qué piensa en los comentarios!
