¡Ay, Dios mío! Esta vainera se salió de control, amigos. Resulta que Gabriel Ávalos, este joven que anda moviéndose en redes con el nombre de @avalosgabii_, tuvo una nochecita bien turbia, pero vaya que le dio vuelta al brete. Lo agarraron desprevenido con un robo, pero el destino, parece que le tenía guardada una sorpresa jugosa.
La cosa pasó temprano, como a las ocho de la mañana, cuando Gabriel iba caminando tranquilito y apareció este tipo que le quitó el celular. Él, sin chillarle a nadie, le echó pie a gana, lo persiguió por varias cuadras, ¡hasta que el ladrón se subió a una moto pa’ escapar! Pero, ¡sorpresa!, en la carrera, el mae dejó caer su propio chunche. Gabriel, rápido, se lo agarró.
Imagínate la escena, ¡una película! Ya en el trabajo, tranquilo, Gabriel revisa el celular del ladrón y se topa con algo increíble: la contraseña era “1234”. ¡Una verdadera torta! Con esa clave entró fácil y trató de contactar a los familiares del vándalo pa’ ver si podían regresar el celular, pero el mae lo bloqueó. ¡Ni modo de hacer las cosas bien, diay!
Entonces, Gabriel decide que si no va a recuperar su celular por las buenas, va a probar por otros lados. Subió unas fotitos privadas que encontró en el celular del ladrón a sus redes sociales. En un video en TikTok, contó la historia y dijo: “Como no lo recuperé por las buenas, no me quedó otra que subir sus fotos íntimas”. ¡El video explotó, se hizo viral! En pocas horas, ¡ya llevaba más de ochocientas mil reproducciones y miles de reacciones!
Y ahí es donde la cosa se pone interesante. Horas después, el ladrón, que vivía por Barrancas, se vino corriendo hasta Ciudadela, le entregó el celular a Gabriel, con tal de que borrase esas publicaciones. ¡Se espantó más que animalito mojado! Dice Gabriel que el mae, en lugar de disculparse, se quejaba porque estaban exponiendo sus imágenes. “Les lastimás el orgullo y se enojan,” comentó Gabriel, con cara de incredulidad.
Las redes sociales ardieron con comentarios como “Ladrón que roba a ladrón tiene 100 años de perdón”, “Tenés que cerrar el estadio, sos un crack”, e incluso alguien sugirió “Le hubieras cambiado la clave antes de devolverlo.” Como ven, la gente se puso del lado de Gabriel, aplaudiendo su ingenio y creatividad para recuperar lo suyo. Imagínatelo, un mae vengándose con su propia medicina digital, ¡qué chivísima la movida!
Pero ojo, que ni todo es miel sobre hojarasca. Abogados nos dicen que, aunque el tipo fuera un ladrón, publicar contenido íntimo sin consentimiento puede meterte en problemas. Dicen que viola la privacidad de la persona, y eso sí puede tener consecuencias legales. Esta vaina abre el debate sobre dónde están los límites entre la justicia popular y la venganza en internet, y nos recuerda que a veces, la astucia puede ser más poderosa que enfrentarse directamente a alguien.
Gabriel recuperó su teléfono, qué bueno, pero el ladrón perdió mucho más que un dispositivo. Perdío credibilidad, respeto y encima, se convirtió en meme nacional. Ahora, dime tú, ¿crees que Gabriel actuó bien buscando venganza en redes sociales o debería haber denunciado formalmente el robo? ¿Hasta dónde podemos llegar con la 'justicia' digital cuando hablamos de personas que han cometido delitos?
La cosa pasó temprano, como a las ocho de la mañana, cuando Gabriel iba caminando tranquilito y apareció este tipo que le quitó el celular. Él, sin chillarle a nadie, le echó pie a gana, lo persiguió por varias cuadras, ¡hasta que el ladrón se subió a una moto pa’ escapar! Pero, ¡sorpresa!, en la carrera, el mae dejó caer su propio chunche. Gabriel, rápido, se lo agarró.
Imagínate la escena, ¡una película! Ya en el trabajo, tranquilo, Gabriel revisa el celular del ladrón y se topa con algo increíble: la contraseña era “1234”. ¡Una verdadera torta! Con esa clave entró fácil y trató de contactar a los familiares del vándalo pa’ ver si podían regresar el celular, pero el mae lo bloqueó. ¡Ni modo de hacer las cosas bien, diay!
Entonces, Gabriel decide que si no va a recuperar su celular por las buenas, va a probar por otros lados. Subió unas fotitos privadas que encontró en el celular del ladrón a sus redes sociales. En un video en TikTok, contó la historia y dijo: “Como no lo recuperé por las buenas, no me quedó otra que subir sus fotos íntimas”. ¡El video explotó, se hizo viral! En pocas horas, ¡ya llevaba más de ochocientas mil reproducciones y miles de reacciones!
Y ahí es donde la cosa se pone interesante. Horas después, el ladrón, que vivía por Barrancas, se vino corriendo hasta Ciudadela, le entregó el celular a Gabriel, con tal de que borrase esas publicaciones. ¡Se espantó más que animalito mojado! Dice Gabriel que el mae, en lugar de disculparse, se quejaba porque estaban exponiendo sus imágenes. “Les lastimás el orgullo y se enojan,” comentó Gabriel, con cara de incredulidad.
Las redes sociales ardieron con comentarios como “Ladrón que roba a ladrón tiene 100 años de perdón”, “Tenés que cerrar el estadio, sos un crack”, e incluso alguien sugirió “Le hubieras cambiado la clave antes de devolverlo.” Como ven, la gente se puso del lado de Gabriel, aplaudiendo su ingenio y creatividad para recuperar lo suyo. Imagínatelo, un mae vengándose con su propia medicina digital, ¡qué chivísima la movida!
Pero ojo, que ni todo es miel sobre hojarasca. Abogados nos dicen que, aunque el tipo fuera un ladrón, publicar contenido íntimo sin consentimiento puede meterte en problemas. Dicen que viola la privacidad de la persona, y eso sí puede tener consecuencias legales. Esta vaina abre el debate sobre dónde están los límites entre la justicia popular y la venganza en internet, y nos recuerda que a veces, la astucia puede ser más poderosa que enfrentarse directamente a alguien.
Gabriel recuperó su teléfono, qué bueno, pero el ladrón perdió mucho más que un dispositivo. Perdío credibilidad, respeto y encima, se convirtió en meme nacional. Ahora, dime tú, ¿crees que Gabriel actuó bien buscando venganza en redes sociales o debería haber denunciado formalmente el robo? ¿Hasta dónde podemos llegar con la 'justicia' digital cuando hablamos de personas que han cometido delitos?