¡Ay, Dios mío! Se armó un circo en Nueva República, ¿eh? Resulta que Fabricio Alvarado, ese mae que siempre anda buscando cómo meterse en Zapote, ya tiene sus candidatas a vicepresidentas. Y no son cualquiera, ¡son David Segura y Rosalía Brown! Dos caras conocidas que ahora van a darle palo a cualquier otro candidato que se les cruce.
Como si no fuera suficiente con el batallar que ha tenido Fabricio para llegar hasta acá – recuerden la patada que le dieron en el 2018 contra Carlos Alvarado, ¡qué pena ajena!, y luego el sapo que se tragó en el 2022 –, ahora tiene que lidiar con dos vicepresidentas que tienen su propia camada de seguidores. La asamblea del partido este fin de semana fue pura chamba, donde finalmente confirmaron a Segura, el puntarenense, para la primera vicepresidencia y a Brown, la limonense exprimera del Congreso, para la segunda. ¡Qué brete!
Ahora, vamos por partes. David Segura, ese mae siempre ha sido un gallito, defensor a capa y espada de los intereses de Puntarenas. Sus detractores dicen que es un poquito terco, pero sus hinchas lo ven como un líder firme. Y Rosalía Brown, ay, Rosalía... Esa señora tiene experiencia, ¿eh? Ha navegado aguas turbulentas en el Congreso y sabe cómo manejar las situaciones difíciles. Aunque algunos murmuran que puede ser un poco… directa, digamos. Pero hey, ¡eso le da carácter!
Alvarado, después de tantos intentos fallidos, parece decidido a llegar a la Presidencia en el 2026-2030. Ya sabemos su movida, buscar ese voto conservador que le ha faltado. Y creo que la elección de Segura y Brown busca precisamente eso: atraer votantes de diferentes regiones y corrientes políticas dentro de Nueva República. Ojalá le funcione porque, diay, ya casi nos aburrimos de escucharlo prometer cosas que nunca cumple.
Pero ojo, señoras y señores. Esto no es tan sencillo como ponerle una cruz a Fabricio y listo. Tenemos que considerar que ambos, Segura y Brown, vienen arrastrando su propio bagaje político. Segura tuvo sus roces con el gobierno anterior, y Brown no siempre vio las cosas claro con todos en el Congreso. Así que esto podría generar tensiones internas en la campaña, ¿quién sabe?
Además, no olvidemos que la política nacional está más revuelta que un plato de gallo pinto sin salsa. Tenemos otras fórmulas presidenciales preparándose, con propuestas y estrategias propias. El FML, MAS, PUS, todos quieren un pedazo de la torta. ¡Va a ser una pelea a muerte! Y con la crisis económica que tenemos, la gente está más sensible que un churrito recién frito.
En resumen, la decisión de Fabricio Alvarado de postular a Segura y Brown como sus compañeras de fórmula es un movimiento interesante, pero también arriesgado. Podría ser la clave para desbloquear su camino hacia Casa Amarilla, pero también podría ser el detonante de una explosión interna en Nueva República. Veremos qué onda, pues. Y hablando de ver, no nos engañemos, ¡esto apenas empieza a calentarse!
Con todo esto, me pregunto: ¿Creen ustedes que la combinación de experiencia y fuerza regional que aportan Segura y Brown realmente le dará a Fabricio Alvarado el empujón que necesita para finalmente llegar a la Presidencia, o será otro episodio más de “fabricios en vano” en la historia política costarricense?
Como si no fuera suficiente con el batallar que ha tenido Fabricio para llegar hasta acá – recuerden la patada que le dieron en el 2018 contra Carlos Alvarado, ¡qué pena ajena!, y luego el sapo que se tragó en el 2022 –, ahora tiene que lidiar con dos vicepresidentas que tienen su propia camada de seguidores. La asamblea del partido este fin de semana fue pura chamba, donde finalmente confirmaron a Segura, el puntarenense, para la primera vicepresidencia y a Brown, la limonense exprimera del Congreso, para la segunda. ¡Qué brete!
Ahora, vamos por partes. David Segura, ese mae siempre ha sido un gallito, defensor a capa y espada de los intereses de Puntarenas. Sus detractores dicen que es un poquito terco, pero sus hinchas lo ven como un líder firme. Y Rosalía Brown, ay, Rosalía... Esa señora tiene experiencia, ¿eh? Ha navegado aguas turbulentas en el Congreso y sabe cómo manejar las situaciones difíciles. Aunque algunos murmuran que puede ser un poco… directa, digamos. Pero hey, ¡eso le da carácter!
Alvarado, después de tantos intentos fallidos, parece decidido a llegar a la Presidencia en el 2026-2030. Ya sabemos su movida, buscar ese voto conservador que le ha faltado. Y creo que la elección de Segura y Brown busca precisamente eso: atraer votantes de diferentes regiones y corrientes políticas dentro de Nueva República. Ojalá le funcione porque, diay, ya casi nos aburrimos de escucharlo prometer cosas que nunca cumple.
Pero ojo, señoras y señores. Esto no es tan sencillo como ponerle una cruz a Fabricio y listo. Tenemos que considerar que ambos, Segura y Brown, vienen arrastrando su propio bagaje político. Segura tuvo sus roces con el gobierno anterior, y Brown no siempre vio las cosas claro con todos en el Congreso. Así que esto podría generar tensiones internas en la campaña, ¿quién sabe?
Además, no olvidemos que la política nacional está más revuelta que un plato de gallo pinto sin salsa. Tenemos otras fórmulas presidenciales preparándose, con propuestas y estrategias propias. El FML, MAS, PUS, todos quieren un pedazo de la torta. ¡Va a ser una pelea a muerte! Y con la crisis económica que tenemos, la gente está más sensible que un churrito recién frito.
En resumen, la decisión de Fabricio Alvarado de postular a Segura y Brown como sus compañeras de fórmula es un movimiento interesante, pero también arriesgado. Podría ser la clave para desbloquear su camino hacia Casa Amarilla, pero también podría ser el detonante de una explosión interna en Nueva República. Veremos qué onda, pues. Y hablando de ver, no nos engañemos, ¡esto apenas empieza a calentarse!
Con todo esto, me pregunto: ¿Creen ustedes que la combinación de experiencia y fuerza regional que aportan Segura y Brown realmente le dará a Fabricio Alvarado el empujón que necesita para finalmente llegar a la Presidencia, o será otro episodio más de “fabricios en vano” en la historia política costarricense?