safito
VERIFICADO
En Vela
Julio Rodríguez
[email protected]
Ante un millón de cubanos delirantes y un Castro, endiosado, don Pepe tomó el micrófono, en los albores de la revolución cubana, y conminó, urbi et orbi, en las propias barbas del líder, a él y a toda la nomenklatura, sobre la desviación de la gesta libertaria. La revolución había sido traicionada. El escándalo fue descomunal. Poco después, don Pepe estaba en el aeropuerto.
Don Pepe vio claro y habló claro. Otro momento glorioso para él y para Costa Rica. La historia confirmó, al pie de la letra, su lucidez y su coraje. Esa traición y su servidumbre a la URSS le ha costado al pueblo cubano toda la sangre, todo el duelo, todas las cárceles, toda la diáspora, toda la muerte, que con poco las paga el mundo con una guerra nuclear. Y ese déspota criminal, sostenido por 46 años de terror, es el inspirador, junto con Hugo Chávez, de un sector extremista de la lucha contra el TLC y el anunciador de un posible fraude en el referendo del 23 de setiembre.
Pero, hasta aquí nada es de extrañar. Es la lógica totalitaria. Lo que es inadmisible es la devoción a Castro y a Chávez de un sector síndico-político-profesional, llevado de un antinorteamericano visceral, unos por su paranoia ideológica o por oxidación cultural, otros por mezquindad política (algunos de ellos vividores del anticomunismo) y algunos como cortina de humo patriotera para encubrir sus desaciertos políticos.
En otras palabras, han sido “costarricenses” los que han motivado al periódico comunistaGranma a desacreditar nuestra democracia y al Gobierno, por dos años, los que han inspirado las arengas de Fidel Castro contra el TLC y contra nuestro sistema electoral, y los que han estimulado “la generosidad” de Hugo Chávez. No hace falta referirse a Daniel Ortega por ser este un simple mandadero de esos personajes.
Los heraldos de Fidel Castro contra el TLC han sido aquellos que proclamaron la ruptura del orden constitucional o el bazucazo de la Sala IV, el fin de la gran reforma del Dr. Calderón Guardia, un chanchullo en las elecciones de febrero del 2006, la deslegitimación del Gobierno actual, el colonialismo cuántico de EE. UU., el fraude corralero en el referendo próximo, el compadre hablado entre el Gobierno y el TSE, los roces constitucionales del regalo del mar territorial o de la eliminación de todas las empresas nacionales, o la conversión de Costa Rica en un Chernóbyl caribeño…
Si así manipulan y desprecian algunos patriotas a Costa Rica, ¿cómo Castro, aun en las últimas, va a quedarse callado y cómo Chávez no va a sacar la chequera? Sí, don Pepe, tenías razón…
Julio Rodríguez
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Ante un millón de cubanos delirantes y un Castro, endiosado, don Pepe tomó el micrófono, en los albores de la revolución cubana, y conminó, urbi et orbi, en las propias barbas del líder, a él y a toda la nomenklatura, sobre la desviación de la gesta libertaria. La revolución había sido traicionada. El escándalo fue descomunal. Poco después, don Pepe estaba en el aeropuerto.
Don Pepe vio claro y habló claro. Otro momento glorioso para él y para Costa Rica. La historia confirmó, al pie de la letra, su lucidez y su coraje. Esa traición y su servidumbre a la URSS le ha costado al pueblo cubano toda la sangre, todo el duelo, todas las cárceles, toda la diáspora, toda la muerte, que con poco las paga el mundo con una guerra nuclear. Y ese déspota criminal, sostenido por 46 años de terror, es el inspirador, junto con Hugo Chávez, de un sector extremista de la lucha contra el TLC y el anunciador de un posible fraude en el referendo del 23 de setiembre.
Pero, hasta aquí nada es de extrañar. Es la lógica totalitaria. Lo que es inadmisible es la devoción a Castro y a Chávez de un sector síndico-político-profesional, llevado de un antinorteamericano visceral, unos por su paranoia ideológica o por oxidación cultural, otros por mezquindad política (algunos de ellos vividores del anticomunismo) y algunos como cortina de humo patriotera para encubrir sus desaciertos políticos.
En otras palabras, han sido “costarricenses” los que han motivado al periódico comunistaGranma a desacreditar nuestra democracia y al Gobierno, por dos años, los que han inspirado las arengas de Fidel Castro contra el TLC y contra nuestro sistema electoral, y los que han estimulado “la generosidad” de Hugo Chávez. No hace falta referirse a Daniel Ortega por ser este un simple mandadero de esos personajes.
Los heraldos de Fidel Castro contra el TLC han sido aquellos que proclamaron la ruptura del orden constitucional o el bazucazo de la Sala IV, el fin de la gran reforma del Dr. Calderón Guardia, un chanchullo en las elecciones de febrero del 2006, la deslegitimación del Gobierno actual, el colonialismo cuántico de EE. UU., el fraude corralero en el referendo próximo, el compadre hablado entre el Gobierno y el TSE, los roces constitucionales del regalo del mar territorial o de la eliminación de todas las empresas nacionales, o la conversión de Costa Rica en un Chernóbyl caribeño…
Si así manipulan y desprecian algunos patriotas a Costa Rica, ¿cómo Castro, aun en las últimas, va a quedarse callado y cómo Chávez no va a sacar la chequera? Sí, don Pepe, tenías razón…