¡Imagínate el chapuzón! Resulta que nuestro querido Mauricio Hoyos, el biólogo marino que le tocó encontrarse de cerca con un tiburón en la Isla del Coco, está agarrándole con fuerza a la recuperación. Después del sustito que vivió, y de toda la movida para traerlo bien lejos del mar, ahora está dando las gracias a Dios, a Costa Rica y a todos los que le echaron una mano pa’ salir adelante. ¡Qué alivio!
Como recordarán, el asusto pasó el finde pasado. El pobre mae estaba haciendo su trabajo allá en el paraíso de la Isla del Coco cuando de repente, ¡bam!, apareció el tiburón. El Cuerpo de Bomberos tuvo que entrarle a paso cabrero pa’ atenderlo rápido y empezar el traslado express hasta el Pacífico. Luego vino la movida pa’ llevarlo a un centro médico acá en San José, donde se puso to’ el equipo médico a curarle las heridas.
Y vaya que Mauricio se llevó un buen golpe, necesitará varias cirugías fuertes pa' dejarlo como nuevo. Pero según dicen, la recuperación va viento en popa, así que el mae ya está pensando en cuándo vuelve a casa. Parece que sus ganas de meterse de nuevo al agua son más fuertes que el miedo, ¡eso sí es pasión por el mar!
“Hoy quiero dar gracias a la vida, a Costa Rica y a todas las manos solidarias que hicieron posible que yo esté aquí, recuperándome y con la esperanza intacta,” nos comentó Mauricio desde la cama del hospital. Uno se da cuenta de la gente buena que hay por ahí, ¡y de cómo nos apoyamos los ticos en las buenas y en las malas!
Ahora, lo que sigue es regresar a México, su país natal, pa’ seguir la rehabilitación junto a su familia. Lo acompañará una enfermera pa' cuidarle y asegurarle que todo salga bien durante el viaje. Porque, díganlo claro, viajar después de semejante brete no es pan comido, aunque Mauricio tenga la moral alta como trompetilla.
Antes de volver a sus labores científicas con la Coalición One Ocean Worldwide –porque el mae no se anda con rodeos y quiere seguir investigando nuestras aguas– Mauricio quiere pasar tiempo con los suyos y recargar pilas. Ustedes saben, a veces uno necesita desconectarse del mundo pa’ volver con más energía y ideas frescas. Además, ¡seguro quiere comer casitas de tortillas de su mamá!
Se espera que mañana mismo, martes, Mauricio emprenda el viaje de regreso a México. Una historia que nos demuestra que incluso ante los peligros más inesperados, la perseverancia y el apoyo de la comunidad pueden hacer maravillas. Es inspirador ver cómo este biólogo mariño, a pesar de todo, mantiene intacta su fe en la vida y en la investigación científica. Un ejemplo pa’ todos nosotros, de que nunca debemos perder la esperanza, por más dura que se ponga la marea.
Después de escuchar esta historia, ¿usted cree que es importante invertir más en programas de seguridad marítima y educación sobre la convivencia con la fauna marina? ¿Y qué medidas cree que deberían tomarse para proteger a los biólogos y científicos que trabajan en entornos tan riesgosos como el océano?
Como recordarán, el asusto pasó el finde pasado. El pobre mae estaba haciendo su trabajo allá en el paraíso de la Isla del Coco cuando de repente, ¡bam!, apareció el tiburón. El Cuerpo de Bomberos tuvo que entrarle a paso cabrero pa’ atenderlo rápido y empezar el traslado express hasta el Pacífico. Luego vino la movida pa’ llevarlo a un centro médico acá en San José, donde se puso to’ el equipo médico a curarle las heridas.
Y vaya que Mauricio se llevó un buen golpe, necesitará varias cirugías fuertes pa' dejarlo como nuevo. Pero según dicen, la recuperación va viento en popa, así que el mae ya está pensando en cuándo vuelve a casa. Parece que sus ganas de meterse de nuevo al agua son más fuertes que el miedo, ¡eso sí es pasión por el mar!
“Hoy quiero dar gracias a la vida, a Costa Rica y a todas las manos solidarias que hicieron posible que yo esté aquí, recuperándome y con la esperanza intacta,” nos comentó Mauricio desde la cama del hospital. Uno se da cuenta de la gente buena que hay por ahí, ¡y de cómo nos apoyamos los ticos en las buenas y en las malas!
Ahora, lo que sigue es regresar a México, su país natal, pa’ seguir la rehabilitación junto a su familia. Lo acompañará una enfermera pa' cuidarle y asegurarle que todo salga bien durante el viaje. Porque, díganlo claro, viajar después de semejante brete no es pan comido, aunque Mauricio tenga la moral alta como trompetilla.
Antes de volver a sus labores científicas con la Coalición One Ocean Worldwide –porque el mae no se anda con rodeos y quiere seguir investigando nuestras aguas– Mauricio quiere pasar tiempo con los suyos y recargar pilas. Ustedes saben, a veces uno necesita desconectarse del mundo pa’ volver con más energía y ideas frescas. Además, ¡seguro quiere comer casitas de tortillas de su mamá!
Se espera que mañana mismo, martes, Mauricio emprenda el viaje de regreso a México. Una historia que nos demuestra que incluso ante los peligros más inesperados, la perseverancia y el apoyo de la comunidad pueden hacer maravillas. Es inspirador ver cómo este biólogo mariño, a pesar de todo, mantiene intacta su fe en la vida y en la investigación científica. Un ejemplo pa’ todos nosotros, de que nunca debemos perder la esperanza, por más dura que se ponga la marea.
Después de escuchar esta historia, ¿usted cree que es importante invertir más en programas de seguridad marítima y educación sobre la convivencia con la fauna marina? ¿Y qué medidas cree que deberían tomarse para proteger a los biólogos y científicos que trabajan en entornos tan riesgosos como el océano?
