Maes, para nadie es un secreto que la paciencia del cartaginés tiene más kilómetros acumulados que un bus de Lumaca. Llevamos cinco años en un puro zafarrancho con la famosa obra de Taras-La Lima, y cuando ya uno cree que ve la luz al final del túnel, nos salen con que, efectivamente, solo vamos a ver la luz *del túnel*. La noticia es que nos habilitan el paso subterráneo este 15 de setiembre, pero no se emocionen mucho, porque el resto del brete sigue más crudo que un ceviche de mediodía. ¡Qué torta!
Vieras qué despiche de fechas. El alcalde de Cartago, Mario Redondo, que ya debe estar hasta la coronilla de dar explicaciones que no le tocan, nos había dicho que la promesa del Gobierno era tener todo listo para el 31 de octubre. Pero diay, parece que esa fecha se fue al traste. Ahora el viceministro de Infraestructura, Pablo Camacho, sale a decir que el 15 de setiembre se abre el túnel "para descongestionar". O sea, nos van a dar una curita para una herida que necesita cirugía mayor. Es la clásica jugada de "tomen este caramelito para que dejen de llorar", mientras la obra completa ahora tiene como nueva fecha de graduación, con suerte y si la Virgen de los Ángeles intercede, diciembre de este año.
Y es que cuando uno escarba un poquito, se da cuenta de que la "inauguración" es más que nada para la foto. La vara es que faltan detalles que no son para nada menores. Hablemos de la iluminación, por ejemplo. Todavía están en conversaciones con la JASEC para ver qué tipo de luces se ponen. ¡Ni siquiera han decidido el chunche que van a instalar! Imagínense el nivel. Además de eso, las vías marginales siguen en veremos, las aceras son un concepto abstracto y los detalles de seguridad vial y las transiciones de carriles están en el limbo. Como bien dice Redondo, "cinco años de espera merecen una obra acabada". No un rompecabezas a medio armar que, en una de esas, hasta podría ser más peligroso.
Seamos honestos, esta novela ya cansa. El proyecto arrancó en diciembre de 2020. ¡Cinco años! En ese tiempo, a más de uno le dio tiempo de empezar y terminar una carrera universitaria. Este brete no solo ha estado plagado de atrasos "normales", sino que también carga con la sombra del caso Cochinilla, lo que obviamente nos pone a todos a pensar mal. Cuando un proyecto se mancha de esa manera y encima se atrasa una y otra vez, la confianza se va por el caño. Estamos tan acostumbrados a las promesas rotas y a las inauguraciones a medias que ya ni nos sorprendemos, solo nos resignamos. Y eso, maes, es lo más salado de todo.
Así que, mientras nos prepararnos para estrenar un túnel sin el resto del paquete, queda una sensación agridulce. Por un lado, cualquier cosa que alivie esa presa infernal se agradece. Pero por otro, se siente como puro atolillo con el dedo. Una solución a medias que patea la bola para adelante y nos deja con la incertidumbre de cuándo, realmente, vamos a poder decir que la obra de Taras-La Lima está terminada y bien hecha. La pregunta para el foro es directa, y sobre todo para los brumosos que viven esto a diario: ¿Ustedes qué opinan? ¿Es un alivio necesario que abran el túnel ya, aunque sea a medias, o es una falta de respeto entregar un proyecto así después de cinco años de espera?
Vieras qué despiche de fechas. El alcalde de Cartago, Mario Redondo, que ya debe estar hasta la coronilla de dar explicaciones que no le tocan, nos había dicho que la promesa del Gobierno era tener todo listo para el 31 de octubre. Pero diay, parece que esa fecha se fue al traste. Ahora el viceministro de Infraestructura, Pablo Camacho, sale a decir que el 15 de setiembre se abre el túnel "para descongestionar". O sea, nos van a dar una curita para una herida que necesita cirugía mayor. Es la clásica jugada de "tomen este caramelito para que dejen de llorar", mientras la obra completa ahora tiene como nueva fecha de graduación, con suerte y si la Virgen de los Ángeles intercede, diciembre de este año.
Y es que cuando uno escarba un poquito, se da cuenta de que la "inauguración" es más que nada para la foto. La vara es que faltan detalles que no son para nada menores. Hablemos de la iluminación, por ejemplo. Todavía están en conversaciones con la JASEC para ver qué tipo de luces se ponen. ¡Ni siquiera han decidido el chunche que van a instalar! Imagínense el nivel. Además de eso, las vías marginales siguen en veremos, las aceras son un concepto abstracto y los detalles de seguridad vial y las transiciones de carriles están en el limbo. Como bien dice Redondo, "cinco años de espera merecen una obra acabada". No un rompecabezas a medio armar que, en una de esas, hasta podría ser más peligroso.
Seamos honestos, esta novela ya cansa. El proyecto arrancó en diciembre de 2020. ¡Cinco años! En ese tiempo, a más de uno le dio tiempo de empezar y terminar una carrera universitaria. Este brete no solo ha estado plagado de atrasos "normales", sino que también carga con la sombra del caso Cochinilla, lo que obviamente nos pone a todos a pensar mal. Cuando un proyecto se mancha de esa manera y encima se atrasa una y otra vez, la confianza se va por el caño. Estamos tan acostumbrados a las promesas rotas y a las inauguraciones a medias que ya ni nos sorprendemos, solo nos resignamos. Y eso, maes, es lo más salado de todo.
Así que, mientras nos prepararnos para estrenar un túnel sin el resto del paquete, queda una sensación agridulce. Por un lado, cualquier cosa que alivie esa presa infernal se agradece. Pero por otro, se siente como puro atolillo con el dedo. Una solución a medias que patea la bola para adelante y nos deja con la incertidumbre de cuándo, realmente, vamos a poder decir que la obra de Taras-La Lima está terminada y bien hecha. La pregunta para el foro es directa, y sobre todo para los brumosos que viven esto a diario: ¿Ustedes qué opinan? ¿Es un alivio necesario que abran el túnel ya, aunque sea a medias, o es una falta de respeto entregar un proyecto así después de cinco años de espera?