¡Ay, Dios mío! Se armó un bronca tremenda, mi gente. La Televisora de Costa Rica, Teletica pa' ser exactos, soltó una nota que te deja pensando si estamos perdiendo poquito a poco lo que nos caracteriza como ticos: la capacidad de discutir hasta el hartazgo y tener mil opiniones diferentes. Parece que la subasta de frecuencias está siendo un verdadero dolor de cabeza para varios medios, y ellos no tardaron en encender las alarmas.
La jugada, según explican desde Canal 7, es que el Poder Ejecutivo mandó pa’l frente con esta subasta, ejecutada por la SUTEL, pero parece que la onda salió torcida. Dicen que se está tratando de “democratizar” las frecuencias, pero a muchos les huele a otra cosa: a ponerle freno a la diversidad de voces en la tele y la radio. Imagínate, dicen que varias emisoras – nacionales y regionales – podrían tener que bajar las cortinas, lo cual es una vara bien fea pa’ nosotros los que vivimos de la información.
Y ojo, porque esto va más allá de simples números y ganancias. Teletica le recuerda al país que la democracia, como bien sabemos, no es solo votar cada cuatro años. Requiere que haya espacio para todos los pensamientos, las culturas, los partidos, los librepensadores… ¡hasta pa' esos que siempre andan criticando al gobierno! Necesitamos que los medios reflejen esa variedad, porque sino, ¿cómo vamos a estar bien informados y tomar decisiones correctas?
Lo que preocupa aún más es que parece que el país se está encaminando hacia un escenario similar al de Venezuela, donde, como recordaremos tristemente, cerraron varios medios de comunicación. Esa nunca debe ser la carta de nadie. Como dice Teletica: “El autoritarismo requiere callar voces; la democracia demanda su pluralidad”. Suena fuerte, ¿verdad? Pero es que la situación amerita.
La empresa asegura que ha estado intentando corregir el cartel de la subasta, pues venían advirtiendo desde hace tiempo que esto podría pasar. Intentaron hacerle cambios a la SUTEL y a la Contraloría, pero nada, los rechazaron todos. Al final, dicen, hay que jugar con las cartas que nos dan, aunque eso signifique sentirnos como si nos estuvieran atropellando. ¡Qué brígido!
Y aquí viene el detalle importante: Teletica denuncian que estos criterios económicos y recaudatorios que está utilizando la SUTEL van totalmente en contra de las leyes internacionales de derechos humanos. Dicen que podríamos irnos directo a la Corte Interamericana de Derechos Humanos si no hacemos algo al respecto. Eso, mis amigos, sería un chin corrido pa’ el país.
Ahora, algunos dirán que es puro negocio, que los canales quieren mantener el monopolio, pero a ver, piensen un momento: si se cierran muchas emisoras, ¿quién nos dará acceso a diferentes perspectivas? ¿Quién investigará al gobierno y denunciará las injusticias? Un panorama así, con poca oferta informativa, es peligroso para cualquier sociedad, máxime cuando estamos pasando por tiempos complejos. Esto afecta la transparencia y la rendición de cuentas, ¿entienden la vara?
En fin, la pelota está en nuestro tejado. Teletica, a pesar de la bronca, dice que seguirá comprometida con los hechos y la verdad, pero la pregunta que me queda es esta: ¿Estamos dispuestos a dejar que la ambición económica silencie las voces críticas y limite nuestra capacidad de elegir cómo informarnos? ¿Debería el gobierno reconsiderar los términos de la subasta para proteger la diversidad mediática o acaso estamos exagerando la gravedad de la situación?
La jugada, según explican desde Canal 7, es que el Poder Ejecutivo mandó pa’l frente con esta subasta, ejecutada por la SUTEL, pero parece que la onda salió torcida. Dicen que se está tratando de “democratizar” las frecuencias, pero a muchos les huele a otra cosa: a ponerle freno a la diversidad de voces en la tele y la radio. Imagínate, dicen que varias emisoras – nacionales y regionales – podrían tener que bajar las cortinas, lo cual es una vara bien fea pa’ nosotros los que vivimos de la información.
Y ojo, porque esto va más allá de simples números y ganancias. Teletica le recuerda al país que la democracia, como bien sabemos, no es solo votar cada cuatro años. Requiere que haya espacio para todos los pensamientos, las culturas, los partidos, los librepensadores… ¡hasta pa' esos que siempre andan criticando al gobierno! Necesitamos que los medios reflejen esa variedad, porque sino, ¿cómo vamos a estar bien informados y tomar decisiones correctas?
Lo que preocupa aún más es que parece que el país se está encaminando hacia un escenario similar al de Venezuela, donde, como recordaremos tristemente, cerraron varios medios de comunicación. Esa nunca debe ser la carta de nadie. Como dice Teletica: “El autoritarismo requiere callar voces; la democracia demanda su pluralidad”. Suena fuerte, ¿verdad? Pero es que la situación amerita.
La empresa asegura que ha estado intentando corregir el cartel de la subasta, pues venían advirtiendo desde hace tiempo que esto podría pasar. Intentaron hacerle cambios a la SUTEL y a la Contraloría, pero nada, los rechazaron todos. Al final, dicen, hay que jugar con las cartas que nos dan, aunque eso signifique sentirnos como si nos estuvieran atropellando. ¡Qué brígido!
Y aquí viene el detalle importante: Teletica denuncian que estos criterios económicos y recaudatorios que está utilizando la SUTEL van totalmente en contra de las leyes internacionales de derechos humanos. Dicen que podríamos irnos directo a la Corte Interamericana de Derechos Humanos si no hacemos algo al respecto. Eso, mis amigos, sería un chin corrido pa’ el país.
Ahora, algunos dirán que es puro negocio, que los canales quieren mantener el monopolio, pero a ver, piensen un momento: si se cierran muchas emisoras, ¿quién nos dará acceso a diferentes perspectivas? ¿Quién investigará al gobierno y denunciará las injusticias? Un panorama así, con poca oferta informativa, es peligroso para cualquier sociedad, máxime cuando estamos pasando por tiempos complejos. Esto afecta la transparencia y la rendición de cuentas, ¿entienden la vara?
En fin, la pelota está en nuestro tejado. Teletica, a pesar de la bronca, dice que seguirá comprometida con los hechos y la verdad, pero la pregunta que me queda es esta: ¿Estamos dispuestos a dejar que la ambición económica silencie las voces críticas y limite nuestra capacidad de elegir cómo informarnos? ¿Debería el gobierno reconsiderar los términos de la subasta para proteger la diversidad mediática o acaso estamos exagerando la gravedad de la situación?