¡Ay, Dios mío! Esto sí que duele, pura verdura. Resulta que una simple colisión en Los Chiles de Aguas Zarcas terminó siendo una verdadera tragedia, dejando a toda la Zona Norte con el corazón roto. Un nene de apenas dos añitos se nos fue, y la cosa es que el asunto es más complejo de lo que parece, ¿eh?
Según el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), el percance fue un choque por alcance, nada grave en apariencia. Un camiónete no pudo frenar a tiempo y chocó contra dos carros que estaban parados haciendo fila. Daños mínimos, pareciera que un sustito... Pero, ¡qué sal! El problema surgió porque el pequeño iba sentado en el asiento del copiloto, sin su sillita de seguridad, esas que tanto insistimos en poner.
Y aquí viene la 'carga' más grande, mi gente. Al momento del impacto, la bolsa de aire, diseñada para proteger a los adultos, se infló a toda máquina. Imagínense la velocidad, dicen que ¡más de 300 kilómetros por hora! Para un nene tan chiquito, eso es como si le hubieran dado un puñetazo certero en el cuello. Los paramédicos de la Cruz Roja llegaron corriendo, pero ya era muy tarde; el nene estaba ingiriéndose, sin pulso ni nada. Qué pena, diay.
El padre, dicen, llegó medio loco de la impresión, tratando de ayudar a su hijo, pero ya no había nada que hacer. Uno se pone en sus zapatos y ¡qué tristeza! No hay palabras para describir lo que debe estar sintiendo ahora mismo. Es un brete que nadie debería vivir, ¿verdad, maes?
Lo gringo de esto, y ahí radica la verdadera 'torta', es que la ley está clarísima: los niños pequeños no pueden ir en el asiento delantero, especialmente si no van en su sillita adecuada. Eso es pa’ protegerlos de justo esto, de la bolsa de aire que puede convertirse en un proyectil. Parece mentira, pero la tecnología que nos salva a nosotros puede ser letal para ellos, ¡pura ironía!
Esto nos hace reflexionar, ¿no creen? ¿Cuántas veces hemos visto carros con niños sentados en el regazo del papá o de la mamá, o peor aún, jugando en el asiento delantero? Hay que ponerle pausa a eso, mi gente. La seguridad infantil no es un juego, es una responsabilidad que tenemos todos. Tenemos que recordarle a la gente que la vida de esos peques es lo más valioso que tenemos.
Ahora el OIJ va a investigar para ver si hubo alguna negligencia por parte del conductor del camiónete, o si alguien más tiene la culpa. Pero la verdad es que la principal responsable aquí es la falta de conciencia de algunos padres. Porque, vamos a ser honestos, la sillita está ahí para cumplir una función, ¿y cómo no la usan?
En fin, una historia tristísima que nos deja una gran lección: cumplamos la ley, pongámonle atención a la seguridad infantil y protejámos a nuestros hijos. Ahora me pregunto, maes, ¿creen que las campañas de concientización sobre seguridad vial son suficientes en Costa Rica, o deberíamos buscar maneras más efectivas de llegar a la gente y evitar que tragedias como esta vuelvan a ocurrir?
Según el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), el percance fue un choque por alcance, nada grave en apariencia. Un camiónete no pudo frenar a tiempo y chocó contra dos carros que estaban parados haciendo fila. Daños mínimos, pareciera que un sustito... Pero, ¡qué sal! El problema surgió porque el pequeño iba sentado en el asiento del copiloto, sin su sillita de seguridad, esas que tanto insistimos en poner.
Y aquí viene la 'carga' más grande, mi gente. Al momento del impacto, la bolsa de aire, diseñada para proteger a los adultos, se infló a toda máquina. Imagínense la velocidad, dicen que ¡más de 300 kilómetros por hora! Para un nene tan chiquito, eso es como si le hubieran dado un puñetazo certero en el cuello. Los paramédicos de la Cruz Roja llegaron corriendo, pero ya era muy tarde; el nene estaba ingiriéndose, sin pulso ni nada. Qué pena, diay.
El padre, dicen, llegó medio loco de la impresión, tratando de ayudar a su hijo, pero ya no había nada que hacer. Uno se pone en sus zapatos y ¡qué tristeza! No hay palabras para describir lo que debe estar sintiendo ahora mismo. Es un brete que nadie debería vivir, ¿verdad, maes?
Lo gringo de esto, y ahí radica la verdadera 'torta', es que la ley está clarísima: los niños pequeños no pueden ir en el asiento delantero, especialmente si no van en su sillita adecuada. Eso es pa’ protegerlos de justo esto, de la bolsa de aire que puede convertirse en un proyectil. Parece mentira, pero la tecnología que nos salva a nosotros puede ser letal para ellos, ¡pura ironía!
Esto nos hace reflexionar, ¿no creen? ¿Cuántas veces hemos visto carros con niños sentados en el regazo del papá o de la mamá, o peor aún, jugando en el asiento delantero? Hay que ponerle pausa a eso, mi gente. La seguridad infantil no es un juego, es una responsabilidad que tenemos todos. Tenemos que recordarle a la gente que la vida de esos peques es lo más valioso que tenemos.
Ahora el OIJ va a investigar para ver si hubo alguna negligencia por parte del conductor del camiónete, o si alguien más tiene la culpa. Pero la verdad es que la principal responsable aquí es la falta de conciencia de algunos padres. Porque, vamos a ser honestos, la sillita está ahí para cumplir una función, ¿y cómo no la usan?
En fin, una historia tristísima que nos deja una gran lección: cumplamos la ley, pongámonle atención a la seguridad infantil y protejámos a nuestros hijos. Ahora me pregunto, maes, ¿creen que las campañas de concientización sobre seguridad vial son suficientes en Costa Rica, o deberíamos buscar maneras más efectivas de llegar a la gente y evitar que tragedias como esta vuelvan a ocurrir?