¡Ay, Dios mío, qué bronca! Se mandaron una torta bárbara esos tipos, mándale. El OIJ finalmente agarró a los sospechosos detrás del espantoso caso de la pareja de europeos, Manuela Daxer y Rüdiger Schickhaus, encontrados muertos en Quepos. Esto se ha puesto más caliente que gallina pochada, chun.
Como recordarán, la pareja llegó al país buscando un pedazo de cielo tranquilo para disfrutar sus años dorados. Se compraron una finca de lujo en Quepos, ¡una vara!, con todos los lujos que se puedan imaginar – hasta establo para caballos, diay. Lo que nadie esperaba es que su sueño se convirtiera en una pesadilla tan macabra. La finca, valuada en casi ₡500 millones, estaba lista para venderse cuando ocurrió lo irreparable hace unos meses.
Pues resulta que el OIJ ha estado moviendo piedritas durante meses, juntando pistas como loco. Finalmente, dieron con una banda de delincuentes oriundos de Tres Ríos, en Cartago, quienes presuntamente planeaban el robo de la propiedad desde antes. Al parecer, querían quedarse con la finca y se valieron unas vidas para lograrlo, ¡qué poca moral! Se trata de un colombiano y una mujer, además de algunos cómplices, todos ahora bajo custodia policial.
Esta mañana, temprano, los oficiales del OIJ hicieron fuertes allanamientos en varias casas de La Unión y Curridabat. Dicen que encontraron pruebas contundentes que los incriminan, como rastros de sangre y objetos que pertenecieron a la pareja. Las imágenes que circulan por internet, aunque censuradas, dan un poco de escalofrío, mándele. Parece que prepararon todo a conciencia para que no quedara rastro.
Según las investigaciones, los sospechosos conocían bien la zona y sabían que la pareja tenía buen poder adquisitivo. No es ningún secreto que muchos extranjeros buscan invertir en Costa Rica, pero parece que esto atrae a los oportunistas y a los vivos como cucarachas. La fiscalía está trabajando a toda máquina para armar el caso y llevarlos ante la justicia, que les caigan las cadenas, ¡eso dicen!
Lo que más me da chirria es que la pareja, ingenuamente, le respondió a un comprador potencial en redes sociales, diciéndole que no tenían cámaras de seguridad ni habitación de pánico. “Costa Rica es un país muy seguro”, decían. Pues, mándale, a veces la seguridad no basta si te encuentras con gente dispuesta a hacer cualquier cosa por dinero. Se ve que confiaron demasiado, qué pena, diay.
Y hablando de la finca, ¡esa vara era una joya! Con sus 50 mil varas cuadradas, estanque natural con jacuzzi, casa renovada de 550 metros, jardín con arboles frutales... ¡Una chimba! Pensar que todo eso terminó en una fosa, ¡qué tristeza! La pareja vino buscando paz y encontró una muerte horrible. Aquí uno aprende que nunca hay que bajar la guardia, ni siquiera en nuestro querido Costa Rica. Es una lástima que este tipo de noticias manche la imagen del país, pero desafortunadamente ocurren.
Ahora bien, viendo todo este panorama, me pregunto… ¿Estamos haciendo lo suficiente para proteger a nuestros visitantes y asegurar que Costa Rica siga siendo el país seguro y acogedor que siempre hemos sido reconocidos? ¿Creen que debemos implementar medidas más estrictas para prevenir este tipo de crímenes, o que la clave está en fortalecer la colaboración con las comunidades locales?
Como recordarán, la pareja llegó al país buscando un pedazo de cielo tranquilo para disfrutar sus años dorados. Se compraron una finca de lujo en Quepos, ¡una vara!, con todos los lujos que se puedan imaginar – hasta establo para caballos, diay. Lo que nadie esperaba es que su sueño se convirtiera en una pesadilla tan macabra. La finca, valuada en casi ₡500 millones, estaba lista para venderse cuando ocurrió lo irreparable hace unos meses.
Pues resulta que el OIJ ha estado moviendo piedritas durante meses, juntando pistas como loco. Finalmente, dieron con una banda de delincuentes oriundos de Tres Ríos, en Cartago, quienes presuntamente planeaban el robo de la propiedad desde antes. Al parecer, querían quedarse con la finca y se valieron unas vidas para lograrlo, ¡qué poca moral! Se trata de un colombiano y una mujer, además de algunos cómplices, todos ahora bajo custodia policial.
Esta mañana, temprano, los oficiales del OIJ hicieron fuertes allanamientos en varias casas de La Unión y Curridabat. Dicen que encontraron pruebas contundentes que los incriminan, como rastros de sangre y objetos que pertenecieron a la pareja. Las imágenes que circulan por internet, aunque censuradas, dan un poco de escalofrío, mándele. Parece que prepararon todo a conciencia para que no quedara rastro.
Según las investigaciones, los sospechosos conocían bien la zona y sabían que la pareja tenía buen poder adquisitivo. No es ningún secreto que muchos extranjeros buscan invertir en Costa Rica, pero parece que esto atrae a los oportunistas y a los vivos como cucarachas. La fiscalía está trabajando a toda máquina para armar el caso y llevarlos ante la justicia, que les caigan las cadenas, ¡eso dicen!
Lo que más me da chirria es que la pareja, ingenuamente, le respondió a un comprador potencial en redes sociales, diciéndole que no tenían cámaras de seguridad ni habitación de pánico. “Costa Rica es un país muy seguro”, decían. Pues, mándale, a veces la seguridad no basta si te encuentras con gente dispuesta a hacer cualquier cosa por dinero. Se ve que confiaron demasiado, qué pena, diay.
Y hablando de la finca, ¡esa vara era una joya! Con sus 50 mil varas cuadradas, estanque natural con jacuzzi, casa renovada de 550 metros, jardín con arboles frutales... ¡Una chimba! Pensar que todo eso terminó en una fosa, ¡qué tristeza! La pareja vino buscando paz y encontró una muerte horrible. Aquí uno aprende que nunca hay que bajar la guardia, ni siquiera en nuestro querido Costa Rica. Es una lástima que este tipo de noticias manche la imagen del país, pero desafortunadamente ocurren.
Ahora bien, viendo todo este panorama, me pregunto… ¿Estamos haciendo lo suficiente para proteger a nuestros visitantes y asegurar que Costa Rica siga siendo el país seguro y acogedor que siempre hemos sido reconocidos? ¿Creen que debemos implementar medidas más estrictas para prevenir este tipo de crímenes, o que la clave está en fortalecer la colaboración con las comunidades locales?