¡Ay, Dios mío! La visita de turistas a Costa Rica sigue dando patadas al aire. Según el ICT, enero-septiembre de este año nos cayó un 2,2% en comparación con el año pasado. Ni les cuento, ¡una torta! Dejamos pasar casi 50 mil cabezas, lo que significa que estamos hablando de 2 millones y pico de visitantes todavía, pero ojo, la tendencia no pinta chiva.
Para ponerle pausa al café, esto quiere decir que tuvimos menos gringos y canadienses por acá. Los norteamericanos se fueron 2,7%, los canadienses ni hablar, 4,3%. Hasta los europeos, que siempre han sido buenos clientes, nos dieron la espalda, bajando 5,4%. Esto no es novedad, la vara ya venía bajando desde el año pasado, pero parece que se ha puesto en modo turbo. Algunos expertos dicen que la culpa es de la inseguridad, otros que el dólar está como anda… una mezcla de factores que no le hacen bien al bolsillo de nadie.
Y no es solo la seguridad, aunque eso sí que está pegando fuerte. Los robos a turistas, las estafas... ¡Qué sal! Eso da mala fama al país y la gente piensa dos veces antes de venir a disfrutar de nuestras playas y volcanes. Además, el tipo de cambio no nos ayuda tampoco. Con el dólar tan alto, muchos prefieren irse a otros destinos donde puedan aprovechar más sus billetes. Imagínate, pagar por un chuche en el aeropuerto y sentirse como si estuvieran tirando dinero al mar.
Septiembre fue un mes particularmente flojo, con una caída del 1,3% en la llegada de turistas. Eso me hace pensar, ¿qué va a pasar en diciembre, que es cuando normalmente recibimos a la mayoría de la gente? Si seguimos así, podríamos tener unas fiestas navideñas bastante tranquilas, y eso no es bueno para la economía nacional. Necesitamos que el gobierno ponga manos a la obra y encuentre soluciones rápidas para frenar esta sangría turística. No podemos seguir perdiendo terreno frente a otros países del Caribe que están invirtiendo fuertemente en promoción y seguridad.
Algunos analistas señalan que necesitamos reinventarnos como destino turístico. Ya no basta con ofrecer solo sol y playa. Tenemos que apostar por el ecoturismo, el turismo de aventura, el turismo cultural... cosas que realmente nos diferencien de los demás. Claro, eso requiere inversión, capacitación y una estrategia clara. Pero, ¿quién va a poner la plata si la situación está como está? Es un círculo vicioso que nos tiene atascados en un brete complicado.
Lo cierto es que el turismo es la espina dorsal de nuestra economía. Dependemos mucho de esos dólares que traen los extranjeros. Si el flujo turístico se seca, afectará a todos los sectores: hoteles, restaurantes, transporte, artesanías... ¡Todo! Hablamos de miles de empleos en riesgo y una contracción económica que podría llevarnos varios años recuperar. Por eso, la situación es grave y exige medidas urgentes. No podemos seguir viendo cómo el turismo se va al traste.
Ahora bien, también hay quienes argumentan que esta crisis puede ser una oportunidad para replantear nuestro modelo turístico. Quizás hemos dependido demasiado del turismo masivo, que contamina, explota recursos naturales y beneficia principalmente a unos pocos. Tal vez deberíamos enfocarnos en atraer a un turista más responsable, más consciente del medio ambiente y dispuesto a gastar más en experiencias auténticas. Pero eso implica cambiar la mentalidad de algunos actores del sector y estar dispuestos a invertir en un futuro más sostenible. Un futuro a largo plazo, diay…
En fin, la situación está complicada, pero no creo que esté todo perdido. Costa Rica tiene un potencial turístico enorme, una belleza natural inigualable y una cultura rica y vibrante. Pero tenemos que trabajar duro para recuperar la confianza de los turistas y demostrarles que somos un destino seguro, amable y lleno de sorpresas. Entonces, pensando en todo esto, ¿usted qué cree? ¿Es tiempo de declarar emergencia turística nacional o creen que el Gobierno está haciendo suficiente para revertir esta tendencia?
Para ponerle pausa al café, esto quiere decir que tuvimos menos gringos y canadienses por acá. Los norteamericanos se fueron 2,7%, los canadienses ni hablar, 4,3%. Hasta los europeos, que siempre han sido buenos clientes, nos dieron la espalda, bajando 5,4%. Esto no es novedad, la vara ya venía bajando desde el año pasado, pero parece que se ha puesto en modo turbo. Algunos expertos dicen que la culpa es de la inseguridad, otros que el dólar está como anda… una mezcla de factores que no le hacen bien al bolsillo de nadie.
Y no es solo la seguridad, aunque eso sí que está pegando fuerte. Los robos a turistas, las estafas... ¡Qué sal! Eso da mala fama al país y la gente piensa dos veces antes de venir a disfrutar de nuestras playas y volcanes. Además, el tipo de cambio no nos ayuda tampoco. Con el dólar tan alto, muchos prefieren irse a otros destinos donde puedan aprovechar más sus billetes. Imagínate, pagar por un chuche en el aeropuerto y sentirse como si estuvieran tirando dinero al mar.
Septiembre fue un mes particularmente flojo, con una caída del 1,3% en la llegada de turistas. Eso me hace pensar, ¿qué va a pasar en diciembre, que es cuando normalmente recibimos a la mayoría de la gente? Si seguimos así, podríamos tener unas fiestas navideñas bastante tranquilas, y eso no es bueno para la economía nacional. Necesitamos que el gobierno ponga manos a la obra y encuentre soluciones rápidas para frenar esta sangría turística. No podemos seguir perdiendo terreno frente a otros países del Caribe que están invirtiendo fuertemente en promoción y seguridad.
Algunos analistas señalan que necesitamos reinventarnos como destino turístico. Ya no basta con ofrecer solo sol y playa. Tenemos que apostar por el ecoturismo, el turismo de aventura, el turismo cultural... cosas que realmente nos diferencien de los demás. Claro, eso requiere inversión, capacitación y una estrategia clara. Pero, ¿quién va a poner la plata si la situación está como está? Es un círculo vicioso que nos tiene atascados en un brete complicado.
Lo cierto es que el turismo es la espina dorsal de nuestra economía. Dependemos mucho de esos dólares que traen los extranjeros. Si el flujo turístico se seca, afectará a todos los sectores: hoteles, restaurantes, transporte, artesanías... ¡Todo! Hablamos de miles de empleos en riesgo y una contracción económica que podría llevarnos varios años recuperar. Por eso, la situación es grave y exige medidas urgentes. No podemos seguir viendo cómo el turismo se va al traste.
Ahora bien, también hay quienes argumentan que esta crisis puede ser una oportunidad para replantear nuestro modelo turístico. Quizás hemos dependido demasiado del turismo masivo, que contamina, explota recursos naturales y beneficia principalmente a unos pocos. Tal vez deberíamos enfocarnos en atraer a un turista más responsable, más consciente del medio ambiente y dispuesto a gastar más en experiencias auténticas. Pero eso implica cambiar la mentalidad de algunos actores del sector y estar dispuestos a invertir en un futuro más sostenible. Un futuro a largo plazo, diay…
En fin, la situación está complicada, pero no creo que esté todo perdido. Costa Rica tiene un potencial turístico enorme, una belleza natural inigualable y una cultura rica y vibrante. Pero tenemos que trabajar duro para recuperar la confianza de los turistas y demostrarles que somos un destino seguro, amable y lleno de sorpresas. Entonces, pensando en todo esto, ¿usted qué cree? ¿Es tiempo de declarar emergencia turística nacional o creen que el Gobierno está haciendo suficiente para revertir esta tendencia?