¡Ay, Dios mío! Aquí estamos otra vez, hablando de amenazas a las universidades. Resulta que la UCR tuvo que activar toda la maquinaria porque le mandaron un correo bien turbio el fin de semana pasado. Imagínate el nerviosismo, esto ya va por la tercera amenaza en poco tiempo.
Para refrescarles la memoria, hace unos meses tuvimos el temblorazo de la evacuación masiva en todos los campus de la UCR, todo por un posible tiroteo que resultó ser un falso alarma. Después del mareo de esos días, uno pensaba que eso había quedado atrás, pero parece que alguien anda buscando champear con nuestros nervios. Y ahora, ni siquiera habían secado las lágrimas de la anterior, y ¡boom!, aparece otro correo amenazante. La vida está dura, diay.
Según el comunicado oficial de la UCR, las autoridades ya pusieron la lupa encima del caso y denunciaron la amenaza al Organismo de Investigación Judicial. Además, reforzaron la seguridad en todos lados – ¡más vigilantes que mai! – para que podamos seguir asistiendo a clases y hacer nuestras actividades tranquilamente. Al final, queremos ir a estudiar, no a vivir con miedo constante.
Lo bueno es que, a pesar de todo el circo montado, las clases y actividades presenciales siguen en marcha. Así que, si tenías una presentación importante o un examen, no te preocupes, sigues adelante. Aunque sí, hay que estar atentos a los canales oficiales de la universidad por si acaso cambian algo de última hora. Uno nunca sabe qué puede pasar.
Pero no somos los únicos agobiados. El Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC) también pasó por la olla hace poco. Ellos tuvieron que evacuar sus instalaciones y todavía no han vuelto a las clases presenciales por completo. Se espera que retomen la normalidad el próximo jueves, luego de evaluar la situación a fondo. Parece que nos tocó vivir un período de tensión generalizada en el ambiente educativo, lo cual no es precisamente lo ideal.
Ahora, uno se pregunta… ¿qué demonios está pasando? ¿Por qué tanta gente dispuesta a sembrar el pánico? No sé ustedes, pero yo empiezo a sentirme como en una película de terror, donde nunca sabes cuándo va a saltar el monstruo. O peor aún, que el monstruo sea nuestro propio vecino que decide gastarnos una broma pesada.
Esto me lleva a pensar en la necesidad de fortalecer la seguridad en nuestras instituciones educativas, claro que sí, pero también en cómo estamos manejando la salud mental de la población. Quizás detrás de estas amenazas hay personas desesperadas o con problemas emocionales que necesitan ayuda. Ya saben, la sociedad está cambiando, y tenemos que adaptarnos y ofrecer soluciones a tiempo para evitar que estos hechos se repitan.
En fin, la situación está pegajosa. Las universidades están tomando medidas, pero la incertidumbre sigue ahí flotando. Espero que las autoridades encuentren pronto a los responsables de estas amenazas y que podamos volver a disfrutar de la tranquilidad en nuestros espacios académicos. Pero sinceramente, compas, dime tú... ¿crees que alguna vez podremos dejar de vivir con el temor de recibir otro correo amenazante?
Para refrescarles la memoria, hace unos meses tuvimos el temblorazo de la evacuación masiva en todos los campus de la UCR, todo por un posible tiroteo que resultó ser un falso alarma. Después del mareo de esos días, uno pensaba que eso había quedado atrás, pero parece que alguien anda buscando champear con nuestros nervios. Y ahora, ni siquiera habían secado las lágrimas de la anterior, y ¡boom!, aparece otro correo amenazante. La vida está dura, diay.
Según el comunicado oficial de la UCR, las autoridades ya pusieron la lupa encima del caso y denunciaron la amenaza al Organismo de Investigación Judicial. Además, reforzaron la seguridad en todos lados – ¡más vigilantes que mai! – para que podamos seguir asistiendo a clases y hacer nuestras actividades tranquilamente. Al final, queremos ir a estudiar, no a vivir con miedo constante.
Lo bueno es que, a pesar de todo el circo montado, las clases y actividades presenciales siguen en marcha. Así que, si tenías una presentación importante o un examen, no te preocupes, sigues adelante. Aunque sí, hay que estar atentos a los canales oficiales de la universidad por si acaso cambian algo de última hora. Uno nunca sabe qué puede pasar.
Pero no somos los únicos agobiados. El Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC) también pasó por la olla hace poco. Ellos tuvieron que evacuar sus instalaciones y todavía no han vuelto a las clases presenciales por completo. Se espera que retomen la normalidad el próximo jueves, luego de evaluar la situación a fondo. Parece que nos tocó vivir un período de tensión generalizada en el ambiente educativo, lo cual no es precisamente lo ideal.
Ahora, uno se pregunta… ¿qué demonios está pasando? ¿Por qué tanta gente dispuesta a sembrar el pánico? No sé ustedes, pero yo empiezo a sentirme como en una película de terror, donde nunca sabes cuándo va a saltar el monstruo. O peor aún, que el monstruo sea nuestro propio vecino que decide gastarnos una broma pesada.
Esto me lleva a pensar en la necesidad de fortalecer la seguridad en nuestras instituciones educativas, claro que sí, pero también en cómo estamos manejando la salud mental de la población. Quizás detrás de estas amenazas hay personas desesperadas o con problemas emocionales que necesitan ayuda. Ya saben, la sociedad está cambiando, y tenemos que adaptarnos y ofrecer soluciones a tiempo para evitar que estos hechos se repitan.
En fin, la situación está pegajosa. Las universidades están tomando medidas, pero la incertidumbre sigue ahí flotando. Espero que las autoridades encuentren pronto a los responsables de estas amenazas y que podamos volver a disfrutar de la tranquilidad en nuestros espacios académicos. Pero sinceramente, compas, dime tú... ¿crees que alguna vez podremos dejar de vivir con el temor de recibir otro correo amenazante?