¡Ay, pata! En plena temporada de Navidad, cuando parece que todos se quieren poner gorditos de dinero, aparece un mae que le pone candela a la honestidad. Se trata de Don Errol Vásquez, un vendedor ambulante de la lotería del Gordo Navideño que, pa' mi sorpresa, se niega a inflar los precios en la Avenida Central.
La cosa es así: mientras unos cuantos oportunistas andan vendiendo la fracción a ¢5.000, ¡una estafa a todas luces!, Don Errol mantiene el precio oficial de ¢2.000. Parece mentira, ¿verdad?, pero así es la vida. Hay gente buena en este país, aunque a veces nos cuesta encontrarlos entre tanto despiste y ambición.
Y no es que Don Errol esté perdiendo el pelo por eso. Él mismo dice: "Yo vendo al precio que es. No tengo por qué subirlo, la Junta de Protección Social ya establece lo que vale". Un mae tranquilo, directo al grano y sin rodeos. Eso sí que se llama tener conciencia, diay.
Lo curioso es que la gente lo busca a propósito. Ya se corre la voz de que ahí hay un lugar seguro para comprar la lotería sin que te claven. Muchos llegan molests porque les intentaron vender la fracción más cara en otros sitios. Imagínate, ¡estar pagando doble por un pedacito de esperanza!
Y ni hablar de los que le dan las gracias a Don Errol por respetar el precio oficial. Entre risas y bromas, le dicen que es un soplo de aire fresco en medio de tanta especulación. Una vara que demuestra que todavía hay maes con valores y que no necesitan aprovecharse de la necesidad ajena.
Pa’ entender bien la magnitud de esto, hay que recordar que el Gordo Navideño consiste en cinco emisiones de cien mil billetes cada una, con cuarenta fracciones por entero. El entero vale ¢80.000, y este año, el premio gordo es de ¡ocho millones de colones! Eso sí que es un buen chunche, compa. Segundo premio ocho cientos mil, tercero cuatrocientos mil... además, hay montones de premios menores, quince de seis millones, veinticinco de tres millones, y así hasta llegar a setenta y siete de un millón.
Desde el lunes 29 de septiembre que se puso a la venta la lotería, y la emoción va creciendo a medida que se acerca el día del sorteo, el próximo domingo 14 de diciembre. Ya imagínate, por barrios, plazas y avenidas, la gente buscando su combinación de números soñada, esperando ese golpe de suerte que les cambie la vida. Que si el 14, que si el 22, que si algún número especial… ¡pura ilusión, pero necesaria!
Esta historia de Don Errol me hace pensar, ¿cree usted que la honestidad sigue siendo rentable en nuestro país, especialmente en tiempos de crisis económica? ¿O es mejor dejarse llevar por la corriente y tratar de sacar provecho de cualquier manera?
La cosa es así: mientras unos cuantos oportunistas andan vendiendo la fracción a ¢5.000, ¡una estafa a todas luces!, Don Errol mantiene el precio oficial de ¢2.000. Parece mentira, ¿verdad?, pero así es la vida. Hay gente buena en este país, aunque a veces nos cuesta encontrarlos entre tanto despiste y ambición.
Y no es que Don Errol esté perdiendo el pelo por eso. Él mismo dice: "Yo vendo al precio que es. No tengo por qué subirlo, la Junta de Protección Social ya establece lo que vale". Un mae tranquilo, directo al grano y sin rodeos. Eso sí que se llama tener conciencia, diay.
Lo curioso es que la gente lo busca a propósito. Ya se corre la voz de que ahí hay un lugar seguro para comprar la lotería sin que te claven. Muchos llegan molests porque les intentaron vender la fracción más cara en otros sitios. Imagínate, ¡estar pagando doble por un pedacito de esperanza!
Y ni hablar de los que le dan las gracias a Don Errol por respetar el precio oficial. Entre risas y bromas, le dicen que es un soplo de aire fresco en medio de tanta especulación. Una vara que demuestra que todavía hay maes con valores y que no necesitan aprovecharse de la necesidad ajena.
Pa’ entender bien la magnitud de esto, hay que recordar que el Gordo Navideño consiste en cinco emisiones de cien mil billetes cada una, con cuarenta fracciones por entero. El entero vale ¢80.000, y este año, el premio gordo es de ¡ocho millones de colones! Eso sí que es un buen chunche, compa. Segundo premio ocho cientos mil, tercero cuatrocientos mil... además, hay montones de premios menores, quince de seis millones, veinticinco de tres millones, y así hasta llegar a setenta y siete de un millón.
Desde el lunes 29 de septiembre que se puso a la venta la lotería, y la emoción va creciendo a medida que se acerca el día del sorteo, el próximo domingo 14 de diciembre. Ya imagínate, por barrios, plazas y avenidas, la gente buscando su combinación de números soñada, esperando ese golpe de suerte que les cambie la vida. Que si el 14, que si el 22, que si algún número especial… ¡pura ilusión, pero necesaria!
Esta historia de Don Errol me hace pensar, ¿cree usted que la honestidad sigue siendo rentable en nuestro país, especialmente en tiempos de crisis económica? ¿O es mejor dejarse llevar por la corriente y tratar de sacar provecho de cualquier manera?
