¡Ay, Dios mío! Aquí vamos de nuevo… Parece que alguien en el Ministerio de Comercio Exterior (Comex) decidió que era imperativo tener una máquina de café de última generación en el despacho del ministro Manuel Tovar. Sí, así como lo leyeron. Una máquina que, según los cálculos, va a costar al país unos jugosos ¢1,7 millones al año. ¡Qué lata!
La revelación ocurrió durante una audiencia con los diputados de la Comisión de Asuntos Hacendarios, donde los jerarcas de Comex estaban presentando el presupuesto para el 2026. Resulta que Mariela Rojas, la oficial mayor, tuvo que explicarle a José Pablo Sibaja, diputado de Nueva República, por qué se incluía esa partida tan peculiar. Y vaya si tuvo que justificarse. La excusa, señores, es que el ministro recibe “constantemente” visitas de dignatarios extranjeros e internacionales y que es más rentable hacer el café en el despacho que comprarlo afuera.
“La máquina de café es para el despacho del ministro. Se debe a que él recibe constantemente visitas de personas de organismos internacionales o de otros países y hemos hecho un estudio que demuestra que es más costoso estar comprando café, porque a veces piden capuchino u otro tipo de café. Nos queda mejor hacerlo ahí en el ministerio que comprarlo en otro lado”, declaró Rojas con toda la cara. ¡Uno esperaría un poquito más de humildad considerando que estamos hablando de casi dos millones de colones!
Sibaja, obviamente, no quedó muy convencido. Él mismo mencionó que en Golfito puedes conseguir máquinas de café que preparan capuchinos por alrededor de ¢300.000. ¡Trescientas mil colones! Casi seis veces menos que lo que pretende gastar Comex. Parece que alguien no ha estado investigando bien los precios antes de aprobar semejante gasto. Imaginen cuántas escuelas o proyectos sociales podrían haber financiado con esos millones…
Para ponerle pausa a la defensa, Sibaja también preguntó si la justificación realmente valía la pena con los problemas de inflación y crisis económica que atraviesa el país. Su cuestionamiento resonó entre varios presentes, quienes comenzaron a preguntarse si este tipo de gastos no representan un lujo innecesario en tiempos difíciles. ¡Qué brete se armaron los del Comex!
Algunos analistas políticos ya han calificado la decisión como “falta de sensibilidad” hacia la ciudadanía. Argumentan que en medio de la incertidumbre económica, priorizar el confort del ministro con una máquina de café sofisticada envía un mensaje equivocado. Además, señalan que esta situación alimenta la percepción de que los funcionarios públicos viven alejados de la realidad del pueblo.
Más allá de la polémica, este caso nos obliga a reflexionar sobre cómo se utilizan los recursos públicos. ¿Es correcto destinar sumas millonarias a lujos personales mientras hay necesidades básicas insatisfechas? ¿No sería más prudente buscar alternativas más económicas y eficientes? Esta situación, además, abre la puerta a preguntas sobre la transparencia y el control de los gastos gubernamentales; es vital que los ciudadanos exijan rendición de cuentas y que se eviten derroches injustificados.
Definitivamente, este asunto de la máquina de café ha encendido todas las alarmas en redes sociales y ha generado un gran revuelo nacional. Ahora me pregunto, ¿ustedes creen que esta justificación agudiza la desconfianza ciudadana en el gobierno o simplemente es un desliz administrativo más en una larga lista? Déjenme sus opiniones en los comentarios, ¡quiero saber qué piensa la gente!
La revelación ocurrió durante una audiencia con los diputados de la Comisión de Asuntos Hacendarios, donde los jerarcas de Comex estaban presentando el presupuesto para el 2026. Resulta que Mariela Rojas, la oficial mayor, tuvo que explicarle a José Pablo Sibaja, diputado de Nueva República, por qué se incluía esa partida tan peculiar. Y vaya si tuvo que justificarse. La excusa, señores, es que el ministro recibe “constantemente” visitas de dignatarios extranjeros e internacionales y que es más rentable hacer el café en el despacho que comprarlo afuera.
“La máquina de café es para el despacho del ministro. Se debe a que él recibe constantemente visitas de personas de organismos internacionales o de otros países y hemos hecho un estudio que demuestra que es más costoso estar comprando café, porque a veces piden capuchino u otro tipo de café. Nos queda mejor hacerlo ahí en el ministerio que comprarlo en otro lado”, declaró Rojas con toda la cara. ¡Uno esperaría un poquito más de humildad considerando que estamos hablando de casi dos millones de colones!
Sibaja, obviamente, no quedó muy convencido. Él mismo mencionó que en Golfito puedes conseguir máquinas de café que preparan capuchinos por alrededor de ¢300.000. ¡Trescientas mil colones! Casi seis veces menos que lo que pretende gastar Comex. Parece que alguien no ha estado investigando bien los precios antes de aprobar semejante gasto. Imaginen cuántas escuelas o proyectos sociales podrían haber financiado con esos millones…
Para ponerle pausa a la defensa, Sibaja también preguntó si la justificación realmente valía la pena con los problemas de inflación y crisis económica que atraviesa el país. Su cuestionamiento resonó entre varios presentes, quienes comenzaron a preguntarse si este tipo de gastos no representan un lujo innecesario en tiempos difíciles. ¡Qué brete se armaron los del Comex!
Algunos analistas políticos ya han calificado la decisión como “falta de sensibilidad” hacia la ciudadanía. Argumentan que en medio de la incertidumbre económica, priorizar el confort del ministro con una máquina de café sofisticada envía un mensaje equivocado. Además, señalan que esta situación alimenta la percepción de que los funcionarios públicos viven alejados de la realidad del pueblo.
Más allá de la polémica, este caso nos obliga a reflexionar sobre cómo se utilizan los recursos públicos. ¿Es correcto destinar sumas millonarias a lujos personales mientras hay necesidades básicas insatisfechas? ¿No sería más prudente buscar alternativas más económicas y eficientes? Esta situación, además, abre la puerta a preguntas sobre la transparencia y el control de los gastos gubernamentales; es vital que los ciudadanos exijan rendición de cuentas y que se eviten derroches injustificados.
Definitivamente, este asunto de la máquina de café ha encendido todas las alarmas en redes sociales y ha generado un gran revuelo nacional. Ahora me pregunto, ¿ustedes creen que esta justificación agudiza la desconfianza ciudadana en el gobierno o simplemente es un desliz administrativo más en una larga lista? Déjenme sus opiniones en los comentarios, ¡quiero saber qué piensa la gente!
