¡Ay, dios mío! Este caso de Quepos se va poniendo más chungo día tras día. Ya habíamos quedado pensando que todo era un brete complicado, pero ahora esto de la vagoneta... pues parece que hay cosas turbias detrás. El Organismo de Investigación Judicial (OIJ), después de varios allanamientos, ha ido soltando datos que nos hacen preguntarnos qué pasó realmente con Manuela Daxer y Rüdiger Schickhaus. No sé ustedes, pero a mí esto me huele a tragedia con toda la intención.
Como les cuento, el detective Randall Zúñiga, ese sí que sabe cómo ponerle presión, reveló que la vagoneta apareció en la escena casi como si estuviera buscando protagonismo. Resulta que el tipo a quien le contrataron para llevar piedras a la finca de Quepos mandó la factura para el 22 de septiembre, pero según el OIJ, los asesinatos ocurrieron entre el 19 y el 20. ¡Imagínense el contratiempo! Pedir materiales para cubrir pruebas… casi a destiempo, como dicen por acá.
El conductor, que obviamente anda sacudido, asegura que solo hizo su trabajo. “Fui, descargué y me regresé”, nos dijo a CR Hoy. Quién sabe si está diciendo la verdad o si simplemente está tratando de lavarse las manos. Los vecinos, esos sí que lo quieren, dicen que es un buenazo, un alma de Dios, y que seguramente ni siquiera sabía lo que estaba pasando. Eso claro, si uno cree en esas cosas, porque a veces la ignorancia es cómplice, ¿no?
Pero fíjense este detalle, chikys: la vecina de la zona contó que vio la vagoneta descargar material ese mismo lunes en la tarde. Así que la historia del ‘fui y volví’ puede tener algunas grietas, ¿verdad? Es como si la vagoneta fuera una pieza más del rompecabezas, una que quizás no encaja perfecto, pero que aporta información valiosa para entender qué pasó en esa finca.
Ahora, el asunto del señor Elizondo, ese sí que da para analizarlo con calma. Él es quien solicitó la vagoneta para mover piedras, aparentemente para tapar los cuerpos. Pero, ¿por qué tanta prisa? ¿Por qué pedirla tan tarde, casi a las tres de la tarde, para usarla al día siguiente? Esto sugiere que hubo algo urgente, algo que necesitaba ser resuelto rápidamente. Un plan que se tuvo que improvisar, o peor aún, un ajuste de cuentas inesperado.
Y no olvidemos que estamos hablando de unos europeos que vinieron a Costa Rica buscando tranquilidad y encontraron lo contrario. Una pérdida irreparable para sus familias y un golpe duro para la imagen de nuestro país. ¿Cómo es posible que esto haya pasado justo aquí, en un lugar que supuestamente es seguro? Qué salado, nomás.
Todo este panorama nos lleva a pensar en varias cosas. ¿Fue una simple contratación de servicios o el conductor estaba involucrado de alguna forma? ¿El señor Elizondo actuó solo o tenía cómplices? Y lo más importante, ¿qué motivos llevaron a cometer semejante barbaridad? Las investigaciones siguen abiertas, y esperamos que pronto podamos tener respuestas claras y contundentes. No quiero sonar pesimista, pero este caso pinta para ser un brete largo y complejo.
En fin, colegas, amigos, ¿creen que la aparición de la vagoneta es pura coincidencia o evidencia de una conspiración más grande? ¿Piensan que el conductor está diciendo la verdad o que está tratando de proteger a alguien? Déjenme saber sus teorías en los comentarios, porque a estas alturas, con tanto misterio, uno ya no sabe dónde meterse. ¡Que opinan, maes!
Como les cuento, el detective Randall Zúñiga, ese sí que sabe cómo ponerle presión, reveló que la vagoneta apareció en la escena casi como si estuviera buscando protagonismo. Resulta que el tipo a quien le contrataron para llevar piedras a la finca de Quepos mandó la factura para el 22 de septiembre, pero según el OIJ, los asesinatos ocurrieron entre el 19 y el 20. ¡Imagínense el contratiempo! Pedir materiales para cubrir pruebas… casi a destiempo, como dicen por acá.
El conductor, que obviamente anda sacudido, asegura que solo hizo su trabajo. “Fui, descargué y me regresé”, nos dijo a CR Hoy. Quién sabe si está diciendo la verdad o si simplemente está tratando de lavarse las manos. Los vecinos, esos sí que lo quieren, dicen que es un buenazo, un alma de Dios, y que seguramente ni siquiera sabía lo que estaba pasando. Eso claro, si uno cree en esas cosas, porque a veces la ignorancia es cómplice, ¿no?
Pero fíjense este detalle, chikys: la vecina de la zona contó que vio la vagoneta descargar material ese mismo lunes en la tarde. Así que la historia del ‘fui y volví’ puede tener algunas grietas, ¿verdad? Es como si la vagoneta fuera una pieza más del rompecabezas, una que quizás no encaja perfecto, pero que aporta información valiosa para entender qué pasó en esa finca.
Ahora, el asunto del señor Elizondo, ese sí que da para analizarlo con calma. Él es quien solicitó la vagoneta para mover piedras, aparentemente para tapar los cuerpos. Pero, ¿por qué tanta prisa? ¿Por qué pedirla tan tarde, casi a las tres de la tarde, para usarla al día siguiente? Esto sugiere que hubo algo urgente, algo que necesitaba ser resuelto rápidamente. Un plan que se tuvo que improvisar, o peor aún, un ajuste de cuentas inesperado.
Y no olvidemos que estamos hablando de unos europeos que vinieron a Costa Rica buscando tranquilidad y encontraron lo contrario. Una pérdida irreparable para sus familias y un golpe duro para la imagen de nuestro país. ¿Cómo es posible que esto haya pasado justo aquí, en un lugar que supuestamente es seguro? Qué salado, nomás.
Todo este panorama nos lleva a pensar en varias cosas. ¿Fue una simple contratación de servicios o el conductor estaba involucrado de alguna forma? ¿El señor Elizondo actuó solo o tenía cómplices? Y lo más importante, ¿qué motivos llevaron a cometer semejante barbaridad? Las investigaciones siguen abiertas, y esperamos que pronto podamos tener respuestas claras y contundentes. No quiero sonar pesimista, pero este caso pinta para ser un brete largo y complejo.
En fin, colegas, amigos, ¿creen que la aparición de la vagoneta es pura coincidencia o evidencia de una conspiración más grande? ¿Piensan que el conductor está diciendo la verdad o que está tratando de proteger a alguien? Déjenme saber sus teorías en los comentarios, porque a estas alturas, con tanto misterio, uno ya no sabe dónde meterse. ¡Que opinan, maes!
