Ay, mae… la cosa está dura en Zapote. Un incendio, ¡qué torta!, arrasó una casita en el sector de Quesada Durán este martes, dejando un vacío inmenso en varias familias. No se imaginan la bronca que cayó encima de la comunidad; un fuego que se llevó a tres niños y un adulto, dejando a todos consternados.
Según confirmaron desde la Cruz Roja, los equipos de rescate encontraron a las víctimas entre los escombros, desafortunadamente ya sin vida. Inicialmente, los bomberos informaron sobre dos menores, pero conforme avanzaban en la búsqueda, se toparon con el resto de las personas atrapadas. La velocidad con la que se propagó el fuego hizo que fuera prácticamente imposible salvarlos, diay, qué pena.
La casa, que era de unos 100 metros cuadrados, quedó reducida a cenizas. Imagínense la escena, mae: vecinos corriendo, gente gritando, bomberos luchando contra las llamas… ¡Qué cargón! Era imposible ver algo bien, pura humareda y escombros. Personal de apoyo también estuvo ahí, tratando de ayudar, pero llegó demasiado tarde. Se mandaron un churro buscando alguna señal de vida, pero ya no había nada que hacer.
Las autoridades judiciales ya están trabajando en la investigación para esclarecer qué pasó exactamente. De momento, hablan de posibles fallas eléctricas, aparatos de combustión defectuosos o incluso materiales inflamables mal guardados. Uno piensa, ¿cómo pudo pasar esto?, ¿por qué justo a ellos? Pero bueno, es duro, y hay que esperar a que las autoridades den con la verdad.
En Zapote siempre hemos sido un pueblo solidario, y esto solamente reafirma eso. Ya varios vecinos han empezado a organizar colectas para apoyar a las familias afectadas, ofreciendo comida, ropa y refugio temporal. Eso sí da esperanza, mae, ver cómo nos unimos en momentos difíciles como estos. Es la esencia de nosotros, echarle ganas y ayudarnos los unos a los otros.
Este tipo de tragedias te hacen pensar, ¿cuándo vamos a tomar cartas en el asunto con la seguridad de nuestras casas? ¿Cuántas veces tenemos que sufrir para empezar a ponerle atención a estas cosas? Es importante revisar las instalaciones eléctricas, tener detectores de humo funcionando y mantener los materiales inflamables alejados de cualquier fuente de calor. Mejor prevenir que lamentar, ¿no?
Ahora, hablando con algunos vecinos, me contaron que las tres niñas que fallecieron iban todas juntas a la escuela y jugaban en la calle todos los días. Se conocían de toda la vida, eran inseparables. Imagínense el golpe que le dieron a sus papás y familiares. ¡Qué sal! Te aprieta el corazón saber que esos pequeses no van a volver a correr ni a jugar más. Una tristeza profunda, de esas que te dejan el alma vacía.
Es muy doloroso este hecho, mae. Perder a tres niños es algo que no se puede describir con palabras. La pregunta que me queda es: ¿Qué medidas concretas podemos implementar como comunidad para evitar que tragedias como esta vuelvan a ocurrir? ¿Deberíamos exigir a las autoridades inspecciones más frecuentes de las viviendas o promover campañas de concientización sobre prevención de incendios?
Según confirmaron desde la Cruz Roja, los equipos de rescate encontraron a las víctimas entre los escombros, desafortunadamente ya sin vida. Inicialmente, los bomberos informaron sobre dos menores, pero conforme avanzaban en la búsqueda, se toparon con el resto de las personas atrapadas. La velocidad con la que se propagó el fuego hizo que fuera prácticamente imposible salvarlos, diay, qué pena.
La casa, que era de unos 100 metros cuadrados, quedó reducida a cenizas. Imagínense la escena, mae: vecinos corriendo, gente gritando, bomberos luchando contra las llamas… ¡Qué cargón! Era imposible ver algo bien, pura humareda y escombros. Personal de apoyo también estuvo ahí, tratando de ayudar, pero llegó demasiado tarde. Se mandaron un churro buscando alguna señal de vida, pero ya no había nada que hacer.
Las autoridades judiciales ya están trabajando en la investigación para esclarecer qué pasó exactamente. De momento, hablan de posibles fallas eléctricas, aparatos de combustión defectuosos o incluso materiales inflamables mal guardados. Uno piensa, ¿cómo pudo pasar esto?, ¿por qué justo a ellos? Pero bueno, es duro, y hay que esperar a que las autoridades den con la verdad.
En Zapote siempre hemos sido un pueblo solidario, y esto solamente reafirma eso. Ya varios vecinos han empezado a organizar colectas para apoyar a las familias afectadas, ofreciendo comida, ropa y refugio temporal. Eso sí da esperanza, mae, ver cómo nos unimos en momentos difíciles como estos. Es la esencia de nosotros, echarle ganas y ayudarnos los unos a los otros.
Este tipo de tragedias te hacen pensar, ¿cuándo vamos a tomar cartas en el asunto con la seguridad de nuestras casas? ¿Cuántas veces tenemos que sufrir para empezar a ponerle atención a estas cosas? Es importante revisar las instalaciones eléctricas, tener detectores de humo funcionando y mantener los materiales inflamables alejados de cualquier fuente de calor. Mejor prevenir que lamentar, ¿no?
Ahora, hablando con algunos vecinos, me contaron que las tres niñas que fallecieron iban todas juntas a la escuela y jugaban en la calle todos los días. Se conocían de toda la vida, eran inseparables. Imagínense el golpe que le dieron a sus papás y familiares. ¡Qué sal! Te aprieta el corazón saber que esos pequeses no van a volver a correr ni a jugar más. Una tristeza profunda, de esas que te dejan el alma vacía.
Es muy doloroso este hecho, mae. Perder a tres niños es algo que no se puede describir con palabras. La pregunta que me queda es: ¿Qué medidas concretas podemos implementar como comunidad para evitar que tragedias como esta vuelvan a ocurrir? ¿Deberíamos exigir a las autoridades inspecciones más frecuentes de las viviendas o promover campañas de concientización sobre prevención de incendios?
