¡Ey, gente del Foro! Con la temporada seca pegándole duro y todos corriendo a buscar la brisa del mar, nos viene otra vez el mismo problemón: el agua. Sí, así como lo escuchaste. Mientras nosotros andamos buscando olas y piña madura, algunos barrios costeros están a punto de quedarse sin una gotita para bañarse o lavar los trastes. ¡Qué torta!
El Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA), esos que siempre andan batallando con los caños, lanzó la voz: la cosa está seria. Muchos de esos pueblitos paradisíacos que tanto nos gustan – Guanacaste, Puntarenas, el Caribe Sur… ¡uf, qué chimba estar allá! – tienen sistemas de agua bien precarios, pensados pa’ poca gente. Imagínate, llegas tú con toda tu familia, tus primos, tus vecinos... ¡y la tubería no da abasto! Es como si le pusieras a un carrito de diablito a jalar un tráiler lleno de plátanos.
La realidad es que el consumo se dispara. La gente quiere ducharse después de la playa, lavar sus chanclas, regar las plantas (si alguien todavía se anima a eso en medio del calor)… y ahí es cuando los ASADAS (aquellos que se encargan del agua a nivel local) empiezan a sudar frío. A veces, hasta tienen que poner restricciones, cortarle el agua a unas horas, pa’ que llegue a todos. ¡Qué sal! Pero la verdad, es que no hay otra, chiqui.
Pero ojo, esto no es culpa solamente de los turistas. También tenemos que echarle ojo a nuestros propios hábitos. ¿Cuántos de ustedes siguen usando la manguera para lavar el carro o la camioneta, aunque sea solo una capa de polvo? ¿Y quién no ha dejado correr el agua mientras se enjabona en la ducha? Pequeñas acciones, dicen ellos, pero sumadas hacen una diferencia enorme. ¡Esto va en serio, mae!
El AyA anda promoviendo una campaña de “turistas responsables”, con unos consejitos básicos para ahorrar agua. Cosas sencillas como reutilizar las toallas en el hotel (exige que no te las cambien a diario, ¡no es necesario!), ducharse rápido después de la playa (pa' quitarte la sal, no pa' hacerte un spa) y, por supuesto, decirle adiós a la manguera. Vamos, que no estamos pidiendo sacrificios enormes, solo un poquito de consciencia.
Y hablando de consciencia, también nos toca vigilar. Si ves una fuga de agua en la calle, en el parque o en el hospedaje, ¡denúnciala inmediatamente! Hay números de teléfono y aplicaciones para reportar esas cosas. Piensa que cada gota cuenta, especialmente en estos momentos. Así que, si ves a algún vecino derrochando agua a mansalva, ¡hazle saber! Con cariño, claro, pero hazle saber. Que nadie se crea que vive en el paraíso y puede gastar el agua como si estuviera cayendo del cielo.
Es que la cosa está clara: garantizar que haya agua potable en Guanacaste o en Puntarenas durante enero y febrero depende, en gran medida, de cómo la usemos ahora. No podemos seguir viviendo como si tuviéramos ríos de oro en casa. Ya les digo, ¡esta tierra nos da mucho, pero también pide responsabilidad!
Ahora dime, ¿tú qué haces diferente para cuidar el agua cuando vas de vacaciones? ¿Crees que la campaña del AyA será suficiente para cambiar los malos hábitos de los turistas o necesitamos medidas más drásticas?
El Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA), esos que siempre andan batallando con los caños, lanzó la voz: la cosa está seria. Muchos de esos pueblitos paradisíacos que tanto nos gustan – Guanacaste, Puntarenas, el Caribe Sur… ¡uf, qué chimba estar allá! – tienen sistemas de agua bien precarios, pensados pa’ poca gente. Imagínate, llegas tú con toda tu familia, tus primos, tus vecinos... ¡y la tubería no da abasto! Es como si le pusieras a un carrito de diablito a jalar un tráiler lleno de plátanos.
La realidad es que el consumo se dispara. La gente quiere ducharse después de la playa, lavar sus chanclas, regar las plantas (si alguien todavía se anima a eso en medio del calor)… y ahí es cuando los ASADAS (aquellos que se encargan del agua a nivel local) empiezan a sudar frío. A veces, hasta tienen que poner restricciones, cortarle el agua a unas horas, pa’ que llegue a todos. ¡Qué sal! Pero la verdad, es que no hay otra, chiqui.
Pero ojo, esto no es culpa solamente de los turistas. También tenemos que echarle ojo a nuestros propios hábitos. ¿Cuántos de ustedes siguen usando la manguera para lavar el carro o la camioneta, aunque sea solo una capa de polvo? ¿Y quién no ha dejado correr el agua mientras se enjabona en la ducha? Pequeñas acciones, dicen ellos, pero sumadas hacen una diferencia enorme. ¡Esto va en serio, mae!
El AyA anda promoviendo una campaña de “turistas responsables”, con unos consejitos básicos para ahorrar agua. Cosas sencillas como reutilizar las toallas en el hotel (exige que no te las cambien a diario, ¡no es necesario!), ducharse rápido después de la playa (pa' quitarte la sal, no pa' hacerte un spa) y, por supuesto, decirle adiós a la manguera. Vamos, que no estamos pidiendo sacrificios enormes, solo un poquito de consciencia.
Y hablando de consciencia, también nos toca vigilar. Si ves una fuga de agua en la calle, en el parque o en el hospedaje, ¡denúnciala inmediatamente! Hay números de teléfono y aplicaciones para reportar esas cosas. Piensa que cada gota cuenta, especialmente en estos momentos. Así que, si ves a algún vecino derrochando agua a mansalva, ¡hazle saber! Con cariño, claro, pero hazle saber. Que nadie se crea que vive en el paraíso y puede gastar el agua como si estuviera cayendo del cielo.
Es que la cosa está clara: garantizar que haya agua potable en Guanacaste o en Puntarenas durante enero y febrero depende, en gran medida, de cómo la usemos ahora. No podemos seguir viviendo como si tuviéramos ríos de oro en casa. Ya les digo, ¡esta tierra nos da mucho, pero también pide responsabilidad!
Ahora dime, ¿tú qué haces diferente para cuidar el agua cuando vas de vacaciones? ¿Crees que la campaña del AyA será suficiente para cambiar los malos hábitos de los turistas o necesitamos medidas más drásticas?
