¡Ay, Dios mío! Con tanta fiesta, cena familiar, feria y reunión planeada para este mes de diciembre, parece que nos vamos a olvidar de cuidarnos. Pero ojo, porque el Ministerio de Salud ya puso el grito en el cielo, avisándonos que hay que tenerle cuidado al maicero si no queremos pasar las fiestas vomitando o con una bronca intestinal que ni Don Pedro.
Según la Dra. Jennyffer González, jefa de la Dirección de Vigilancia de la Salud, este es el momento de ponerle pausa al “todo vale” alimenticio. Con tantas ventas ambulantes y comidillas en cada esquina, es facilísimo zamparnos unas cosas que luego nos salen caras. Y no me vengan con que “es tradición”, porque la tradición también implica cuidar la salud, ¿me entienden?
La recomendación es clarísima: revisen bien dónde están comprando sus churros, empanadas y pinchos. No vayan a caer en la tentación de comprarle al primo que está vendiendo “comida casera” en la calle, con riesgo de llevarse una sorpresa desagradable. Busquen lugares registrados, donde sepan que cumplen con las normas básicas de higiene.
Y hablando de higiene, presten atención a cómo manipulan la comida. ¿Se ven con pinta de estar limpios? ¿Usan guantes y gorro? ¿Las superficies lucen decente? Porque si ven a alguien tosiendo, rascándose o manipulando la comida con las manos sucias, ¡corran como alma que lleva diablo! Mejor quedarse con hambre a que ponerse cacharro.
Además, moderen con la comida, gente. Ya sé que es difícil resistirse a esos tamales con queso y a esa rosquilla recién horneada, pero no se excedan. Un poquito de cada cosita está bueno, pero abusar puede traer consecuencias indeseables, como indigestión, diarrea o, peor aún, una visita inesperada al médico.
Otro consejito importante: no suspendan sus tratamientos médicos, aunque estén de vacaciones o gozando a full en las fiestas. Si toman medicinas regularmente, no se les olvide tomarlas a tiempo. Y si tienen alguna enfermedad crónica, redoblen la precaución para evitar complicaciones.
Y por último, pero no menos importante, cuiden a los chiquitos. Supervíselos en todo momento, especialmente en zonas con comida caliente o juegos peligrosos. No los dejen solos ni un segundo, porque pueden meterse un chunche en la nariz o tropezarse con algo y hacerse daño. Recuerden que ellos son los más vulnerables y necesitan nuestra protección constante.
En fin, amigos, que disfrutemos estas fiestas decembrinas al máximo, pero siempre con responsabilidad y pensando en nuestra salud. Pero díganme, ¿qué medidas extra tomarían ustedes este año para evitar cualquier problema de salud durante las fiestas? ¿Cuáles son sus mayores preocupaciones en cuanto a la seguridad alimentaria en esta época?
Según la Dra. Jennyffer González, jefa de la Dirección de Vigilancia de la Salud, este es el momento de ponerle pausa al “todo vale” alimenticio. Con tantas ventas ambulantes y comidillas en cada esquina, es facilísimo zamparnos unas cosas que luego nos salen caras. Y no me vengan con que “es tradición”, porque la tradición también implica cuidar la salud, ¿me entienden?
La recomendación es clarísima: revisen bien dónde están comprando sus churros, empanadas y pinchos. No vayan a caer en la tentación de comprarle al primo que está vendiendo “comida casera” en la calle, con riesgo de llevarse una sorpresa desagradable. Busquen lugares registrados, donde sepan que cumplen con las normas básicas de higiene.
Y hablando de higiene, presten atención a cómo manipulan la comida. ¿Se ven con pinta de estar limpios? ¿Usan guantes y gorro? ¿Las superficies lucen decente? Porque si ven a alguien tosiendo, rascándose o manipulando la comida con las manos sucias, ¡corran como alma que lleva diablo! Mejor quedarse con hambre a que ponerse cacharro.
Además, moderen con la comida, gente. Ya sé que es difícil resistirse a esos tamales con queso y a esa rosquilla recién horneada, pero no se excedan. Un poquito de cada cosita está bueno, pero abusar puede traer consecuencias indeseables, como indigestión, diarrea o, peor aún, una visita inesperada al médico.
Otro consejito importante: no suspendan sus tratamientos médicos, aunque estén de vacaciones o gozando a full en las fiestas. Si toman medicinas regularmente, no se les olvide tomarlas a tiempo. Y si tienen alguna enfermedad crónica, redoblen la precaución para evitar complicaciones.
Y por último, pero no menos importante, cuiden a los chiquitos. Supervíselos en todo momento, especialmente en zonas con comida caliente o juegos peligrosos. No los dejen solos ni un segundo, porque pueden meterse un chunche en la nariz o tropezarse con algo y hacerse daño. Recuerden que ellos son los más vulnerables y necesitan nuestra protección constante.
En fin, amigos, que disfrutemos estas fiestas decembrinas al máximo, pero siempre con responsabilidad y pensando en nuestra salud. Pero díganme, ¿qué medidas extra tomarían ustedes este año para evitar cualquier problema de salud durante las fiestas? ¿Cuáles son sus mayores preocupaciones en cuanto a la seguridad alimentaria en esta época?
